Chicos y jóvenes sumidos en la pobreza y en la exclusión social hay en Santa Fe bastantes, y muchos más hay que parecen estar al límite. Pero la escuela, a través de sus diversas etapas, es decir, la formación infanto-juvenil, puede ofrecer la oportunidad de salir adelante.
Puede neutralizar, al menos en buena parte, la profunda desigualdad de oportunidades que se observa entre los hogares cuyos miembros tienen formación y los hogares en que sus miembros tienen poca, o ninguna formación.
Ya se sabe que a mayor formación de la familia, menos posibilidad de pobreza y exclusión social, y viceversa. En esta ecuación está además la inseguridad y sus conocidos condicionantes, puesto que también se sabe que inseguridad y exclusión social son formas de violencia relacionadas entre sí. Entonces, hay que buscar alternativas para incluir a quien esté excluido.
La escuela, la formación infantil y luego juvenil es la clave para luchar contra la pobreza y la exclusión, y contra todo lo que esto implica, y para aspirar en consecuencia a un futuro mejor.
La contraria es perpetuar el círculo vicioso que tenemos a la vista: cada vez hay más pobres, y son más pobres; y más ricos, que cada vez son son más ricos. Pero no hay que quedarse con el lamento sino que hay que preguntar qué podemos hacer.
Este complicado contexto invita a levantarse, arremangarse, activarse, unirse las familias, los barrios. El primer paso es saber. Se trata de saber qué pasa y qué se puede hacer. Conviene huir de las opiniones para refugiarse en las evidencias.
Creada en 1969, la Fundación Bofill es un centro de investigación y propuestas, sin ánimo de lucro, que trabaja para "impulsar investigaciones, debates e iniciativas para generar oportunidades educativas y combatir las desigualdades sociales". No tiene color político, son por tanto libres e independientes, entonces veraces y creíbles.
Son autores del documento "La educación que vence a la pobreza. Una agenda de políticas educativas para el bienestar y el progreso de las personas" (junio de 2024). Tiene 108 páginas y está gratis en internet. Propone diez medidas para luchar contra la pobreza desde el ámbito educativo.
El documento enumera cada una de estas diez políticas, las explica con detalle y las fundamenta con los datos objetivos de la evidencia, y para cada una propone unos objetivos realistas y unas propuestas igualmente realistas para conseguirlos.
Aunque la Fundación Bofill no mira específicamente hacia la población educativa argentina que está en riesgo, sino a la española, sus planteamientos son fáciles de extrapolar, salvando algunas distancias, a la realidad local y a la de otras regiones en situación similar.
A continuación resumo las diez políticas que proponen para luchar contra la pobreza y la exclusión desde la escuela, como así también resumo el objetivo bandera y su correspondiente propuesta.
Diez políticas educativas contra la pobreza
He aquí resumidas las diez propuestas de la Fundación Bofill, de junio de 2024, para luchar contra la pobreza y la exclusión social desde el ámbito educativo.
1) Educación en la primera infancia: un comienzo seguro para todos. Hacer que las guarderías tengan y retengan a todos los bebés de 1 y 2 años que estén en situación de pobreza. Es decir, comenzar precozmente la escolarización, y por tanto la protección y el control del más vulnerable.
2) Becas para la continuidad educativa: una educación libre de barreras económicas. Conceder una beca-salario a los jóvenes sin recursos, por tanto en riesgo de exclusión social, de 16 a 19 años, a cambio de continuar y completar la secundaria o una formación profesional.
3) Acompañar las trayectorias educativas del alumnado en riesgo: programas de orientación y acompañamiento. Todos los alumnos de secundaria en situación o en riesgo de pobreza y exclusión social deben tener un tutor especial y unas horas asignadas para velar por la continuidad social y formativa.
4) Apoyo educativo para que nadie se quede atrás: la importancia de igualar aprendizajes. Brindar apoyo educativo extraescolar a los alumnos con dificultades de aprendizaje, que suelen ser los más vulnerables, para evitar la desmotivación y el abandono.
5) Políticas de segunda oportunidad para que nadie abandone. Mejorar, hacer más accesibles las estructuras educativas para quienes ya no tienen edad, ni ganas de volver a las aulas. Son programas que ayudan en lo personal y en lo académico, y para desarrollar habilidades profesionales.
6) Una red escolar no segregada que iguale las condiciones de aprendizaje de todo el alumnado. Reducir la segregación de alumnos según la situación socio-económica de la familia para evitar que haya escuelas sobre todo de pobres y escuelas sobre todo de ricos. Las escuelas heterogéneas nivelan hacia arriba, mientras que no lo hacen hacia abajo.
7) El comedor escolar como un derecho que forma parte de la educación. Los estudios indican que generalizar el comedor escolar, como mínimo en prescolar y primaria de las escuelas de barrios desatendidos, mejora el rendimiento escolar, reduce la desmotivación y el abandono, y le brinda una oportunidad a la familia. El comedor escolar se debe entender además como un espacio educativo y de convivencia.
8) Educación extraescolar al alcance de todos. Se deben promover las actividades extraescolares gratuitas para los alumnos en riesgo de exclusión: artísticas y culturales, de idiomas, deportivas, de ámbito tecnológico, de excursionismo, fotografía, jardinería, manualidades, etc.
9) Un verano de oportunidades: recursos socio-educativos más allá del calendario escolar. Más allá de las tradicionales colonias de verano, se deben promover actividades escolares que durante el verano combinen el ocio con la formación, a fin de atenuar la pérdida de conocimiento y vínculo que se observa durante las vacaciones estivales en la población infanto-juvenil en situación de pobreza y exclusión. Esta pérdida no se observa, o es mínima en las familias que están en mejor situación.
10) Políticas de apoyo a la función educativa de la familia. Desarrollar programas para incentivar la implicación de la familia en la formación del alumno, y no tanto en lo relativo a supervisar los deberes escolares sino más bien para crear y mantener un ambiente doméstico favorable a la importancia de la escuela primaria y secundaria. Se trata de reuniones, talleres, prácticas conjuntas, visitas domiciliarias, etc. La idea es que el alumno no tenga en casa un entorno hostil a la escuela, o un entorno indiferente, sino que sea un entorno que demuestre interés y apoyo en todo lo relativo a la escuela.
En este conjunto de propuestas se podría integrar la importancia de contar con un programa de salud escolar, a cargo de una enfermera o un enfermero, a fin de controlar ciertos parámetros básicos como vacunas, crecimiento, higiene, alimentación, ausencias por enfermedad, lesiones como hematomas, excoriaciones, arañazos y demás.
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