El hiperpresidencialismo es peligroso y convivimos con él desde hace años. El parlamentarismo es más cruel y transparente, pero no sabemos convivir en ese ambiente. El país es unitario y el federalismo es una deuda apuntada en "Incobrables". Los Territorios no eligen a quienes los representarán en una sola elección y cada provincia tiene los diputados y el gobernador que se merecen. Vamos de nuevo. Desde el peronismo y el mes de febrero de 1946, las cuestiones se dicen de un modo y se ejecutan de otro. Es cierto que perdió la Unión Democrática y ganó Juan Domingo Perón… fundando un peronismo que para esa fecha no existía, fue con boleta prestada.
¿Se puede entender eso? Después debería, quien quiera resolver esa encerrona, entender que en esas cámaras legislativas eran más los muy poco letrados que los recibidos de alguna de las viejas profesiones liberales, que una universidad cerradísima ofertaba. Así arrancamos. Deberíamos revisar qué es lo que cambió. Perón gobernó con un poder central que terminó por volverse cada vez más alto y más cerrado después de la reforma de 1948-1949. La vicepresidencia, una nada. Y las cámaras legislativas una carga resuelta a decretazos. Hiperpresidencialismo y "Sí, mi General". Asusta pero fue así.
En ese contexto, un texto: Justicia Social. Las leyes laborales, una reformulación de la relación Capital y Trabajo y el escamoteo, que aún les duele a los marxistas y sus arrabales, incluidos los varios socialismos circulantes. Las reivindicaciones y el Sindicato Único, que creía recibir el 33% de los cargos legislativos, ponía todo por fuera del sueño de Carlitos Marx y sus parientes.
El fenómeno persiste: no hay una izquierda protagónica. Europa desarrollaba un "parlamentarismo" que sumaba parlamentarios y descabezaba primeros ministros. El federalismo, ya sea cantones, provincias, regiones, se volvía fuerte y duro al mismo tiempo que aquí se ablandaba.
¿Alguien recuerda las "intervenciones" a la provincia de Santa Fe? ¿Alguien recuerda el "cómo" de los diputados nacionales? Es con la reciente muerte de René Balestra, de Rafael Martínez Raymonda, de Eduardo Sutter Schneider y la de Guillermo Estévez Boero, que se van los más rancios gorilas que se opusieron a Perón (Unión Democrática) y que, casualidad, estuvieron todos detrás del socialismo triunfante en la ciudad.
Después del hiperpresidencialismo de Perón aparecen los diferentes golpes de estado, desde el 16 de setiembre de 1955 se suceden las variables más crueles. Dos resoluciones erráticas. Gobiernos civiles con votos prestados y/o proscripciones en un vaivén nocivo con militares (que todavía tenían presupuesto y soldaditos gratuitos) que subían con el apoyo de fracciones, supuestamente democráticas, con un eje común: Poder Central. Gobierno Centralizado.
¿Alguien ignora que en esa repartija pampa de los milicos la provincia de Santa Fe tenía central de decisiones en una rama del Poder Militar, en La Marina? En serio lo ignoran. Por la fuerza, el hiperpresidencialismo existía y arruinaba, deterioraba, amansaba, a cualquier intento de federalismo. Cuando volvían los milicos sojuzgaban… y mataban. La aparición de gobiernos civiles, con el poder del voto popular, terminó estallando con la muerte de Perón, en julio de 1974.
El peronismo se convirtió en exégesis, en saltimbanquis, en teóricos de pacotilla que interpretaban, reinterpretaban y hablaban en nombre de un caudillo hiperpresidencialista que había muerto dejando ese legado que subsiste: todo el poder al presidente (un General).
Repuesta la democracia por el fracaso de un delirio del general dipsómano (Leopoldo Galtieri) y la presión internacional sobre Derechos Humanos, el voto popular pone en manos de Raúl Alfonsín el Poder Ejecutivo y el hecho más preciso, más diferente, el que sienta la base de una "revolución democrática", "una renovación y un cambo", es el Juicio a las Juntas.
