JOSÉ CÁNDIDO, SABALERO ETERNO
"Estoy un poco lastimado, pero no estoy muerto. Me recostaré para sangrar un rato. Luego me levantaré a pelear de nuevo. ¡Vamos Colón!".
UN LECTOR
"Quiero referirme al estado calamitoso de la Ruta Nacional 11, que más que nacional es internacional. Realmente, da vergüenza. Uno hace 300 kilómetros y se queda con la mitad del auto; la otra mitad queda destruida en los pozos, en los baches, en los cráteres que tiene. La impotencia que uno siente es muy grande. No entendemos por qué el Estado no la repara y no coloca estaciones de pesaje, balanzas. La ruta está siendo destruida por el tránsito de camiones de carga, muchos de ellos extranjeros; es decir que le estamos bancando el transporte a empresas que no son argentinas. Incomprensible. Opino que los funcionarios que se encargaron de Vialidad Nacional, en las últimas décadas, deberían ser juzgados por incumplimiento de los deberes de funcionario público. Juicio administrativo y civil. No hacerlos renunciar. Y ver qué hay detrás de la ausencia de balanzas. ¿No tendrá que ver con la sobre o subfacturación de granos en los puertos?, en que ya viene escondido el peso del grano que transportan desde su origen... Otra explicación no hay… Paralelamente, como la ruta 11 está intransitable mucha carga está viniendo por la ruta 1, desde Reconquista hacia el sur: eso provoca que la ruta 1 tenga poca vida, porque ya se está destruyendo. O sea que los que queramos viajar vamos a tener que hacerlo en helicóptero...".
MARIO PILO
"Hoy hay una especie de hartazgo del vivir así, limosneando, al Estado, a las financieras, a los bancos, a la familia, a los amigos, un lamentable estado de administración de la pobreza: social, familiar, individual. Aproximadamente el 50 % de la llamada clase media ha descendido, cuanto menos a clase media baja, cercana al nivel de clase pobre alta, diríamos en sociología. Esa triste expresión, que no es tristeza de un pueblo, es impotencia, dolor, deseos solo de huir. ¿Lo lograron los militares, o Alfonsín o De la Rúa, o el propio Macri? No. Los 20 años de kirchnerismo sí. Han logrado el modelo de país fracaso, de país periférico, gobernado por un títere que ni siquiera sabe hacer las cosas. Y salir costará no menos de un lustro, de sangre, sudor y lágrimas, como decía Winston Churchill".
FERNANDA COLLINAO
Desde el momento de elegir la carrera los politólogos y politólogas nos enfrentamos a la pregunta "¿y ustedes qué hacen?". Durante años no me interesé por respuestas precisas y solo me preocupé en complacer al interlocutor. Es más: estoy convencida de que mi abuela falleció pensando que su nieta era periodista, gracias a un trabajo en el que ella me veía hacer entrevistas por todo el país, pero ese es otro tema.
El 29/11, Día del Politólogo, leí un posteo genérico de saludo o felicitación y caí en que este día, con este contexto social, sí puede empezar a haber una respuesta concreta.
Aprendí que la Ciencia Política está sumamente asociada a los valores democráticos; por ende, al poder del pueblo, a la importancia de lo público, y eso hace que me cueste entender esta nueva moda de gente que estudia esto queriendo ser CEO de una multinacional. Y no porque piense que los CEO's no sean necesarios, sino porque sospecho que, si la política se vincula con todo eso, probablemente cuando diagramen una política pública y redacten un proyecto de ley van a estar calculando su rentabilidad y no van a contentarse solo con pensar que el producto de ese proceso es que una persona tiene un problema resuelto, que lograron mejorarle la calidad de vida a alguien, que el país ganó -y no perdió- más soberanía.
