El viernes 6 de septiembre asistí, en el Teatro La Comedia de Rosario, provincia de Santa Fe, al espectáculo que presentó Guido Záffora: "Guido en el medio". Duró 75 minutos. A foro, derecha, según se mira desde la platea, un cartel con letras rojas que decía: "EN EL AIRE". Detrás, una pantalla con proyecciones en mal estado técnico, conformadas con saludos de algunos mediáticos, filmaciones hechas con un teléfono celular y un pésimo audio. Del centro hacia la derecha un pianista. "La pista" se cortó o tildó, se interrumpió. El micrófono dejó de funcionar y debió recibir un micrófono de mano. Estaba vestido con zapatillas blancas -nuevas-, pantalón y saco oscuros.
Cuando salí del teatro recordé que se trata de un teatro verdaderamente histórico que iba hacia la piqueta, y que la Municipalidad de Rosario, hace ya muchos años, salvó del derrumbe y rescató a tantas bellas memorias de ese escenario comprándolo. El teatro está vivo en el centro de la ciudad. En el tradicional centro de la ciudad se encuentran, en un radio de no más de seis cuadras hacia acá o hacia allá, el Teatro El Círculo (que ayuda a mantener la provincia), el Teatro Lavardén (que paga la provincia), el Teatro La Comedia (que paga la municipalidad) y Teatro Astengo (primitivo Odeón), que pertenece a una Familia/Fundación (Astengo), pero que solventa el municipio porque las malas administraciones hacen que, de los cincuenta y dos fines de semana del año, solo se ocupe en no más de veinte fechas.
Está en ese radio el Broadway, que es privado y cuenta con funciones y funciones a sala llena. El Complejo Atlas, que paga el peronismo y funciona. También se registran seis salas de teatro independiente, una suerte de "teatro off" dentro del circuito comercial. El espectáculo en Rosario está comprendido en ese radio, quedan fuera pocas salas, generalmente gremiales: Luz y Fuerza, Empleados de Comercio, Centre Catalá, La Mateo Booz, La Sede y Empleados de Seguros. La ciudad viró hacia la rapidez y los brillitos de otros barrios. El teatro languidece.
A dos cuadras de La Comedia, tal vez menos, una cuadra y media, por una cortada histórica (Cortada Ricardone, el atrás del Teatro La Comedia) aparece la mismísima calle Córdoba Peatonal. Para llegar crucé una parejita fumando –compartiendo- un cigarrillo de armado artesanal y mi curiosidad fue hasta ahí. Es viernes, el relumbrón de la Feria del Libro está a dos cuadras y las vidrieras. La calle estaba vacía de gente y muy bien iluminada. Nadie a mí alrededor. Me toqué por las dudas cartera y celular, bien guardados. Comencé a recorrerla. Cuando escribo "nadie" cierro los ojos y recuerdo las vidrieras cerradas y la ausencia de policías; pero mucho más cómodo, recuerdo la ausencia de alguna figura que llevase al sobresalto.
Nadie, repito. Bueno, nadie no. Algunos mendigos dormidos en los portales con refugio, quiero decir, con una leve entrada que haga de paredes. Los mendigos duermen con tres paredes y una calle. Nadie. Dos cuadras más allá, yendo hacia El Monumento, una casa de comidas que solo vende papas fritas; dos mesas sobre la vereda y una pequeña moto saliendo a llevar un pedido. Sobre esa esquina, una pizzería con tres motitos; en la esquina siguiente, cinco motitos. Pizzería más importante. Pizzerías abiertas. Únicas. En la peatonal la "muzza" de doble queso es reina. En fin, en esa esquina debí doblar o alargaba el recorrido. Al mirar hacia la derecha, según se va hacia el río, pocas luces de La Feria del Libro, supongo que era un horario tardío. El centro lo dominan las motitos delivery.
El anuncio que confirmaba que en "el mes de agosto no hubo muertes por violencia urbana en Rosario" tiene su relato completo con la mucha y buena vigilancia, algún pacto imaginario -incomprobable pero real- y la completa exhibición del acuerdo de fuerzas provinciales y nacionales con sus variantes, Policía Federal (la PF) y Gendarmería. No es posible atribuirle a la seguridad el centro de la ciudad vacío un viernes. Entonces sigo haciendo memoria. Debo sumar pocos y espaciados colectivos, realmente pocos. Quedarse a esperar un colectivo urbano es vencer el miedo y aprender a esperar.
