"Treinta minutos sobre Tokio" es el episodio en que la familia Simpson viaja a Japón. Homero no está contento porque él quería ir a Jamaica para manejar por la izquierda de la calle. Marge trata de convencerlo pero, en vez de explicarle que en Japón también se circula por la izquierda, le dice que le va a gustar Japón porque le gustó la película "Rashomon". Homero dice que no es eso lo que él recuerda.
Este diálogo alude al llamado efecto Rashomon, que describe cómo cada uno de los protagonistas y testigos de un hecho recuerda ese hecho de manera diferente. A veces, hasta contradictoria. Toma su nombre de la película "Rashomon", de 1950, que fue dirigida por Akira Kurosawa y estaba basada, a su vez, en un cuento japonés de principios del siglo XX.
La película, que transcurre en la Edad Media, trata sobre la investigación de un asesinato y consiste en el testimonio de los principales involucrados: el presunto asesino, algunos testigos y hasta la propia víctima, que declara a través de un médium. Y aunque todos describen el mismo hecho, sus declaraciones no coinciden exactamente.
El efecto Rashomon funciona como recurso narrativo. Muchos cuentos, novelas, películas o series de televisión se desarrollan a partir de la multiplicidad de testimonios. Un ejemplo es "Petrocelli", la serie del abogado y detective interpretado por Barry Newman. En cada episodio de esta serie la escena del crimen se muestra varias veces, desde los puntos de vista de un observador neutral, del acusado y del fiscal acusador. Sobre el final del episodio, Tony Petrocelli da una cuarta versión, que resulta ser la verdadera y que, por lo general, prueba la inocencia del acusado.
En nuestra literatura tenemos un ejemplo de efecto Rashomon en "Rosaura a las 10", novela de Marco Denevi publicada en 1954. Aquí también hay un asesinato narrado desde los puntos de vista de los distintos protagonistas. Y, como en "Rashomon", tenemos también la versión de la víctima, que la deja por escrito en una carta póstuma. "Rosaura a las 10" fue llevada al cine por Mario Soffici en 1958 con la actuación de Juan Verdaguer, Susana Campos y María Luisa Robledo en los papeles principales. Es considerada una de las mejores películas argentinas de todos los tiempos.
(*) Docente y divulgador científico.
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