Por Jorge Bello
La escuela es la mejor oportunidad que tiene un niño, luego adolescente, de formarse en las cosas que son decisivas para la vida. En las escuelas se habla de vida sana y de alimentos nutritivos. Pero se dice poco sobre lactancia materna.
Por Jorge Bello
jordibell@gmail.com
Incluso el bebé santafesino tiene mejores perspectivas si sus padres pudieron completar la escuela secundaria. Es lo que decíamos aquí el pasado viernes 16 de julio. Porque escuela y salud, ya se sabe, son un solo corazón.
Decíamos también que cada curso lectivo que hayan perdido, el chico o la chica, la madre o el padre, le implica al bebé que tengan -cuando lo tengan- un dos por ciento menos de posibilidades de llegar a los 5 años de edad.
Quien se detenga un momento a mirar en derredor, y quiera ver lo que es evidente, podrá comprobar que, en efecto, esto es una realidad. Y como la realidad de las personas determina la realidad de la ciudad -cosa que también es evidente-, a la ciudad le conviene considerar la escuela como un efector de salud, sin por ello menoscabar, por supuesto, su labor educativa.
Por ejemplo: las madres que pudieron completar la secundaria amamantan durante más tiempo a su bebé que las madres que no pudieron completar la primaria. Esto lo afirma el informe "Situación de la lactancia materna en la Argentina", publicado en 2018 por la Dirección Nacional de Maternidad, Infancia y Adolescencia, del Ministerio de Salud.
Entonces, el bebé de una madre con secundaria tiene más posibilidades de criarse sano, y de evitar ciertas infecciones, que el bebé de una madre con pocos estudios. Esta afirmación es válida incluso para el bebé santafesino.
Ya se sabe que el bebé que recibe la leche de madre como su único alimento durante los primeros seis meses se cría mejor y más sano. Por lo tanto, hay que velar por la situación de las madres, y ayudarlas, para que puedan amamantar durante al menos seis meses.
Para conseguir esto, la escuela también puede ayudar. La escuela es la mejor oportunidad que tiene un niño, luego puberal, luego adolescente, de formarse en las cosas que son decisivas para la vida. En las escuelas se suele hablar de vida sana, de dieta sana y de alimentos nutritivos. Pero, hasta donde puedo saber, se dice poco, por ejemplo, sobre lactancia materna, pese a que no son pocos los casos de chicas que se convierten en madre, y de chicos que se convierten en padre durante los años que corresponden a la secundaria.
De hecho, la maternidad, y supongo que también la paternidad, son causa de abandono escolar. Y el abandono escolar está en la base de problemas importantes que terminan afectando a todos en la ciudad, y no sólo a quienes dejaron de estudiar. Quien abandona pierde mucho más que ciertas materias, pero quien todavía pierde más es la comunidad, la Ciudad, todos.
Entonces, avanzar en la escuela primaria y luego en la secundaria, hasta completar todos los años previstos, es un objetivo que va más allá de lo estrictamente académico. Por supuesto que la salud y luego el futuro de un bebé dependen también de otras variables, casi todas de carácter social, pero la edad y la formación de los padres, y en especial el barrio, son variables decisivas, y corregirlas está al alcance de la mano.
Así, en el contexto de un barrio determinado, de una escuela determinada, parece lógico que profesionales de la salud, y educadores y asistentes sociales, junto con docentes y entendidos en planificación formativa, tengan todos un papel relevante en el diseño del currículum académico. No se trata de preparar mejor a los alumnos para la universidad, sino de prepararlos para la vida. Lo cual es mucho más interesante, y sobre todo más útil.
Y la vida, en parte alguna es más evidente que en un bebé. Entonces hay que proteger a la madre y al padre para que, teniendo ellos un entorno seguro, en lo social, en lo laboral, en lo sanitario, en lo cultural, etc., puedan ofrecerle al bebé un entorno seguro donde desarrollarse.
Se evita de esta manera que el pecado de los padres se perpetúe en el hijo. Hay que evitar que las malas perspectivas de los padres impliquen también malas perspectivas para el hijo. Y sin duda que la escuela, bien planificada, o más bien personalizada, tiene aquí una participación decisiva.
Porque, insisto, la realidad de las personas es luego la realidad de la ciudad, y la escuela nos ofrece a todos la oportunidad de mejorar el presente para mejorar así el futuro que ahora empieza. Hay que formar al que está y, mucho más importante, al que no está, al que falta mucho y un día ya no viene más. Éste, el que falta, es el principal objetivo.
Las madres que pudieron completar la secundaria amamantan durante más tiempo a su bebé que las madres que no pudieron completar la primaria. El bebé de una madre con secundaria tiene más posibilidades de criarse sano.
La escuela es la mejor oportunidad que tiene un niño, luego adolescente, de formarse en las cosas que son decisivas para la vida. En las escuelas se habla de vida sana y de alimentos nutritivos. Pero se dice poco sobre lactancia materna.