Por Raúl Eduardo Lien (*)
Conflicto entre Israel y Hamás.
Por Raúl Eduardo Lien (*)
Nadie en su sano juicio puede negar que los efectos de una guerra, durante el desarrollo de la misma o luego de terminada, producen daños psicológicos a todo el espectro social, afectando en mayor medida a soldados y familiares. Los crímenes de lesa humanidad están a la vista con el secuestro de civiles en forma indiscriminada.
En estos días el gobierno de Israel se encuentra en una encrucijada: combatir a Hamás en su terreno, e intentar entrar en un juego nefasto de parte de los terroristas en lo que refiere a la liberación de los secuestrados. ¿Por qué? Porque al parecer deben implementarse sucesivas detenciones de acción bélica para facilitar el proceso. Y en dicho contexto, los vaivenes en las conversaciones, que son mediadas por dos interlocutores, Egipto y Qatar, varían constantemente.
Sobre esto último, sepan los ciudadanos de a pie que en esta realidad, por ejemplo, Egipto no colabora con la permisión temporaria de radicar en su territorio a miles de desplazados. Y que Qatar es donde viven opulentamente los líderes fundacionales del Hamás, como Ismael Haniya, además de ser (el gobierno qatarí) aportante de unos 30 millones de dólares mensuales que, aun sabiendo adonde se dirigían, fueron enviados igualmente: no a escuelas, salud o infraestructura social, sino a armamentos e instalaciones terroristas.
Las pruebas surgen a cada paso, son túneles con instalaciones sofisticadas, fábricas de armamento subterráneas, e instalaciones en donde el ejército israelí ha hallado pertenencias de los secuestrados. Se está llegando a los 45 días de guerra y todavía Israel sufre los misiles desde Gaza, porque el enemigo no está neutralizado. Además, en el norte la acción bélica defensiva se incrementa día a día.
Sin embargo el gobierno de Israel ha decidido intentar un acuerdo temporario con el diablo, por lo que el viernes 23 comenzaba el proceso de restitución de parte de los rehenes. Hasta el momento, Hamás no ratificó lo acordado, por lo que la incertidumbre es inmensa; no hay nada seguro; el supuesto partner de Gaza es psicópata y está dispuesto a lo peor. Sabemos que no es confiable; es sádico, traicionero y todas las expectativas pueden llegar a romperse como fino cristal a último momento.
La sociedad israelí sufre de sensaciones encontradas, decepción, asombro, ira, esperanza, estupor, pero no hay que desesperar. Las experiencias históricas y la solidaridad en extremis que se observa transversalmente en toda la sociedad esperamos que compensen la situación, para llegar a reconstruir el equilibrio que se necesita. Se hace imprescindible la solidaridad y el apoyo explícito internacional para presionar a los dirigentes del Hamás que se encuentran dentro y fuera de Gaza, para así poder llegar al mejor final, con retorno de todos los ciudadanos secuestrados.
(*) Profesor de Educación Física. Vive en Israel desde el año 2002.
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