Un niño lleva en la mano un muñeco mutilado. No tiene piernas. Es el símbolo de lo que está pasando en Gaza. El último informe de Human Rights Watch (hrw.org/es, del 14/11/24) denuncia limpieza étnica. Humanium.org
Sin ánimo de desmerecer la versión argentina de este día, en agosto, retomo lo que comentaba aquí hace un par de semanas, el 6 de noviembre. Me refería al Día Internacional del Niño, también citado como Día Universal, o Mundial del Niño. Es el 20 de noviembre, y su importancia ultrapasa la costumbre de regalar un juguete porque se refiere a los derechos de los niños. Y respetarlos, a los niños y a sus derechos, es el mejor regalo.
Ya sé que hay una cierta tendencia para no decir Día del Niño sino Día de las Infancias, incluso de considerar todo el mes de agosto como el Mes de las Infancias. Pero con todo respeto me quedo con la tradicional denominación de Día del Niño, ahora Día Internacional del Niño. Y lo hago con este argumento: el concepto de "niño" no se refiere aquí a un niño en particular, ni a un paradigma o modelo concreto de niño, sino al conjunto de todos los niños y niñas, sin distinción de ninguna clase, incluyéndolos a todos, a todos los menores de edad.
La efeméride es doble. El 20 noviembre de 1959, la Asamblea de las Naciones Unidas consagró los diez principios básicos de los derechos de la infancia en un documento maestro y extensamente aceptado: la Declaración de los Derechos del Niño. Luego, en 1989, también el 2o de noviembre, se promulgó la Convención sobre los Derechos del Niño, de abasto mucho más amplio pues comprende 54 artículos. A diferencia de la Declaración, la Convención es de obligado cumplimiento para los países que firmaron y luego ratificaron la adhesión a los principios, a los derechos infanto-juveniles allí expresados. Entre estos países está Argentina.
Por lo tanto, los derechos de la infancia no son una opción para la autoridad argentina, sea del nivel que sea, sino una obligación. Este punto adquiere particular relevancia en estos tiempos, difíciles sobre todo para muchos infanto-juveniles, es decir, los menores de edad.
El cuarto principio de la dicha Declaración establece el derecho a crecer y desarrollarse, y para ello se les otorga el "derecho a disfrutar de alimentación, vivienda, recreo y servicios médicos adecuados". Me pregunto hasta qué punto la Municipalidad, la Provincia y la Nación respetan y hacen respetar este principio. El séptimo principio les otorga el derecho a la educación, y establece que la sociedad y las autoridades públicas se tienen que esforzar para promover el respeto por este derecho. Entonces me pregunto si realmente se están esforzando por cumplir estas obligaciones que tienen.
No obstante, la situación de los derechos infantiles en Argentina se considera "satisfactoria". Pero esto podría mejorar, y los niños argentinos podrían luego pasar a la categoría de estar en "buena situación", tal como están en Chile, Australia, Canadá y los países europeos. Peor están los chicos de Brasil y México, que están con "problemas evidentes", igual que en Marruecos, Rusia y China. Aparte de estas tres categorías, hay dos más: "situación difícil" (Paraguay, Bolivia, India), y "situación muy grave", en la cual están muchos chicos y chicas de la mayoría de países africanos (humanium.org, datos de 2018).
Los criterios para valorar el estado de los derechos de la infancia en un país se basan en parámetros objetivos como la tasa de mortalidad, la escolaridad, el trabajo infantil, el registro de nacimiento y la situación de conflicto, entre otros.
En Gaza hay una situación de conflicto, y es evidente que los derechos de la infancia no se respetan. Ni se respetarán, porque hace unos días, el 8 de noviembre, Israel aprobó la ley que le permite encarcelar, incluso condenar a cadena perpetua, a los menores de edad, a partir de los de 12 años de edad, si los considera culpables de un acto terrorista o si entiende que están vinculados a una organización terrorista.
Estados Unidos, por su parte, que alimenta la violencia israelí, firmó pero no ratificó la Convención sobre los Derechos del Niño y, por tanto, entre otras cosas, se reserva la potestad de encarcelar, incluso condenar a muerte a un menor de edad.
No a la guerra, sí a la paz
Al ver la notable proporción de muertos infanto-juveniles en Gaza, es fácil darse cuenta que estamos ante una limpieza étnica. Tal vez piensen algunos que dejar hoy un niño vivo es tener mañana un enemigo. En este contexto, son muchas las personas, instituciones y gobiernos de todo el mundo que claman por el respeto y la paz. Y alertan sobre el discurso del odio y sobre los intentos de justificar la violencia. No obstante, poderosos del mundo, y otros aún más bajos que les rinden pleitesía, apoyan el uso de la fuerza, e incentivan así la violencia como método para conseguir ciertos objetivos, evidentes aunque no proclamados. La violencia no se justifica, ni en unos ni en otros, ni acá ni allá.
El pasado 28 de octubre, un santafesino escribía que "existe una sola postura que pueda recomponer el equilibrio: establecer a través de la fuerza las condiciones de un Nuevo Oriente". Esta retórica que justifica el uso de la fuerza bélica para conseguir un nuevo país eliminando a los que están y quedándose con el territorio, a esta retórica, y al plan que implica, ya los conocemos, el mundo lo conoció, y lloró mucho por eso.
Según datos oficiales, desde octubre del año pasado a septiembre de este, once meses, 4.936 chicas y 6.419 chicos murieron en Gaza a causa de la violencia israelí. Este es el recuento de cadáveres infanto-juveniles identificados con nombre y apellido, pero se supone que hay más muertos de esta edad, desaparecidos, sepultados por los escombros. La lista general de muertos identificados, que se publica en internet y que se va actualizando, incluye también a 791 señoras mayores, 1.208 señores mayores, a 6.643 mujeres adultas y a 14.347 hombres adultos. Esta lista de más de 30.000 muertos ofrece nombre y apellido, sexo, fecha de nacimiento y edad de cada uno, y también indica la fuente que informa de cada muerte e identifica el cadáver. Está disponible en: https://data.techforpalestine.org/docs/killed-in-gaza/
En esta lista, los muertos infanto-juveniles representan la tercera parte del total de muertos identificados, pese a que la Convención sobre los Derechos del Niño obliga a protegerlos en caso de conflicto. Entonces me sumo, y muchos me acompañarán, al clamor universal que grita: ¡No a la guerra, no a la violencia, sí a la paz, sí al respeto!
En esta fecha dedicada en especial a considerar los derechos infanto-juveniles, a pensar en ellos, a mirar qué pasa en nuestro entorno inmediato y en el entorno lejano, hay que recordar que somos personas civilizadas. Somos personas humanas, por tanto capaces de solucionar los conflictos sin por ello caer en la barbarie de la violencia, la muerte y la destrucción. Si no lo hacemos así, la espiral de odio y violencia, acción y reacción, muerte y destrucción, no tiene fin.
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