Terminado 2024, es para todos el momento de pensar en los buenos propósitos para 2025. Y la palabra en que se fundamenta el conjunto de estos nobles propósitos es "adultismo".
Terminado 2024, es para todos el momento de pensar en los buenos propósitos para 2025. Y la palabra en que se fundamenta el conjunto de estos nobles propósitos es "adultismo".
No se trata de mirar el año que pasó con una mirada inmóvil. En todo caso sería una mirada de arrepentimiento. Sino que se trata de mirar hacia el futuro inmediato con el propósito de hacer las cosas mejor, y el convencimiento de que, seguro, podemos hacerlas mejor.
El concepto de adultismo se refiere a la poca consideración, incluso discriminación o marginación que sufren los chicos por parte de los adultos, a la hora de las decisiones, sólo por el hecho de ser niños o adolescentes.
Cuando digo "chicos" me refiero a todos los menores de edad, sin distinción alguna. Así definidos, los chicos son un parte relevante de la sociedad puesto que en Argentina representan la cuarta parte de todos los argentinos.
De esta cuarta parte de todos los argentinos saldrá el futuro presidente, y todos los senadores y diputados, y todos los intendentes, y todos los sindicalistas. Y todos los empresarios.
Por lo tanto, tenemos que hacer todo lo posible para que estos chicos crezcan y se desarrollen sanos en todo sentido, para que después sean adultos honestos y competentes, útiles a la sociedad, cada uno en lo suyo, cada uno como deba ser, cada uno como pueda ser. Queremos que crezcan y se desarrollen al margen de las malas prácticas que hoy caracterizan a no pocos.
El pecado de adultismo es a veces sutil, otras veces es claro y evidente. Es la forma de pensar, luego de decidir sin pensar mucho en ellos, sin tenerlos mucho en cuenta, sin admitir que ellos son hoy los que mañana serán los que manden, y los que decidan sobre nosotros.
Se trata entonces de pensar, luego decidir, con la mirada puesta en el futuro, y no tanto en lo inmediato. El futuro, claro que sí, lo podemos hacer entre todos. Lo inmediato, en cambio, es difícil de modificar.
Entonces, si queremos que crezca y se desarrolle una generación sana, seria y responsable, la salud materno-infantil y la salud infanto-juvenil son hoy la mitad del futuro.
La otra mitad es la educación. En este contexto, dejar caer la escuela, dejar caer la salud maternal, infantil y juvenil, y dejar caer la universidad, las tecnicaturas y en general la formación profesional, todo esto es un mal negocio para estos tiempos, aun siendo difíciles. Y un pésimo negocio para el futuro.
No me parece exagerado pensar que las sociedades corren grave riesgo cuando descuidan a quienes deben asumir responsabilidad en el futuro, y abrazan a cambio el discurso que ofrece sidra y pan dulce, o ni eso ahora, sólo para esta noche, para este verano, para estas vacaciones.
Argentina asumió responsabilidad cuando firmó y luego ratificó la normativa que obliga a no discriminar la infancia por ningún motivo. Ni por el color de la piel, ni por el grado de estudios, ni posición social y económica, antecedentes personales y familiares, sexo y percepción de género, etc.
Argentina aceptó tomar en consideración la opinión infanto-juvenil en todos los aspectos legales y organizativos relacionados con la infancia y la adolescencia, pero no sé si alguna vez les consultó algo antes de tomar una decisión que les afecte directamente.
Argentina se comprometió ante el resto de los países a proteger los chicos de todo conflicto, pero es habitual que haya chicos en entornos que son de conflicto, como el robo y el hurto, el narcotráfico y el narcoconsumo, la mendicidad y tal vez la prostitución.
Tenemos que crear las condiciones que eviten que todas estas áreas de conflicto sean una alternativa que se considere válida porque no hay otra mejor al alcance de la mano. Es decir, hay que apostar hoy por los chicos si queremos tener mañana un país de adultos sanos y honestos.
El abandono escolar es otra área de conflicto porque se relaciona con la pobreza y la inseguridad, y sigue siendo un problema poco atendido en las escuelas primarias y secundarias de ciertos barrios. Es ahora, en verano, cuando hay que pensar en quienes abandonan. Y tomar decisiones que los ayuden a ser alumnos otra vez, para que mañana sean adultos de bien.
El buen propósito para este 2025 podría ser entonces el pensar más y mejor en la infancia y la adolescencia, salud y educación, para ayudarlos a hacerse buenos adultos. Los necesitamos.
La importancia de pensar en los chicos como artífices del futuro, y de tomar decisiones políticas, administrativas y de organización en general pensando precisamente en esto, y en ellos, esta importancia quedó bien a la vista hace ahora dos meses, en Bogotá.
El objetivo es evitarles el conflicto y la violencia que el conflicto les implica. Liberados así de estas cadenas, el futuro empieza a verse mejor, para ellos y para todos.
A principios del noviembre pasado, días 7 y 8, en Bogotá, Colombia, se celebró la "Primera Conferencia Ministerial Mundial para poner fin a la violencia contra la niñez".
Fue la primera vez que el problema de la violencia contra los chicos se llevó al más alto nivel internacional a fin de buscarle soluciones.
Se parte de unas verdades bien conocidas: la violencia contra la infancia existe y es un problema universal, aunque con características diferentes según los países; esta violencia les compromete tanto el presente como el futuro; y el futuro de la infancia es también nuestro futuro.
Organizadas por el Gobierno de Colombia y el Ministerio de Salud de Suecia, las sesiones de trabajo reunieron a representantes ministeriales de más de 100 países. Esta cantidad demuestra la gran relevancia que tiene este tema, tanto para afrontar el presente como para imaginarse un futuro. Me consta la participación y los compromisos asumidos por Chile y Brasil, entre otros países de América, Asia y Europa, pero no consta ninguna participación argentina.
El documento de consenso con que finalizó la conferencia, llamado "Llamamiento a la Acción de Bogotá", es el compromiso que se asume para limitar toda violencia contra la infancia y la adolescencia, incluyendo la violencia digital, las uniones maritales precoces, el reclutar niños y adolescentes para el narcotráfico y la mendicidad, etc. Tiene un gran valor, tiene un espíritu fundacional, y está disponible en internet.
El lema de la conferencia es otra gran verdad: "Todo niño merece una infancia". Quien quiera mirar, podrá ver que muchos chicos de Santa Fe carecen de infancia, y que ciertos adolescentes no tuvieron infancia en las calles de la ciudad.
Sin embargo, estoy seguro de que todos coincidimos al pensar que todos los niños merecen tener una infancia, y que a esos los adolescentes les hubiera gustado tener una infancia. Toda la información sobre la conferencia, en inglés y en castellano, está en: https://endviolenceagainstchildrenconference.org
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