En el velocímetro del tablero de Sergio Massa, el tipo de cambio (devaluación) y los precios (inflación) aún viajan a una nominalidad del 6% mensual; sólo los salarios bajo paritarias de sectores puntuales lo hacen al mismo ritmo. El próximo jueves, el Indec dará a conocer el dato del IPC de noviembre; el mercado estima que será del 6,1%, el Palacio de Hacienda apuesta por una décimas menos.
El secretario de Programación Económica afirmó en una entrevista para Newsweek que "está bajando la inflación" porque en octubre "la núcleo fue de 5,5% y la mayorista 4,8% cuando el índice general fue 6,3%". Según Gabriel Rubinstein, Precios Justos es una herramienta útil para procurar una inflación del 3% a fines del año próximo. Pero es un programa no se encuentra en todo el país, en el que ya anida la prevención inflacionaria, que abarca sólo al 15% de productos de consumo masivo en grandes cadenas y discrimina a las Pymes "de barrio".
¿Puede el aumento de combustibles al 4% mensual, anclar al resto del sistema de precios? ¿Y las tarifas, que el gobierno centralista mide en la subsidiada Área Metropolitana del Gran Buenos Aires? Es esperanzador escuchar al ministro sobre el horizonte trazado; también es difícil otorgarle crédito a una coalición de gobierno marcada por ineficacias, desconfianzas y traiciones íntimas.
Cuando el Banco Central adquiere el dólar soja bajo devaluación selectiva, compra caro imprimiendo pesos. Cuando sostiene los bonos del Tesoro -la deuda que el gobierno central no logra refinanciar- imprime más billetes que se vuelcan al mercado.
La progresía del Frente de Todos apela a la ortodoxia mediante altas tasas de interés bancarias: 75% nominal y 107% efectiva -anual en ambos casos- es lo que paga Miguel Pesce a los bancos para sacar de circulación los pesos de sobra, que presionan los precios de mercaderías y dólares. Sólo la inflación alta neutraliza los pasivos remunerados del Banco Central; la misma inflación que licúa el peso relativo del gasto público, empobrece los bolsillos de quienes menos tienen.
Pero incluso con ese recurso, Massa no alcanza a renovar la deuda en pesos del gobierno central deficitario. "No da abasto la negatividad de la tasa de interés para evitar la bola" de las Leliqs, ha advertido Carlos Melconian, tomando por cierto que la tasa sea menor a la inflación. El ministro no puede cumplir con el límite de emisión en el acuerdo con el FMI. ¿Y con la presión expansiva de Cristina en el año electoral?
El Frente de Todos suele atrincherar fundamentos en la suba de la actividad económica. ¿Alcanza el ritmo del 5,5% cuando la inflación está al 99% anualizada? El índice desestacionalizado elaborado por IERAL, en base a la recaudación de impuestos asociados al mercado interno, muestra para noviembre una caída del 0,8% en términos reales, luego de una merma de 0,4 % en octubre. Deterioro del consumo y menor recaudación implican menos calidad de vida en la población y mayor necesidad de financiamiento del gobierno.
El dólar soja caro, la incierta pretensión de hacer líquidos parte de los yuanes, el intento por hacerse de dólares a través de un nuevo blanqueo que debe pasar por un Congreso tensionado, las restricciones a las importaciones, las gestiones ante organismos multilaterales de crédito. Massa pone todo su esfuerzo creativo en la búsqueda de reservas netas que no alcanzan, mientras el cuadro social lo acecha.
Del otro lado del mostrador, el 43,1% de las personas(0,7% más que en 2021) se encuentran bajo la línea de la pobreza según el Observatorio de la Deuda Social de la UCA. El reporte señala que entre julio y octubre de este año, 8,1% de las personas eran indigentes.
Apenas el 40,3% de la población económica activa de 18 años y más logró acceder a un empleo pleno de derechos, mientras que el 8,7% de esta población se encontraba abiertamente desempleada y el 23,0% sometida a un subempleo inestable (changas, trabajos temporarios o no remunerados, planes). Allí es donde más pesa la inflación sistémica a la que apela el gobierno.