De analizar e intentar explicar un resultado electoral, a imaginar estrategias para mitigar los reclamos y las diferentes demandas sectoriales. Todo, en la misma semana. El inesperado triunfo de Javier Milei en las elecciones primarias nacionales puso en jaque a los oficialismos y descolocó al sistema político tradicional. Y cuando recién empezaban a desmenuzarse los datos y a esbozarse algunos ensayos para comprender el comportamiento social que viró hacia la derecha aun en las barriadas más castigadas por la pobreza, una devaluación de 22 puntos cacheteó de un solo golpe, esencialmente, a los asalariados. "¿Esto es el efecto Javier Milei?", consultó un cronista a Omar Perotti. "No – dijo el gobernador-. El Fondo Monetario estaba planteando la devaluación como uno de los elementos para desembolsar dinero a la Argentina. No hay secretos en esto; se produce la devaluación y se genera la inyección de fondos de parte del FMI. Que en estos cimbronazos cada uno quiera adjudicárselo a otras cosas, puede ser. Pero la realidad es ésta".
La respuesta no dejó margen para la especulación y fue en sintonía con lo que poco después admitían los propios funcionarios del gobierno nacional. En los hechos, empezaron a colisionar las repercusiones por el resultado electoral de las PASO con el impacto de la devaluación sin anestesia. El mismo Perotti en sus primeras lecturas sobre lo que había sucedido en las urnas había advertido que el eventual enojo por ser la propuesta liberal la más votada no debía canalizarse con el propio Milei, sino con "los actores políticos" que no supieron cambiar la realidad; un sistema político del que también es parte. Como lo es Maximiliano Pullaro, quien sugirió evitar leer en el voto libertario una discusión sobre las ideas. "La gente no vota ideologías – dijo a El Litoral-; la gente vota a quien cree que puede resolver sus problemas". Y admitió que el resultado "interpela al sistema político pero sobre todo, a los oficialismos".
Mirá tambiénPerotti, sobre Milei: "No estoy muy sorprendido"La oposición quedó lejos de poder relajarse tras esos guarismos, pero los Ejecutivos son los que además de procurar sobrevivir a la ola libertaria, deben dar respuestas en lo inmediato ante una realidad económica que en cuestión de horas, profundizó su turbulencia y la desesperanza. Con la pérdida del poder adquisitivo producto del aumento de precios derivado de la devaluación, florecieron los reclamos sindicales. En la provincia, habían cerrado las paritarias estatales hace exactamente una semana. Aún así, desde el sector docente empezaron a alzarse algunas voces para reclamar su reapertura, y fueron los médicos los que intentaron en su propia discusión – la única que permanecía abierta porque la oferta salarial no había sido aceptada- sumar el pedido de un aumento adicional. El gobierno no modificó su oferta y neutralizó el reclamo, planteando que es necesario conocer los anuncios del gobierno nacional en términos salariales para saber "cuál es la bajada de línea" en esa materia.
La incertidumbre y el desaliento impregnaron el clima que en Santa Fe vuelve a ser de campaña, de cara a las elecciones generales que se realizarán en menos de un mes. Un camino cuesta arriba para los candidatos, que obliga a reconfigurar las actividades proselitistas. En la semana, uno de los eventos públicos previstos como cuasi lanzamiento en la ciudad de uno de los frentes que competirá en setiembre, se terminó reduciendo a una reunión de dirigentes con especialistas en Economía para analizar la actual coyuntura. Una demostración de cómo los tiempos apuran y, a veces, hasta obligan a un repentino cambio de planes.
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