Por Irene Kit, pedagoga y presidenta de la Asociación Civil Educación para Todos.
La especialista participará del Encuentro Nacional de Familias por la Educación, que comienza este sábado 30 de septiembre en Rosario. En esta columna para el diario El Litoral reflexiona sobre esta pregunta central.
Por Irene Kit, pedagoga y presidenta de la Asociación Civil Educación para Todos.
En el debate sobre educación aparece con frecuencia la preocupación acerca de la calidad educativa. Pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de calidad? Hay quienes dicen la calidad educativa se mide en las pruebas estandarizadas como Aprender o PISA. Sin embargo, esos instrumentos nos ofrecen una foto, pero no la película completa.
Hay diversas representaciones sociales, políticas y mediáticas acerca de qué es la calidad educativa. A veces se la asocia con los edificios escolares, con el equipamiento, con la cantidad de horas de clase, o con ciertas materias “estrella” como inglés o programación. Todos esos aspectos son importantes, pero insuficientes para dar cuenta una mirada integral sobre la calidad de la educación.
Como madres y padres, percibimos que la educación es de calidad cuando, en el transcurso de la escolarización, vemos que nuestros hijos pueden hacer cosas cada vez más con más seguridad, con mejores desempeños; cuando pueden recuperar y aplicar lo que aprendieron en situaciones significativas de su vida diaria, sean los estudios superiores, el trabajo, la vida en comunidad o la participación política.
Considero que hay cuatro componentes fundamentales de una educación de calidad en cualquier nivel –inicial, primario o secundario–. Estas cuatro características favorecen que nuestros hijos e hijas puedan desarrollar sus capacidades cognitivas, sociales y emocionales, y estén preparados para seguir aprendiendo durante toda su vida.
En primer lugar, una educación es de calidad desarrolla y mantiene activa la curiosidad, el interés y la motivación de los estudiantes.
En segundo lugar, la experiencia escolar es de calidad cuando hace que nuestros hijos e hijas realicen producciones significativas que les requieran esfuerzo y perseverancia.
En tercer lugar, la educación es de calidad cuando hace que los estudiantes vivan el valor de la comunidad, la cooperación y la colaboración. Esto sucede, primero, en el grupo clase: es ahí donde se empieza a construir comunidad.
Por último, una propuesta educativa de calidad les permite a nuestros hijos e hijas acercarse a las distintas ramas del saber, no en forma de conocimientos dispersos sino como una red de conocimientos significativos conectados entre sí.
Los primeros tres componentes de la calidad educativa son compartidos con otras instituciones: podemos desarrollar la curiosidad, la perseverancia, el esfuerzo y la vida en comunidad en el club, en la iglesia y, por supuesto, en la familia.
El cuarto punto, en cambio, es exclusivo de la escuela: solo allí los estudiantes tienen la posibilidad de desarrollar un conocimiento progresivo de distintos ámbitos de la realidad –desde el pensamiento lógico matemático, la tecnología, el mundo de las ciencias naturales con sus implicancias en el medioambiente y en la salud, hasta la lectura y la escritura–. De hecho, el sistema educativo se organizó primordialmente en torno a la transmisión del conocimiento de la palabra escrita.
Creo que estos cuatro componentes nos ayudan a pensar la calidad educativa, tratando de ver la película y no solo quedarnos con la foto. Quisiera concluir esta reflexión subrayando la confianza en las capacidades cognitivas, sociales y emocionales de todas las personas: la escuela es el lugar donde nuestros hijos aprenden a desplegar sus capacidades, a ponerlas en acto, junto con sus compañeros; es el lugar donde cada uno y cada una empieza a construir su desarrollo personal, en el marco de una comunidad que acompaña y potencia ese recorrido.
Sobre el ENFE
¿Cuál es nuestro rol como familias en la educación que necesitamos? , es la pregunta que guiará todas las actividades que congregará el Tercer Encuentro Nacional de Familias por la Educación (ENFE), que se desarrollará el próximo 30 de septiembre, 1 y 2 de octubre en el Centro Cultural Fontanarrosa en la ciudad de Rosario.
La propuesta es abierta a madres y padres de todo el país. Consiste en generar un espacio de intercambio de visiones sobre los principales desafíos de la educación y generar propuestas que permitan trabajar en conjunto por la mejora educativa.
También, se podrá escuchar a profesionales de distintas disciplinas ligadas a la educación, personalidades del ámbito de la cultura, las artes, el deporte y las políticas que participarán como oradores y moderadores.
Además, se llevará a cabo un panel donde familias expondrán en primera persona su experiencia de participación en distintos ámbitos educativos: la conformación de una asociación por la educación, la experiencia de actuar e involucrarse y la propuesta de seguir comprometiéndose.
El ENFE se realizó por primera vez en 2020, y tras su masiva convocatoria, se repitió de manera virtual en 2021. En ese momento, madres y padres de todo el país unieron sus voces para hacer frente a la suspensión de las clases presenciales, y se comprometieron a seguir unidos para lograr mejoras en la educación.
La participación e inscripción es libre y gratuita. Los interesados pueden inscribirse en: https://forms.gle/UaNRJ2P7PB1PUSF86.
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