La carrera de muchos actores políticos de primera (se insiste, el periodismo, todo el periodismo, es actor político de segunda categoría) puede resumirse en este ejercicio: ganaron al aceptar las alianzas y pierden, perdieron, perderán al elegir la soledad y la supremacía, el desdén, el desprecio, la ignorancia por el vecino de inquilinato que los ayudó.Ganar con todos para, después, perder solo
Baste decir que CFK no hubiese ganado las elecciones de 2019 si no fuese parte central de una alianza llamada Frente de Todos (FDT). Recordemos este punto, este punto, este punto… (repetirlo es necesario), este punto: Alberto Ángel Fernández fue una creación política de CFK para las elecciones.
Se ayuda con presencia o con ausencias, todo contribuye si es parte de eso, de una estrategia electoral (se trata de ofertas al total de los habitantes para que con el voto se elija). La diferencia entre estrategia electoral, engaño, velo en los ojos, manipulación, es parte de un juego que, siendo adultos responsables al momento de votar, no debería sorprendernos. Ni se puede aducir ignorancia -hoy, Siglo XXI, el siglo de la universalidad de los mensajes- ante los hechos posteriores que nuestra decisión provocó.
En la provincia de Santa Fe, la ausencia de CFK, que donde iba (donde va, el fenómeno sigue) provocaba/provoca una debacle; su presencia es claramente devastadora. Se ganó con su ausencia.
Perotti es gobernador por una alianza… una Gran Alianza peronista, la ausencia de CFK, el tranquilo silencio del resto del peronismo formó parte de tal estrategia. Ni apareció ni mencionó a Perotti. Abuso de una frase: se ganó por ausencia. Y de una palabra: ausencias.
Alberto Ángel Fernández era un abogado porteño sonriente que tampoco vino a la provincia a entorpecer un mensaje que, con silencios globales y una interna sin derramamiento de sangre, puso al peronismo a las puertas de una gobernación con todos. ¡Ejem! Con todos ¡Ejem! Lifschitz por un lado, Bonfatti y Los Monos por el otro, la inutilidad, la ineptitud de Macri y los suyos hizo el resto, el que fue en alianza con todos ganó, el que no lo entendió… perdió.
La bicefalía entre un impetuoso liceísta y un ingeniero "tiempista" fracasó. Hoy la situación es peor: Lifschitz falleció y Bonfatti es un nombre gastado para una alianza apenas utilitaria. Los restos del socialismo piden pista para quedarse -como parte de una alianza para 2023- en cargos legislativos (con lo que eso burocráticamente implica, esto es, la familia sumamente agradecida) y juran fidelidad a un radicalismo que duda en unirse porque la genética propone la división.
El caso nacional es tan manifiesto que no mencionarlo es -casi- pecaminoso. CFK propuso el frente, era la socia mayoritaria en una alianza que sumaba "love and peace". Enfrentaban a un Mauricio que creía que sabía gobernar y derrotaba al fantasma de un padre realmente panóptico. CFK ganó con todos. No hubo, ni hay, "amor y paz". Hay desavenencias y la cháchara insustancial que diariamente nos aturulla muestra a un presidente equívoco, desorientado y trashumante que evoca un incierto porvenir con aires de déjà vu. El inepto fantasma de Fernando De la Rúa se pasea de la sala al comedor.
Si CFK quisiese ganar nuevamente en octubre de 2023 tendría que desarrollar una gestión de alianzas, promesas y mensajes a la sociedad que obligan a un ejercicio de alquimia y magia. Convertir el plomo en oro y que la magia quite la inflación y la desocupación de la ruta de todos los días. Argentina está llena de plomo, de egoísmos, de soledades inconducentes y lo peor: los medios de comunicación son culpables de contarlo con énfasis… qué macana Cris, qué macana.
En concreto: "la soledad del corredor de fondo" acompaña a la más importante figura política del Siglo XXI en Argentina: CFK. Ignoro por dónde anda, si es que anda, Alan Sillitoe, y no sé si podría redactarle un argumento. O si ella lo aceptaría, porque la autosuficiencia es una de sus características más salientes.
CFK sola, con sus dichos y sus actos, es un planeta; el más grande de los visibles en nuestro sistema solar. Muchos se reducen a insultarla y redefinir el país según sus actos, algunos de estos hechos son simplemente actos reflejos de una personalidad que, ya se ha dicho, es autosuficiente al infinito ida y vuelta.
