Nos escribe Elena (40 años, Florencio Varela): "Hola Luciano, actualmente estudio en un profesorado y quiero preguntarte por las diferencias entre la infancia y la adolescencia, ¿no se fueron corriendo un poco los límites? En los libros todo es claro y con edades, pero en la realidad las cosas son más difíciles, ¿cómo tener un criterio claro?".
Querida Elena, muchas gracias por tu mensaje. Por algún motivo me alegra saber que estás cursando un profesorado. En un mundo tan complicado, siempre es lindo saber que hay quienes apuesta a la enseñanza.
Por otro lado, tu pregunta apunta una cuestión clave. Sin duda los escenarios cambiaron mucho en este tiempo. Ya nada es lo que parece, pero volveré al final sobre esta cuestión.
Primero vayamos a tu inquietud, que presentaré desde un punto de vista esquemático, ya que podría decir que la diferencia entre la infancia y la adolescencia es entre dos modos de ser en el mundo.
El niño es creativo a través del juego, pero su relación con la realidad es eminentemente adaptativa. Se adapta (por ejemplo, en la escuela) y se desadapta (cuando va al recreo). Esto quiere decir que el niño no transforma la realidad. Esta es la tarea propia del adolescente; o al menos, es lo esperable.
Si el niño es creativo a través del juego, el adolescente no conoce una creatividad que al niño le es ajena: la artística. La adolescencia es el momento en que se descubre el arte como vía primera de transformación de la realidad.
Donde el niño jugaba con el "tira y afloje" de la adaptación, el adolescente puede introducir novedad, cambiando el mundo y a sí mismo. Por ejemplo, un niño no tiene estilo para vestirse. Sí quizá elige ropa. Pero el estilo es algo que se adquiere con la adolescencia, es una creación.
Con esto apunto a plantear que no hay continuidad entre niñez y adolescencia. Esto puede parecer obvio, pero hay que explicarlo. Hay personas que, de adultas, no tienen ningún estilo. Se visten con un standard, de la misma manera en que pueden hacer un trabajo que no les gusta sin problema.
Después salen de ese trabajo y se dedican a lo que les gusta: salen a correr, van a bailar, etc., es decir, juegan. Es que son felices con el modo niño de ser en el mundo. Se adaptan, para luego desadaptarse. Y, en el medio, crean en la zona potencial del juego.
Ahora bien, hay personas que no podrían trabajar ni dos minutos de algo que no les gusta; que no pueden con la adaptación. Porque su relación con el mundo es más bien transformadora.
Estas personas no pueden ingresar en un espacio o vínculo sin modificarlo de algún modo. Es que viven de acuerdo con el criterio de la adolescencia. Y justamente en el punto en que están exponiendo una desadaptación es que están creando algo nuevo.
Si en la infancia desadaptarse mucho (sin el juego) es un riesgo, en la adolescencia es una condición. No es que un criterio sea mejor que el otro, sino que corresponden a instancias distintas.
De todos modos, la adolescencia tiene una prioridad en el camino hacia una vida auténtica. "La metamorfosis" de Kafka es un lindo relato de adolescencia. No casualmente el tercer ensayo de teoría sexual de Freud se llama "La metamorfosis de la pubertad".
A veces cuando pensamos la adolescencia hablamos de la reactualización del Edipo, la elección de objeto amoroso, etc., y descuidamos su modo de ser en el mundo. Charly García dijo una vez que él había hecho la mayoría de sus melodías en la adolescencia. El modo en que él vuelve a su trabajo de esos años es algo que se constata en su obra.
¿Qué es la adultez? Es el lento y progresivo despliegue de esa intuición adolescente; recuperarla en diferentes momentos a través de los años. Un desarrollo normal hacia la adultez combina aspectos de estos dos modos de ser a lo largo del tiempo.
Ahora sí, para el final, la reflexión pendiente. Creo que en estos tiempos estamos ante una nueva realidad. Niños sin infancia, jóvenes sin adolescencia; es decir, niños y jóvenes que tienen la edad en que se esperaría que cursen los modos de ser propios de la infancia y la adolescencia y, sin embargo, esto no ocurre.
En efecto, nos encontramos con niños con una falsa adultez, porque son tremendamente adaptativos, así como jóvenes que están en otra parte, en otros procesos, que no son los de la transición adolescente (desasirse de sus padres, enamorarse, interesarse en la autonomía, ir por su independencia, etc.).
Sin asumir una perspectiva dramática, me gustaría pensar qué está pasando que niños y jóvenes no están pudiendo desarrollar los procesos esperables para su edad. Seguramente es algo que cabe pensar desde el punto de vista de la sociedad y la tecnología, pero también con atención a nuestros modos de crianza.
En este punto, querida Elena, te comparto la inquietud a sabiendas de que alguien que, como vos, se dedica a la enseñanza está comprometida con este tipo de planteos, sobre todo cuando se trata de encontrarle una respuesta en el contexto educativo.
(*) Para comunicarse con el autor: lutereau.unr@hotmail.com.
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