Por todos los medios posibles, el Congreso de la Nación debe oponerse a que el presidente Javier Milei gobierne por decreto. Y hay que evitar también que una vez sancionada una ley no pueda anularse por un simple decreto. Con el pretexto del superávit fiscal, Milei pretende desmantelar todo el sistema científico tecnológico por mandato de Israel y del gobierno de Estados Unidos, que no ve con buenos ojos el desarrollo tecnológico argentino por varias razones.
Una de ellas es que no quiere que le vaya a hacer competencia en proyectos como en reactores nucleares, en materia de comunicaciones y semillas, por eso Milei trata de abandonar el proyecto Carem, desguazar la Arsat y desfinanciar a las universidades, así como al Conicet, no aportando los recursos necesarios para sus interesantes proyectos de investigación que van a impulsar el desarrollo económico del país.
Hay que iniciar una campaña enérgica en todo el país para oponerse a sus planes y buscar reactivar el proyecto Carem mediante aportes de capitales privados nacionales suscribiendo acciones para que no se detenga. Igualmente con respecto a Arsat y exigiendo a su vez aportes del estado para su continuidad. Argentina debe continuar con el proyecto de desarrollo de un cohete propio para colocar en órbita sus propios satélites con fines pacíficos e iniciar una carrera espacial.
Otra cuestión que el Congreso de la Nación debe tratar es la oposición a la eliminación de las PASO que hace más democrática la elección de candidatos y la formación de coaliciones en la cual el candidato surge de elecciones y no por consenso. La razón por las cuales las quiere eliminar es para evitar justamente la formación de una coalición que pueda oponerse a sus posibilidades de reelección y evitar las PASO en sus propias filas, para no tener rivales y ser el único e indiscutido candidato de su partido, porque aspira a la reelección.
Mirá tambiénSobre los dichos de Milei y el cierre del ConicetIgualmente, el Congreso de la Nación debería oponerse a la separación de los ingenieros agrónomos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) que quiere hacer Milei, porque son asesores útiles y muchos de esos investigadores, por ejemplo, han logrado con riego artificial adecuado incrementar notablemente el rendimiento de la soja, el trigo y otros cultivos. Y ellos, justamente, sostienen que se puede duplicar la producción agropecuaria del país con sistemas de riego adecuado. Además, no hay que permitir que se vendan las tierras del INTA y menos a extranjeros (*). Solo se las puede vender en parcelas de 100 hectáreas a los propios ingenieros del INTA (los mismos que ahora Milei quiere despedir), dándoles un plazo conveniente para su financiación y descontándole la indemnización que les corresponde.
Evidentemente las políticas de Milei, en muchos aspectos, no le convienen a los intereses del país. No es un gobierno patriótico y pareciera que Argentina no fuera su patria. Por eso mismo, por todos los medios hay que oponerse a que destruya instituciones que han costado décadas construir. Es hora de que los argentinos nos mantengamos unidos para defender los ideales del país, porque de la lucha entre hermanos se aprovechan los extraños, como dice el Martín Fierro (cuando muchas veces son esos mismos "extraños" los que la provocan).
Por último, es nuestro deber advertirle al presidente que si no cambia de rumbo en lo inmediato, por mentir a la nación, por su conducta grosera hacia otros jefes de Estado (con los cuales el país siempre tuvo excelente relación), lo cual configura un delito penal, y por el trato humillante y descalificador hacia ministros o funcionarios de Estado que no piensan como él (o cometen actos con los cuales él no concuerda), puede ser pasible de ser sometido a un juicio político y destitución.
(*) La institución, fundada en 1956 y auténticamente federal, tiene presencia en las cinco ecorregiones de la Argentina: Noroeste, Noreste, Cuyo, Pampeana y Patagonia. Posee una estructura institucional que comprende una sede central, quince centros regionales y seis centros de investigación, con 22 institutos dependientes, 53 estaciones experimentales y más de 350 unidades de extensión.
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