Argentina debe asumir que CFK es el eje de la política nacional y sus implicancias socioeconómicas, con más el extendido sobre "la cultura, el malestar y el mensaje". Hoy está sola, divide pero no reina. Debe verse este fenómeno de parálisis societaria. Lo conveniente sería aprovechar la enseñanza. Necesitó a todos para ganar y sola perdería y, caramba, si perdiese aliviaría el camino para un país pos K. Perdón: ¿hay un país Pos K? Va de suyo que debe entenderse: si no superamos K no hay ecuación social posible. No con calma, esperanza y propuestas Siglo XXI.
Anclada en un mundo que se fue y una peste que quitó la sábana, Argentina es nuevamente la frase de Perón: "Al país lo arreglamos entre todos, o no lo arregla nadie". CFK no es "todos"… pero cuidadito, tampoco es "nadie".
En la ciudad de Rosario se produjo un fenómeno que es eso: un hecho fenomenal. Ganó la senaduría Lewandowsky, pero el candidato a intendente del peronismo no. Ganó Perotti y el candidato del social radicalismo no. El caso, según número de votos, es visible: el peronismo de la Región Rosario votó distinto para cargos legislativos que cargos ejecutivos, y aun en los cargos legislativos hizo diferencias. Los que se quedaron solos porque no los acompañaron, bueno, pues, perdieron y chau.
El acto eleccionario de 2021 hizo, en Rosario, la diferencia más marcada. Según los resultados se pueden deducir los hechos y ponerlos en frases casquivanas y dolorosas. El socialismo es un partido minoritario de cuadros burocráticos, el radicalismo un magma que no termina de enfriarse para ser un planeta y el peronismo un mensaje de soledades inconducentes: excepto Lewandowsky, que es un lobo suelto y, también, un cordero atado.
Carolina Losada y Scarpin, como senadores nacionales, constituyen un fenómeno que no esperaba el radicalismo, el peronismo, el socialismo y que obliga a un replanteo necesario. El mensaje que mandaban era "rejunte", que fue junte más que rejunte. Los votos definieron con su mensaje.
El socialismo se está yendo y el peronismo es sólo un nombre en el sur, no un proyecto provincial, menos un proyecto nacional que preste confianza. En el peronismo todos piensan en Lewandowsky. Demasiado partido, demasiada historia para un solo nombre. Hay que buscar en el peronismo el fracaso de la soledad antes que el "todos unidos triunfaremos", que se fue por la alcantarilla.
Peronismo. Ay, peronismo. Permitan un juego de palabras: todos están perdiendo solos. El radicalismo está en proceso de digestión: Carolina y Scarpin no son los nombres que pensaban en el radicalismo y en el PRO Cambiemos y… damas y caballeros: no son Caballos de Troya a fornicar para parir engendros.
Surge muy claro que Javkin debe buscar alianzas para subsistir; con su nombre no alcanza; no es un mal nombre, simplemente no alcanza. La ciudad no ayuda, la recibió quebrada y decrépita, y así está. Remar y remar. Tal vez sepa que no se salvará solo. Tal vez.
Perotti está en tiempo de resoluciones. Ojalá las consiga. Las que resuelva en soledad no serán las mejores… para un triunfo en 2023. Hoy la alianza es con Córdoba. Me permito desconfiar. Si no hay CABA y AMBA, no hay votos suficientes ni medios que sean simpáticos y condescendientes. Y sin eso….
Fernández, el abogado porteño, fue un yerro que demuestra que no todas las alianzas suman. Todos sugieren que el tiempo de los partidos está yéndose y llega el tiempo de los frentes programáticos. La pretensión de entender Argentina desde un castillete teórico sirve a los efectos de libros, ensayos, cátedras y simposios.
Vamos con un silogismo trucho. Para entender Argentina, hay que entender el peronismo. El peronismo es inentendible. Luego…Argentina es inentendible. Algo queda en pie como advertencia y conclusión. En 2021, como allá, en 2019, algo sucedió: ganaron con alianzas los que hoy quieren salvarse solos. No tendrán un 2023 feliz. No parece posible. Por donde va lo obvio… el que fabrique la mejor alianza, se lleva la sortija.
El socialismo se está yendo (...) El peronismo es sólo un nombre en el sur, no un proyecto provincial, menos un proyecto nacional que preste confianza (...) El radicalismo está en proceso de digestión.
Todos sugieren que el tiempo de los partidos está yéndose y llega el tiempo de los frentes programáticos. La pretensión de entender Argentina desde un castillete teórico sirve a los efectos de libros, ensayos, cátedras y simposios.
Anclada en un mundo que se fue y una peste que quitó la sábana, Argentina es nuevamente la frase de Perón: "Al país lo arreglamos entre todos, o no lo arregla nadie". CFK no es "todos"… pero cuidadito, tampoco es "nadie".