La quita del presupuesto y los soldaditos gratuitos (Carlos Menem, fin del Servicio Militar Obligatorio), sirvió para una formulación del poder real con más amplitud, más repartido. El bipartidismo era una posibilidad cierta. En Argentina nadie anuló la derecha como posición de la sociedad, quitó la posibilidad del golpe de Estado. Hoy no lo sé. En todo caso no sería con milicos. No existen.
En 1983 Alfonsín no pudo con la CGT. La Ley Mucci, fracasada, pone en alerta -hasta hoy- donde está, donde hay un reservorio de peronismo y poder centralizado. En el gremialismo que, no es casualidad, es despótico, poco y nada democrático y absolutamente piramidal. Es una creación de Perón. Su verdadero brazo ejecutor. Antes, ahora, tal vez mañana, será igual… por lo que se formula entonces una advertencia: a través del gremialismo ha sabido reconstruirse el peronismo que, en muchos casos, después les deja su porción de torta, pero los necesita. Hoy también.
Todos los gobiernos, incluido el peronismo, como el radicalismo, fracasaron al querer salir del esquema: Hiperpresidencialismo y sumisión del poder legislativo. Escribanía o nada. Solo una visión ácrata de Eduardo Duhalde pone las cosas de otro modo por dos hechos: el fin del colegio electoral, el poder de los intendentes bonaerenses, completado con la Ley de Narcomenudeo y la reparación histórica. Hoy hay un hiperpresidencialismo, una baja de la calidad legislativa y un "súper feudo" que repite historia: Provincia de Buenos Aires.
No se ha muerto el hiperpresidencialismo, un rey debe pactar con un marquesado, un condado, un ducado que se suman, y que tienen votos y pistolas. El 40% de los votos nominales de Argentina y 100.000 policías, casi soldados con pistola al cinto. Eso es El Conurbano. ¿Obedientes… autónomos? No me pregunte a mí, soy periodista.
El modo absolutamente irregular de las elecciones territoriales ha puesto las cosas tan patas hacia arriba que es muy difícil recuperar el equilibrio. Los Gobernadores fueron elegidos en una fecha diferente entre sí, también distinta al separarse de las elecciones nacionales. Los senadores y diputados nacionales en otra y… ejem, perdón… cuidado…
¡El presidente en otra…! El balotaje decidió por fuera del Congreso y de los Territorios. El poder del Congreso deviene de votos populares. El caso de Santa Fe puede servir. De los 19 diputados nacionales pocos son de Javier Milei. Con suerte, y si no se subdividen, son tres. Ninguno fue elegido en la misma fecha que el gobernador. Algunos no lo conocían.
Los senadores nacionales son tres. Uno es suplente por otro que ni siquiera asumió con convicción. La relación de todos ellos con el gobernador Maximiliano Pullaro es protocolar y será buena, cariñosa pero caramba: más de un millón de votos de los santafesinos consagraron al gobernador al que 19 diputados -si quieren- lo ignoran.
Milei ejerce el hiperpresidencialismo "pos peste", cuando las comunicaciones son diferentes y los mensajes de redes perturban la oscuridad de las maniobras. Es una presidencia caprichosa con vista a la calle. No tiene gobernadores, no tiene legisladores y quiere ser hiperpresidente. "Okeysss". Que lo haga. Que lo intente. El Congreso quiere ser "parlamentarista" y que todo se resuelva en un "te pido y me das, te doy y te pido"… y que no se sepa. No se puede. Todo se sabe. Todo. Que lo intenten. Están en su derecho.
Gobernar es poblar. Gobernar es educar. Gobernar es dar trabajo. Gobernar es conciliar posiciones. El poder absoluto no sirve para gobernar en democracia. Ya es tarde para derogar las Paso, el balotaje, las diferentes fechas de las provincias. Ya es tarde. Tan temprano y ya todo parece tardío.
Faltan Carnaval, Semana Santa, la cosecha. Falta tanto de 2024 y sin embargo todo parece tarde. En fin, faltan casi cuatro años de Milei. Casi cuatro años. Queda una duda que se debe despejar. ¿Tarde, quiere o no quiere decir "inarreglable"? También lo más profundo: ¿Qué quiere decir Democracia para el Señor Presidente?
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