El voto “no positivo” de Julio Cobos el 17 de julio de 2008 que le puso fin al conflicto desatado por la resolución 125 que regulaba las retenciones a las exportaciones del campo es, sin dudas, uno de los hitos más claros de la ruptura en las relaciones de la fórmula presidencial. El vicepresidente desempató los 36 votos por lado en los que se dividió el apoyo y rechazo al sistema propuesto por el entonces ministro de Economía Martín Lousteau. “Pido perdón si me equivoco, que me juzgue la historia, mi voto es no positivo, es en contra”, fue la fórmula elegida por el mendocino.
Y no era para menos. La estrategia inicial de Néstor Kirchner de intentar un enorme movimiento político “tranversal” que sumase a referentes de diversos sectores políticos -tal como alguna vez lo imaginara Raúl Alfonsín- terminaría en una enorme grieta que aún hoy no logra acercamientos.
En lo que quedaba de la presidencia de Cristina Fernández, la repulsa para Julio Cobos era enorme. Un ejemplo fue la suspensión de un viaje a China a inicios de 2019 porque según entendía la presidente su ausencia sería por "un lapso demasiado grande cuando quien ejerce la vicepresidencia del país no cumple el rol que le adjudica la Constitución Nacional". Cristina reconoció que "cualquiera puede ser opositor, pero no dentro del Gobierno". Sin embargo no le pidió la renuncia al cargo.
Posiblemente la continuidad de Julio Cobos como vice se fundara en el fantasma de Carlos “Chacho” Álvarez quien renunció a seguir acompañando al presidente Fernando de la Rúa al señalar un caso de corrupción en el Senado en el caso del pago de coimas a los senadores peronistas para el tratamiento de la reforma laboral. Fue un 6 de octubre de 2000 cuando el líder indiscutido del Frepaso se alejaba del cargo y, a la vez, hería de muerte a la gestión de “Chupete” de la Rúa. Lo que vendría después sería un tobogán hacia la crisis del 2001.
El sustento
En los papeles el cargo de vicepresidente busca dar garantía de continuidad al gobierno ante una eventual vacancia presidencial. Entonces, el vicepresidente está estrechamente unido a la figura del presidente. Por este motivo no caben en estas líneas la relación entre Alberto Fernández y Cristina Fernández puesto que se trató de una relación inversa. El poder era del segundo y el primero debió actuar como títere. Pero, tal como lo hemos vivido los argentinos en carne propia, en algunos casos las situaciones de vacancia o de crisis presidencial determinaron cambios significativos en la orientación política del gobierno. Y es que existe una ambigüedad institucional, en la medida que la oportunidad política del vicepresidente depende, en cierto modo, de la ausencia o fracaso de la cabeza de la fórmula.
No quiere decir que el vicepresidente apunte a la desaparición física del presidente pero sí que las crisis de gestión pueden alimentar e incrementar el valor del rango de segundo en el binomio. Como dijo el primer vicepresidente de los Estados Unidos de América, John Adams “como vicepresidente no soy nada, pero puedo llegar a ser todo”.
La actualidad
Por estos días, el conflicto entre Javier Milei y Victoria Villarruel desatado en el último tramo de la campaña presidencial se mantiene y crece. Cuando el presidente convocaba a multitudes motosierra en mano, no escapaba la presencia de banderas y carteles que apoyaban solamente a la vicepresidente. Ese pequeño resquemor inicial se tornó en un problema más grande que está afectando hasta la relación con la Cámara de Senadores.
Hay varios frentes en los que la vice disparó las alarmas en el Ejecutivo. Es que varias encuestas siguen midiendo muy bien a la referente del Partido Demócrata de la provincia de Buenos Aires. Es más, otra mujer, Patricia Bullrich sigue estando por sobre la imagen del presidente quien acusa, en las últimas semanas, algún efecto de malhumor social sobre su persona. Este margen de mayor apoyo popular es uno de los problemas que se detectan entre los integrantes de la fórmula ganadora en 2023.
Hay varios frentes en los que la vice Victoria Villarruel disparó las alarmas en el Ejecutivo.
Pero también el tratamiento de los sueldos de los integrantes de la Cámara Alta, la posición sobre la nominación para integrante de la Corte Suprema de Justicia del juez federal Ariel Lijo como ciertos “mimos” que comienzan a llegar desde el peronismo en la voz del senador formoseño José Mayans se suman a las imputaciones que algunos chambelanes hacen sobre la vice. Pero el peor frente es el que mantiene con “el jefe”, Karina Milei, que toma más y más distancia de Victoria Villarruel.
Finalmente la diferencia de agenda de la vicepresidente también molesta. La nueva advertencia de que dará lucha para que los “terroristas montoneros” tienen que estar “presos por ensangrentar nuestra Nación”. En un acto que tuvo lugar el pasado martes en el Congreso sostuvo además que “esta ha sido la lucha más importante de mi vida”, manifestó la vicepresidenta. Y agregó: “No sería la misma persona hoy si no hubiese persistido en esta batalla tan desigual contra lo más oscuro de la maldad humana”. Este comportamiento ha sido interpretado como un intento de diferenciarse y ganar protagonismo.
Debido a los temperamentos de ambos, seguramente las disputas internas se mantendrán en el tiempo. Lamentablemente debido a la debilidad política de La Libertad Avanza, los cruces producidos y los por venir, seguramente seguirán mellando una fuerza que necesita trabajar con la suma y no con el signo menos.
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