La generación del 80’, con el general Julio Argentino Roca a la cabeza como el presidente con mayor tiempo en el cargo elegido democráticamente, es aquella conformada por los mandatarios que gobernaron Argentina entre 1880 y 1916. Carlos Pellegrini y Joaquín V. González eran otros de los referentes de la época en la que las ideas de Juan Bautista Alberdi fueron adoptadas como eje de gobierno. Esto significada enarbolar el “orden y progreso” como línea a seguir para el desarrollo del país, que abría sus puertas a los inmigrantes del mundo; la modernización; educación e integración al mundo. Las ideas liberales se encargaban de llevar prosperidad y desarrollo a una Argentina que llevaba pocos años denominada como República.
Recién unos 107 años después vuelve a hacerse cargo del país un hombre que dice sin pruritos que abraza aquellas mismas ideas. Javier Milei se presentó como “liberal libertario” durante toda su carrera y durante toda su campaña presidencial. Sobre aquella olvidada generación del 80’, dijo que a “es el modelo al que la Argentina debe volver” y que “si abrazamos las ideas de la Libertad, seremos potencia mundial en treinta y cinco años”.
Milei hizo mucho ruido estos tiempos. No solamente porque rompe la inercia que lleva unos cien años de fuerza hacia el agigantamiento de un Estado que no resuelve ni los problemas estructurales ni la mayoría de los cotidianos de la ciudadanía, sino porque acusa a ese mismo Estado – y a casi todos los políticos que lo componen – de ser parte del problema. Eso le significó que las campañas de sus contrincantes se centren más en atacarlo que en ellos dar sus propias propuestas, como pudo verse en el último debate presidencial donde todo giró en torno a lo que Milei hará o no. Milei tiene propuestas, que a muchos gustan y a otros no, pero las dijo sin pruritos ni vericuetos discursivos. Estas, al igual que un siglo atrás, proponen un nuevo horizonte para el desarrollo económico y social del país, al tiempo que representan una sociedad hastiada de las políticas populistas, convenientes y mafiosas de los últimos cien años.
Ya en la última parte de la historia, Milei también llegó para contrastar la postura establecida por la política general con una propia y que representa a una gran parte de la sociedad. No lo hace solo, lo hace con su compañera de fórmula. Junto con Victoria Villarruel, denuncian un reato entorno a los acontecimientos de los 50’; 60’ y 70’ cuando el terrorismo atacó como nunca a las instituciones nacionales y la reacción del peronismo (con el propio General Juan Domingo Perón e Isabelita a la cabeza) junto a las juntas militares causó una de los peores épocas de la historia reciente. El reclamo de la nueva fórmula presidencial de reconocer el dolor de las víctimas del terrorismo y de condenar, también, el accionar subversivo en nuestro suelo mientras piden revalorar a los militares, les valió una carga crítica muy fuerte. La trampa discursiva para hacerlo desde el oficialismo y la Izquierda, de hasta calificarlos como “pro – dictadura” cuando nunca la defendieron, encuentra justificativo cuando gran parte del cuerpo político actual está compuesto por aquellos que realizaban atentados o los militaban y hoy se regocijan de las mieles del Estado.
Junto a su hermana Karina, Javier Milei festejando la victoria. Crédito: Reuters.
Si hay que hablar de revisionismo histórico, no es menor que – mientras el gobierno saliente intentó etiquetarlo de genocida – el gobierno entrante eleva figuras como las del general Julio Argentino Roca y cuestiona fuertemente la entrega de tierras a comunidades que se identifican como “Mapuches” en el sur territorial. Victoria Villarruel fue una figura clave para sentar postura en algunos temas, como los citados en los últimos párrafos, y será la misma que tomará el toro por las astas en materia militar, de seguridad e inteligencia en la conformación del nuevo gobierno, seguramente en comunión con los equipos de Patricia Bullrich, que también es una referente en esas áreas.
Milei es el mismo que, como contracara de la moda de los últimos cien años, habla abiertamente del derecho a la “propiedad privada” y al “libre comercio”. Tampoco le salió gratis durante la campaña. Tiene lógica. El kirchnerismo derivó a privados títulos de propiedad pública y no aseguró el cuidado de varias propiedades en grandes ciudades y en la Patagonia. También propuso que el Estado intervenga en las herencias y en las propiedades en desuso.
Al mismo tiempo, el gobierno saliente estableció vínculos con gobiernos con dudoso ejercicio de la Democracia. Como Venezuela, China, Rusia e Irán. En épocas de invasión militar a Ucrania; atentados terroristas en Israel y una mesa geopolítica que se disputa un nuevo hegemón, la multipolaridad o la mantención del status quo, Milei propone que el Estado no intervenga en las relaciones de sus empresas con el resto del mundo y condena todo lo que el kirchnerismo apoyó o soslayó. Su llegada al sillón de Rivadavia 20 días antes de que se concrete la integración formal de Argentina a los BRICS propone uno de los primeros nudos que deberá desenlazar el nuevo mandatario: ¿cumplirá su postura de campaña de dejar sin efecto una alianza con países como los citados o avanzará de todas formas con un rol apagado?
Festejos en la sede partidaria de Milei. Crédito: Reuters.
Santa Fe es la provincia más superavitaria cuando se analiza su balanza comercial en comparación con la de los demás distritos y sirve para empujar la economía nacional. En 2022 fue de $32.540 millones. En ese marco, la posibilidad de que Milei promueva el libre comercio de cara al resto del mundo significa una supuesta liberación de importaciones que supondría un enorme desafío para la producción nacional. Si bien los santafesinos puedan pensar rápidamente que esto no afecta directamente a la provincia por el piso importante de exportación agropecuaria, no debe dejarse de lado el crecimiento relevante que tuvo el espectro industrial en los últimos meses en las exportaciones santafesinas. El rol de intermediario del gobernador provincial será muy importante en ese desafío.
Más allá de esas dudas, Santa Fe eligió a Milei más de 30 puntos por encima de la fórmula de Sergio Massa y un mismísimo santafesino como Agustín Rossi, que además es el jefe de gabinete de la actual gestión. Es un duro golpe al peronismo en la provincia, más aún luego de la durísima derrota que Omar Perotti encabezó frente a Maximiliano Pullaro, cuando había logrado cuatro años antes devolver el distrito al peronismo.
Retomando las ideas de libertades individuales y un Estado que asegure el efectivo cumplimiento de sus obligaciones fundamentales, ahora Javier Milei tiene la responsabilidad y la posibilidad de formar un gobierno geométrico para las necesidades del país, frente a varios que fueron perdiendo forma por el tamaño que fueron alcanzando en la búsqueda de resolver problemas de sectores únicamente afines o útiles para su permanencia en el poder.
Para juntar el mazo de cartas y comenzar a acomodar el paño, Milei no solamente se rodea de su equipo original, sino también del único presidente no peronista que terminó su mandato: Mauricio Macri. También de la ex contricante presidencial y ministra durante toda la gestión del ex jefe de gobierno citado, Patricia Bullrich. Lo imprescindible de esa alianza ya quedó demostrado en este ballotage, donde la estructura del PRO permitió que La Libertad Avanza pueda controlar efectivamente el desarrollo electoral. De ahora en más, junto a funcionarios, gobernadores y legisladores, serán socios estratégicos para asegurarle gobernabilidad a un grupo de liberales que tienen a la mayoría de los grupos de poder en su contra tras lograr, en tiempo récord, hacerse cargo de la presidencia de la Nación, con valores e ideas que parecían pasados de moda.
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