En estos días los argentinos transitamos un camino que culmina en un lugar que nos exige una decisión. Tenemos el derecho y el deber cívico de sufragar en el acto eleccionario de la segunda vuelta o balotaje, para la elección de Presidente y Vicepresidente de la Nación. Debemos elegir qué hacer, tomar una "decisión" en una "circunstancia" determinada. Ante la evidente complejidad de los problemas sociales, económicos, políticos y morales que atraviesa el país, deviene oportuno acercarnos a esas categorías de la mano de José Ortega y Gasset.
Para el filósofo español "circunstancia" y "decisión" son los dos elementos radicales de que se compone la vida, tanto en el orden colectivo como el personal (en muchas de sus obras los abordó, como lo hizo tempranamente en "Meditaciones del Quijote", de 1914). La circunstancia, advirtió Ortega, es lo que "nos es dado e impuesto" en la vida, entonces, vivir es hallarse "en un mundo determinado e incanjeable". Pero ella "no se puede entender sólo de un modo geográfico, ni físico, ni orgánico", sino que comprende "todo aquello que no soy yo, todo aquello que encuentro en torno mío", explicó su discípulo Julián Marías (en "Ortega. Circunstancia y vocación", año 1983).
La fatalidad que importaría la circunstancia no lo es mecánica, como si fuese una bala disparada por un fusil que tiene una trayectoria predeterminada, la circunstancia –sostuvo Ortega- no nos impone una sino varias trayectorias y "nos fuerza a elegir" entre ellas. Esta es la esencia de la vida según el filósofo, "vivir es sentirse fatalmente forzado a ejercitar la libertad", nuestra actividad de decisión no descansa nunca, incluso, "cuando desesperados nos abandonamos a lo que quiera venir, hemos decidido no decidir".
La circunstancia al imponer varios caminos posibles, nos deja entregados a "nuestra iniciativa e inspiración; por tanto, a nuestra responsabilidad" (Ortega). Esto es tanto en la ocasión más trivial como en las decisivas de la vida. No hay pasividad posible en el hombre al "ser en la circunstancia", siempre tiene que estar haciendo algo, "pero eso que ha de hacer no le es impuesto ni prefijado, sino que ha de elegirlo y decidirlo él", expresó Ortega, "intransferiblemente, por sí y ante sí, bajo su exclusiva responsabilidad".
Estamos en el punto justo de este análisis para abordar un postulado esencial de Ortega y Gasset, el que expuso en "Meditaciones del Quijote", cuando escribió: "Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo". A través de él podría hallarse la claridad necesaria para dar sentido a los comportamientos posibles en el balotaje.
Julián Marías destacó que para Ortega "la persona no es sólo yo, sino que incluye la realidad circundante", por lo tanto, "yo solo soy plenamente yo mismo en forma circunstancial, es decir, integrado con y en mi circunstancia". Observó Marías que en "la expresión 'mi circunstancia': el posesivo no indica una mera localización, sino una efectiva posesión". A lo que agregó, "mi circunstancia no me define; en otros términos, me circunscribe, no soy más que con ella, me condiciona, pero no agota mi realidad, no la determina".
Es por ello que Ortega da un paso más con la segunda par te del postulado: luego del "Yo soy yo y mi circunstancia,…", añadió "…y si no la salvo a ella no me salvo yo". Esa circunstancia que no elijo, que me fue dada, que tengo a mi alrededor y con la que debo vérmelas todos los días, tendré que incorporarla a mi proyecto de vida. Entonces, si mi circunstancia está compuesta -en buena parte- por el empobrecimiento material y moral en que vive el país, cabe preguntarse si la incorporo tal cual, envileciéndome también, o tendré que involucrarme para que cambie y converja con mi vida.
En ese sentido Ortega no duda, el hombre deberá asumirla, intervenir y, en su caso, cambiarla para lograr reabsorberla. El filósofo madrileño fue contundente al expresar que "la reabsorción de la circunstancia es el destino concreto del hombre". Sucede cuando ejecuta una apropiación y personalización de la circunstancia, la incorpora a su proyecto de vida. Marías explicó que la reabsorción "consiste en su humanización", y que el hombre "se hace a sí mismo con las cosas que le están ofrecidas, hace con ellas vida, su vida, las asume proyectándoles sentido, significación".
Una vez efectuado este recorrido y pertrechados de las categorías de análisis necesarias, estamos en condiciones de observar y ahondar en la realidad argentina. El país presenta un escenario de balotaje fruto de una primera vuelta, en que de cinco fórmulas quedaron las dos primeras para competir en la segunda instancia (dado que ninguna obtuvo la mayoría requerida). Cerca de la mitad de los electores habilitados en condiciones de votar en la segunda vuelta, no emitió su voto a favor de esos candidatos que ahora participarán o faltaron al acto eleccionario (son aproximadamente más de diecisiete millones de ciudadanos).