El politólogo no tiene que ser ni totalmente del ágora ni de la biblioteca, decía Sartori, pero las dos cosas son muy necesarias. Es imposible que, sentados detrás de un escritorio, transitando por la vida con tapones en los oídos, alguien se pueda emocionar con lo que sucede alrededor. ¿Cómo el Estado va a ser sensible si quienes lo componen son alexitímicos? Porque nuestra unidad de trabajo es el problema social y detectarlo significa que se vienen meses de trabajo, en los que vamos a procesar cantidades ridículas de datos, para aplicar la política comparada, los tableros de control y las herramientas de comunicación y así poder entregarles a nuestros jefes lo que creemos que es nuestra batalla por la patria: una propuesta que lo entretenga lo suficiente como para que termine su lectura, que lo convenza de la importancia del asunto, que tenga el justo sustento teórico para no asustarlo y, sobre todo, que le produzca unas ganas locas de ejecutarla.
El politólogo, gracias a su ideología y a la gimnasia de ganar o perder en elecciones institucionalizadas, también es alguien que sabe lidiar con la frustración de su idea encajonada, desfinanciada y que conoce como nadie la espera paciente a una nueva gestión que se la reviva.
La ciencia política es una carrera modesta; la desempeñada en el ámbito público o académico aún más. Está hecha por profesionales soberbios por querer que sus programas lleguen a toda una comunidad, obstinados por saber que lo que hagan nunca va a ser suficiente y tercos como para seguir formándose. Los politólogos, en conclusión, son estudiantes con ganas de cambiar el mundo, en tránsito a convertirse en profesionales con vocación de servicio y, cuando eso ya no les pase, cuando ya no se conmuevan con lo que pasa en sus esquinas, felicidades: la ciencia política ofrece un océano de espacios para descubrir y desempeñarse.
(*) Lic. En Ciencia Política. Mg. en Periodismos y Medios de Comunicación
MARTA SNAIDERO
"No le dés de que quejarse y cuando quiera enojarse, vos te debés encoger, pues siempre es güeno tener palenque ande ir a rascarse" (José Hernández).
¿Y qué se hace con eso en estos tiempos? ¿Adónde recurrir cuando V. S. se toma años para "leer" un caso, dictar un decreto, resolución o fallo?
¿Quién es responsable del tiempo perdido para actores/demandados y de las actualizaciones de cifras reclamadas que empiezan p. ej. en moneda de curso legal y con el correr de años pretenden cobrarse en dólares?
Mientras expedientes "duermen" en casilleros, fallecen involucrados; se presentan quiebras; aparecen "nuevos" herederos; desaparecen bienes por testaferros; testigos se arrepienten; abogados renuncian; se presentan recusaciones; excusaciones y así puedo seguir mencionando actos que solo terminan perjudicando a quienes acudieron en busca de justicia o se merecen que ésta sea imparcial.
Incidentes engrosan fojas, nuevos gastos y honorarios, cifras de embargos más intereses y costas, oficios mal diligenciados, todo el sainete que no provoca risa, no es de corta duración y supera cualquier drama de una cruel realidad.
¿Cómo hacerse "amigo" en estas condiciones?
Un amigo no traiciona, no tiene intereses creados, intenta componer y que nadie te saque ventaja, es leal a sus principios y si cometes un error, no disfraza la manera de hacértelo ver, no le muestra tus cartas a tu enemigo, siempre te da una oportunidad de prolongar la confianza que le depositaste.
La Justicia en Argentina ha perdido la venda; la balanza que sostiene, su peso; la espada, el filo; es violada...
Pero lo trágico es que perdió su objetivo: satisfacer las necesidades de las partes en disputa, regulando el proceso de comunicación y conduciéndolo a una solución, en la que todos ganen, o al menos queden satisfechos.
GRISELDA SGUAZZINI
El domingo pasado, al mediodía, tuve un accidente doméstico y dado que los dolores no cesaban concurrí a Traumatología del Sanatorio Garay.
Por este medio, quiero resaltar la excelente y diligente atención que me dispensaron. Gracias a la doctora que me asistió, Paula Gómez, quien en su Día del Médico estaba allí en plena labor. También agradezco a los empleados de la recepción, que respetuosa y delicadamente me recibieron y ayudaron a trasladarme, y al radiólogo.
Considero propicio dar a conocer buenas experiencias como esta, cuando se recibe buena asistencia profesional, con calidez y celeridad.
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