Seguí caminando. En la caminata reflexionaba sobre lo que vi en el Teatro La Comedia. El número que Záffora simulaba hacer se llamaba, se llama, "Los Infumables". Se reconocía "panelero" (no decía panelista) y recordó que hace el mismo espectáculo desde hace años. También recordó a las dos parejas de Javier Milei como provenientes del espectáculo, pero no puede considerarse eso como un hallazgo sino como una reiteración. Sostuvo que el próximo presidente debería ser Wanda Nara y que dos de sus ministras, que serían todas mujeres, deberían ser Viky Cipolitakis y Alejandra Pradón, en Economía y Salud, respectivamente (eligió mujeres de varias generaciones, acaso para que malentiendan eso: diversas generaciones).
En la pantalla, una voz en off leía las cartas de su abuela Ruth, presente en la sala (pidió sala iluminada y fue a cantarle a su butaca). Informó que a los 17 años sus padres lo dejaron ir a una prueba para las huestes de "Pepitito" Cibrián. Y que Ana María Campoy lo adoptó como su acompañante. Que comía muy poco pero que no quería volver con el fracaso a cuestas y, por lo tanto, se debe entender que ha triunfado. Pidió sala abierta para saludar a sus padres. Había mucho público comprendido en "familiares, favorecedores y amigos". Igual, siete filas de butaca es poco o mucho, según se mire.
Záffora la emprende con las canciones y no lo hace bien. La emprende con el baile; toma poses y giros de vedette, pero no es vedette. Recita un monólogo y no tiene los pulmones ordenados para la puntuación. No hay un texto solidario con sus sueños, porque el espectador debe entender que contaba sus sueños de triunfar y estar "en el medio". Estar "en el medio". En la caminata solitaria y tranquila por la calle Córdoba Peatonal caí en la cuenta de que su triunfo es ese, justamente: ser "panelero". Que su mención es a un gabinete integrado por mujeres. Y que es la única mención política o de actualidad política en un texto inexistente pero que, acaso por eso, resulte importante en este punto: Fátima, "Yuyito" y su asociación con una futura presidenta (Wanda).
Mirá tambiénFernández, Milei, Gramsci, Silvio y Charly¿Qué mensaje se encuentra en ese livianísimo texto? Algo hay. Repasé los hechos. Hay videos de Milei con la cabeza envuelta en un turbante imitando a Leonardo Favio. Hay filmaciones de Milei y un "disarmónico/inarmónico" conjunto de rock. Está toda su vida mediática como panelista (según Záffora "panelero"), una vida que, de paso, los buenos y los malos están editando para dos filmaciones… una buena y la otra no.
En la pantalla del fondo del escenario Záffora mostraba sus videos. ¿Qué diferencia existe entre aquel Milei que recorría escenarios, incluido el fracaso como actor de teatro en una desopilante -demasiado desopilante- comedia con Nito Artaza? Recordar, por favor, que hacía de "Economista Loco" desde un púlpito y el esquicio terminaba con dos enfermeros poniéndole un chaleco de fuerza y llevándoselo. Hablen con Nito. Záffora, por su parte, se coloca una corona de vedette por unos veinte segundos y unas peluquillas de señora por pocos segundos. Canta realmente mal. Se pasea como sostengo, como si fuese una vedette, acaso con gestos aprendidos de mirar desde bambalinas, porque en la Escuela de Comedias donde concurrió en Rosario no enseñan ese desparpajo acaramelado.
Ahí está el punto, Záffora tiene un mérito: el desparpajo. Viene con nada y consigue que muchas señoritas jóvenes se rían, hagan palmas, acompañen. Como espectador debo rendirme, no todos son parientes, favorecedores y amigos. Záffora decodifica y transmite, con sus actos, un mensaje Pos Peste que al parecer todavía no se asimiló ni dimensionó en su justa peligrosidad… pero que muchos entienden. Oí aullidos y aplausos a sus "minigestos de star", al bailar desacompasadamente. Por eso digo: revisemos las enseñanzas y el análisis de la sociedad media donde todavía vivimos. Tengo un solo miedo: repasar todos los videos de este fenómeno de hoy, año 2024. Me refiero al fenómeno que estaba germinando y nadie vio: el Milei de la "patria panelera". Encontrar parentescos en el parto. Ese es el miedo.
La provincia de Santa Fe, la ciudad de Rosario tiene bastantes políticos activos que vienen de la "patria panelera", de la "patria movilera". Acaso sea el momento de uno más que está completando su aprendizaje para aspirar a la presidencia. ¿Por qué no? El pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes. Milei nos representa, con el 56% de los votos. Záffora tiene todo el derecho a seguir aprendiendo/ensayando hasta que suceda. Lleva ventaja sobre Milei: le pagan mientras aprende.
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