Desde el viernes de su discurso, las pantallas y las redes no se han detenido. Contar lo que se vio, el discurso presidencial. Transformarlo. Regurgitarlo. Ya se acepta, traducir es "traicionar", hay tanta semejanza en el origen de las palabras que es imposible no relacionar traducción/traición. En la poesía esto es tan claro como inevitable. Cuento la más reciente intersección de una palabra y dos regiones.
En un poema escribí "Mojón". Una estimada poeta amiga, en México, donde se suponía que también se publicaría el poema, sugirió un sinónimo porque no tiene, popularmente, la misma acepción. No hay un idioma común, tampoco intenciones comunes. Hay un trajinado y resbaladizo camino de las palabras (¿"las palabras y las cosas"?) donde aceptamos formulaciones, convenciones del idioma que, a poco de aceptadas, estallan. Somos todos incomprendidos.
Tal vez la más resonante, el más sensacional estallido es "La Casta". Vamos al significado de casta según la Real Academia Española (RAE). Es un vocablo femenino que significa: 1) "Ascendencia o linaje. Usado también referido a los irracionales". 2) "En la India, grupo social al que se pertenece por nacimiento, y que, dentro de una etnia, se diferencia por su rango e impone la endogamia".
Wikipedia remite a la RAE y por allí la casta se escapa. Por la historia el escape es mayor: "El sistema de la India, en sánscrito varna, literalmente 'color' (visto como una cualidad), es un sistema hereditario de estratificación social que ha existido en el subcontinente desde hace más de 2.500 años". Por el conocimiento de usos y costumbres en el lenguaje hablado, no los signos, intrincados son los caminos de las palabras: "En forma general, casta se refiere a cualquier forma de estratificación que pone énfasis en factores heredados o de nacimiento del individuo para clasificarlo socialmente".
Ahora bien, qué entiende por "Casta", o como "La Casta", Javier Milei es una pregunta que se responde según se entienda. Y claro, ahí está el punto: qué entienden los que deben explicarlo. Entender, segunda declinación, verbo transitivo: "tener idea clara de las cosas". Nos vamos, nos perdemos en las explicaciones. Finalmente aceptamos un nebuloso espacio donde nos encontramos sabiendo que no pensamos lo mismo ni somos iguales, pero que la concurrencia en espacio y tiempo nos pone cercanos y convivientes.
Y la convivencia con Milei trajo una suerte de pequeña bandada de pájaros que se asientan en muchos programas y que son "analistas políticos", "economistas políticos", "analistas económicos" y "titulares de la encuestadora Filigrana", por decir un nombre imposible, aunque nada es definitivo. Todos informan. Todos analizan. Al cuarto número que presentan, esto es de manual del periodismo oral y del conferencista, se olvida el primero.
Lo olvidan, los abandonan. Muy pocos resisten cuatro menciones numéricas, para explicar cualquier cosa, desde la lluvia a un gol. Para explicar la economía no sirven las acumulaciones numéricas y una de las enfermedades de la sociedad mediática, la que depende de los MdeC para respirar el anochecer, es la adicción y dependencia a la necesidad fisiológica que le expliquen el día.
Referir la jornada a la economía es uno de los males del desentendimiento urbano. Digamos del hombre urbano… porque el aire más libre de las pequeñas poblaciones aún oferta diferentes matices sobre el mismo costo de las compras diarias. El "smog" satura de obligaciones de marcas y modelos. Se bombardean las ciudades, no la campiña (¡Ja! Huyamos al verde valle).
Hay una deformación realmente peligrosa que los economistas, también los funcionarios, intentan convertir en dogma: nadie en su hogar gasta más de lo que tiene en el bolsillo. Ofende que intenten explicar un país de ese modo. Sucede. Tanto la enfermedad como el crédito, una por urgencias y otro por esperanzas apuntan a soluciones diferentes y señalemos: la sociedad está enferma y curar no es amputar, no debería serlo. Endeudarse solidariamente para un mañana mejor es, básicamente, un puente y una ruta.
Vuelta al comienzo del párrafo anterior: "deformación realmente peligrosa de los economistas". La economía va con el debe y el haber, la política social con el porvenir. No son enemigas sino complementarias y no sirven solas sino en "mancomún et insolidum" (en mancomún y en forma solidaria), para usar un latinazgo. La situación se complica desde los estudios centrales de un país unitario donde son escasos los mensajes territoriales.