A estos electores, suponiendo que los que votaron por los dos primeros candidatos lo reiterarán, la "circunstancia" les da como posibilidades: votar por una de las dos fórmulas, sufragar en blanco, votar de manera tal que sea nulo o, como también suele suceder, no concurrir. Esta descripción es una parte de la "circunstancia", pero no toda. Cada uno tiene su "circunstancia" (a modo de ejemplo, ser víctima del denominado "clientelismo", claro vicio de la voluntad al momento de una elección, es un componente de la circunstancia de quien lo padece), pero, indudablemente, una buena porción de ella todos la compartimos. Se podría hacer un inventario, si bien no será exhaustivo, pero sí ejemplificador de hechos e ideas que conforman la circunstancia que se nos impone, con la que tenemos que lidiar y que como destino debemos reabsorber.
Un país con niveles de pobreza, indigencia y desocupación altísimos, inseguridad y desorden, sistemas de salud y educativo en decadencia, proceso inflacionario desenfrenado, cultura del trabajo desdibujada, anomia, corrupción, instituciones devaluadas, división de los poderes del Estado transgredida constantemente de manera grosera o sutil (como esa omnisciencia y omnipresencia que poseen muchos de sus integrantes, que estando en uno de los poderes mueven los hilos de los restantes), entre otros problemas sociales, económicos y políticos que conforman la "circunstancia" de todos los ciudadanos.
A su vez, integra la "circunstancia" que las fórmulas que salieron tercera, cuarta y quinta, no hicieron lo suficiente o carecieron de méritos para ser elegidos con la cantidad de votos necesarios para participar del balotaje y, por ello, en parte, generaron el espacio para los candidatos primero y segundo. Estos últimos tienen ese lugar, por sus propias virtudes y, también en cierta proporción, gracias a lo que los otros no supieron hacer. De modo tal que las diferentes particularidades o errores en el desempeño de las fórmulas en la primera vuelta, son un componente de la "circunstancia" en estas elecciones.
Por otra parte, no puede ignorarse que conformarán la "circunstancia" que dé lugar a que gane la fórmula presidencial que sea, tanto los que den su voto positivo por ella, como los que sufraguen en blanco, los que busquen la impugnación de su sufragio y quienes no concurran a votar, más allá de sus intenciones, pues generaron o dieron lugar a ese resultado.
Ahora bien, no es una cuestión menor preguntarse si pueden prever, los que no votan positivamente, que coadyuvarán a ser parte de esta circunstancia descripta. Observemos qué sucede con el voto en blanco. Aunque cabe hacer una digresión previa, a fin de dejar a salvo que es jurídicamente válido, que puede representar una disconformidad y contener un mensaje. Pero la realidad es que el sistema electoral no le otorga un lugar para que tenga esa relevancia, en tanto no está prevista ninguna consecuencia si fuera mayoría, como generar una nueva elección. En fin, este elector debe ser consciente de ello al votar así.
Incluso hay otros aspectos que pueden analizarse. Quien vaya a sufragar en blanco no quiere a ningún candidato, no da un voto positivo a nadie. Cuando suele decirse que favorece al ganador, se objeta que no se sabe con certeza -al momento de votar- quién lo será. Pero si bien no hay certidumbre al respecto, en cambio, habría indicios como el resultado de la primera vuelta o encuestas. Igualmente, sin necesidad de apoyarse en una situación indiciaria, basta con recurrir a la reglas del sistema electoral para advertir que terminará favoreciendo a la fórmula ganadora, porque por más que no necesitó de ese voto para ser mayoría, sí le fue conveniente que no haya sido un sufragio positivo para la otra. De esta manera, contribuye a formar parte de la "circunstancia" que coadyuva a la consagración de la fórmula que más votos obtenga.
En definitiva, resulta trascendente poner el acento en que los electores, candidatos y protagonistas de la vida pública, deban hacerse cargo de su "circunstancia", la cual en esta particular situación en gran parte es compartida. Cada uno sabrá de qué manera, al votar, puede llevar a cabo esa reabsorción. Pero podemos sostener que si el votante tiene la intención de salvarse a sí mismo sin hacerse cargo de la "circunstancia", obviando salvarla, entonces como enseñó Ortega, tampoco se salvará él. Y, lamentablemente, en el caso de que sea un comportamiento mayoritario, persistiremos en el empobrecimiento material y moral en que vivimos.
(*) Abogado. Actualmente es Relator Letrado en el Poder Judicial de la Provincia de Buenos Aires.
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