Postulo que si en ese almuerzo celebrado en un rancho campero correntino hubiera habido una sola persona decente, el caso Loan ya se habría resuelto. Excluyo de esta sesión a los niños y, por ahora, al padre del chico. Y digo "por ahora", porque se me ocurre que alguna explicación hay que dar como padre cuando bajo la luz del sol y en la soledad del campo te roban un hijo que llevaste a almorzar a la casa de una abuela que el chico no había visto en su vida. Podemos entrar en detalles, pero la única palabra que se me ocurre para calificar esta reunión consistente en degustar tres gallinas hervidas, es "siniestra". Lo siniestro tal como lo conceptualiza Freud, el horror que llega de "adentro", del hogar en este caso, si es que a la casa de una abuela salida de una novela gótica merece calificarse de hogar. La situación, el lugar, la catadura de los personajes posee el aura de lo siniestro. Hitchcock, Buñuel, Ridley Scott o Polanski hubieran pagado lo que no tienen para filmar esas escenas: esoterismo, lúmpenes, canallas que alguna vez usaron uniforme, funcionarios, cuatreros, marinos jubilados, familiares perversos, celulares con fotos de niños. No falta nada. En esa reunión todos son "Laudelina". Todos mienten, se retractan, callan, ocultan algo y después pretenden que por su condición de pobres se los disculpe o se los declare inocentes. Laudelina mintió por lo menos cinco veces. Ensució a todos e inventó las escenas más disparatadas. Y sin embargo, este personaje pareciera ser la única pista importante que tienen los investigadores para saber algo de Loan. Pobre Loan. Su vida, su libertad depende de las ocurrencias y los intereses de las Laudelina de turno.
El gobernador Raúl Valdés parece que después de un mes ha decidido ponerse firme o por lo menos levantar la voz. ¡Fuera la conducción de la policía!, algo que debiera haber hecho a la semana. La policía de Corrientes, como la mayoría de las policías del país, dejan mucho que desear. Y los gobernadores, a juzgar por los resultados, hacen poco y nada para mejorarla. Todo anda de regular para abajo en tiempos de rutina, hasta que las situaciones se complican y allí la mugre y los olores nauseabundos salen a la superficie. Incompetencia, corrupción y complicidad con el crimen organizado. Pareciera que la responsabilidad de Valdés no proviene por tener alguna conexión con la desaparición de Loan; su responsabilidad como gobernador proviene de su afán de sacarse el problema de encima no importa cómo ni cuándo. Ninguna empatía, ninguna solidaridad, ninguna decisión política seria. Valdés solo parece estar preocupado por las próximas elecciones y su deseo, desde que el caso adquirió notoriedad pública, que todo se resuelva lo más rápido posible. Diciendo la verdad o mintiendo. Lo mismo da. Esa línea de conducta es la que parece que tomaron sus colaboradores. Por supuesto, todo salió mal. Loan sigue sin aparecer, a la complicidad de los protagonistas del pueblo 9 de Julio ahora se suman las maniobras y trapisondas de policías y funcionarios haciendo barro donde antes había un charco.
La economía en tiempos de Milei produce novedades todas las semanas. Semanas en las que pareciera que adquirimos el pasaje que nos trasladará al mejor de los mundos y semanas en la que pareciera que estamos a punto de precipitarnos al infierno. Dos aciertos se les reconoce al gobierno: equilibrio fiscal y baja de la inflación. No es poca cosa, aunque muchos economistas dicen que los aciertos no son tales, que estamos más en manos de vendedores de espejitos de colores que de economistas que controlan las intrincadas variables de la macroeconomía. No me pidan a mí saldar las diferencias sobre temas económicos en los que los mismos economistas no se ponen de acuerdo. Ni siquiera los economistas liberales. Palabras van, palabras vienen, lo cierto es que políticamente un sector importante de la sociedad le cree a este gobierno y le brinda un crédito de esperanza. ¿Por cuánto tiempo? No lo sé. Milei hoy dispone de una adhesión de más del cincuenta por ciento de la sociedad. La iniciativa política está de su lado, la pelota la tiene él y eso en política suele ser decisivo. A esta ventaja le suma que de la verdad de enfrente no hay nada consistente. Por supuesto, los problemas también son evidentes. Brecha cambiaria, riesgo país, recesión. Nadie está en condiciones de dormirse en los laureles. A mucha gente Milei le inspira confianza económica; a otros, sus exabruptos les caen bien, se sienten representados en esa expresión desencajada que vomita insultos contra la casta y contra todo lo que lo contradice. Veremos cómo sigue el partido. Milei se define como "bilardista" porque solo cree en resultados. Puede que a la sociedad también se le ocurra declararse bilardista y reclamar resultados. Ahí te quiero ver mariposa. La macro podrá ofrecer logros, pero en la vida cotidiana los pobres son mas pobres y la clase media nada a brazo partido para no caer en el agujero negro de la pobreza. Respecto de la confianza del saber económico de Milei, del hombre que se la sabe lunga y que tiene respuestas para todo, yo me permito tener mis reparos. Recuerdo que cuando De la Rúa no daba pie con bola, convocó al economista y político más popular y más sabio de la Argentina de entonces. Domingo Cavallo se llamaba y se llama. Muchos respiraron aliviados porque ahora sí había una personalidad enérgica, vital, respetada por el círculo rojo y el establishment internacional. El Salvador había llegado. Sin embargo, ya sabemos como terminó esta epopeya redentora: los pobres y la clase media en la calle, la policía reprimiendo y matando, De la Rúa renunciando y Cavallo escapando por los techos.
Entremeses de la semana. El fútbol y una riña colateral en la que parecieran comprometerse nuestras esencias nacionales. Jugadores de la selección que entonan cánticos racistas y homofóbicos. Cosas del fútbol, dicen los entendidos para disculparlos. Lo siento, pero no comparto. Los jugadores no son barras bravas. Nosotros mismos los hemos considerados nuestros embajadores en el mundo y el ejemplo para nuestros hijos. Queremos a la selección, festejamos sus triunfos, pero todo no vale. Si metieron la pata, lo que corresponde es pedir disculpas. A nadie se le va a caer la coronita porque admita que en un momento expansivo se equivocó. Algo parecido pensó un funcionario de Milei y acto seguido lo sacaron a patadas del cargo. En el capítulo siguiente aparece Victoria Villarruel lanzando una proclama anticolonialista que hubiera hecho las delicias de Franz Fanon, o, para no irnos tan lejos, de Cristina, Kicillof, D´Elía o Forster. Pareciera que en temas relacionados con el ser nacional y la cultura popular, no hay populismo de derecha o de izquierda. Hay populismo. Y, por supuesto, demagogia. Como para cerrar el ciclo, la inefable Carina visita al embajador francés para disculparse por las declaraciones de Villarruel. Argentinos hasta la muerte. La película semanal concluye con una visita de cortesía de cinco o seis diputados de La Libertad Avanza a Guglielminetti, Astiz y Cavallo, tres represores responsables de los crímenes más horrendos. Yo no sé si entre los represores hay una carrera de méritos acerca de quiénes son los más "virtuosos" en la faena de torturar, arrojar presos desde un avión en vuelo o asesinar a mansalva. Lo que sé es que si esa carrera de méritos acerca del sadismo y la morbosidad existiera, Astiz, Guglieminetti y Cavallo la ganarían de orejita parada. A éstos próceres eligieron nuestros sagaces legisladores para brindarle consuelo y paz espiritual. Bien por el humanismo solidario de los diputados de La Libertad Avanza.
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