Esa complejidad se acrecienta con la proliferación de "invitados" que explican coyunturas y mini coyunturas de un plan económico, una marcha o un aumento de servicios que siempre refieren al sitio de emisión. La sociedad siglo XXI y Pos Peste se comunica por los medios tradicionales en una proporción cada vez menor. Aumentaron exponencialmente los mensajes en las diversas plataformas.
Buenos Aires se enoja con un cómico de Tik Tok que llena salas de teatro y no lo conoce nadie en los programas de espectáculos ("chimentos") ¿Quién es? ¿Por qué no obedece a la pirámide de los MdeC con vértice en Buenos Aires? Que fenómeno de comunicación ven/reciben, ven y replican, 9 millones de seguidores, explica tan claramente al fenómeno Milei. Y por eso asombra que, justamente, "no lo vean".
Es común en los programas de televisión comentar mensajes que están recibiendo en sus teléfonos personales. Más habitual aún que un teclado (impresor de caracteres) coloque en la parte inferior de la pantalla de televisión un concepto apurado y muchas veces equívoco, falso o incompleto y, sin ninguna duda, descontextualizado de aquello que los sujetos reales están hablando (entrevistado y entrevistador). Queda cerrado en un concepto la presencia real… ¡que acepta la simplificación a los pocos caracteres del zócalo!
Debe entenderse en esta descripción una queja general, pero más una descripción del modo de comunicación que aceptamos. Apuremos: somos aquello que aceptamos como posible. ¿Es posible un funcionario reducido a una frase que se cierra sobre su rostro en primer plano? Sí. Esa frase se multiplicará en los diferentes sistemas por los que la comunicación existe porque ése es el punto: la comunicación no ha muerto, simplemente ha cambiado a menor, escueta, y multiplicada en diversos sitios; como siempre es interesada, pero se le agregó que está cerrada en el mensaje que el escritor de zócalos resuelve, esa es una parte del juego que el anfitrión desea que se sostenga.
No dude, es sexo consentido. Sí señor, si señora: lo desea. Aceptan, los entrevistados, que lo válido es la imagen y pocas palabras. No es idea desarrollada lo que buscan. Tampoco contarla. A poco que se piense llega la desconfianza: ¿Tienen ideas para desarrollar o solo títulos que comunicar? ¿Convencen los títulos? ¿Es un proceso nuevo de conocimiento mínimo que resuelve adhesiones, finalmente votos?
El zócalo y la multiplicación del telegrama "zocalero" también explican el fenómeno Milei. Sobre esto la bandada de pájaros solícitos. Todos los días un nuevo economista (analista) profesor de sociología política o simplemente eso: "analista político". Es obvio que le cabe el zócalo como todo fin. Que allí aparezca un concepto de… 45 caracteres y su nombre es suficiente.
Los hay quienes recorren diferentes programas de una misma señal y al mes siguiente toda la programación de otro canal. Dudo que no se choquen en los pasillos. Está claro que ninguno trae la solución, los mejor intencionados explican lo que se sabe… corrección, lo que creemos que sabemos. También se sabe el fixture del recorrido. Al gordito pelado lo verá hoy en un canal tres veces, la semana que viene o mañana en otro. Algunos ni cambian la camisa.
Es necesario hacer un punto en esta fastidiosa enumeración de eso, del fastidio personal que causan. No aumentan el grado de atención ni de convencimiento que ofertan estos programas. Existen, pero no definen. Solo la multiplicidad logra un efecto deseado: toxicidad. Bombardeo. Le sigue la poca atención- seria - de quienes pelean teniendo como armas, como argumento, el pensamiento crítico, tratando de ajustarlo al siglo XXI y el mundo Pos Peste con articulaciones del siglo XX.
La verdadera inquisición (sí eso, inquisición) llega aquí. ¿Es ese que se indica el modo de elección, según el voto popular, de quienes deliberan y gobiernan en nuestro nombre? Sí. Otra vez se escribe: quienes nos gobiernan se exhiben de ese modo y ese es el afiche. Puede decirse, sin riesgo de equivocación, que en esos programas televisivos, con esos muchachos, la bandada de analistas circunstanciales y voceros a repetición se encuentra la carta, el menú de dónde elegiremos el porvenir común y el particular.
Oferta de tesis. No ha cesado el análisis de un discurso que se explica solo. Podríamos estudiar, además de las condiciones de cansancio y hastío de una clase política (¿"Casta"? Já) cuánto de la patria columnista hay en el voto al actual gobierno nacional. ¿Qué influencia tienen en el altísimo porcentaje urbano que lo votó? Y si piensan cobrar su participación en oro, incienso o mirra.
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