El rincón donde nuestros lectores expresan sus ideas, inquietudes y opiniones sobre los temas que nos atraviesan. Este es tu espacio para hacerte escuchar.
AYELÉN VILLAVERDE
"Estoy sin trabajo y empecé a ir a las ferias nuevamente. Con sumo respeto les pido a los santafesinos, a quienes quieran colaborar conmigo, que tengan cosas que no usen (como ropa, calzados, carteras, adornos o lo que sea), si me las donarían, para poder ganarme la vida vendiéndolas. Sería una ayuda enorme para mí. Yo misma puedo ir a buscarlas. Mi número es 342 4427211. Desde ya muchísimas gracias".
ENRIQUE DE B° SUR
"Por este medio, reclamo a la Municipalidad de Santa Fe que solucione la falta de luz en calle Francia, entre General López y Monseñor Zazpe. La farola de mitad de cuadra está quemada y la que está más cerca de Monseñor Zazpe está apoyada precariamente sobre el balcón de una vivienda: hace un año se cayó el poste que la sostenía y se lo llevaron para poner uno nuevo al otro día. Eso sí: .... no se sabe de qué mes ni de qué año... Esa prende en forma intermitente, si hay buen tiempo. Hay varios reclamos, uno de ellos tiene el N° de expediente 20315. Muchas gracias por la publicación".
LIDIA, UNA JUBILADA
"Alguien debería hacer algo con las motos con escape libre en la costanera. No puede ser que la Municipalidad mire hacia otro lado cuando un energúmeno genera contaminación auditiva poniendo su moto a rugir sin importarle nada. No puede ser que nadie pueda hacer nada. Ni la policía, ni la Municipalidad han podido parar este tipo de desmanes. Cuando las familias santafesinas, movidos por el gran calor en sus viviendas acuden a la costanera para tener un poquito de fresco y de paz, aparecen los inadaptados de siempre, queriéndose hacer ver por vaya a saber qué tipo de admiración, si por las chicas o por los chicos. Querer llamar la atención de todo el mundo se llama egocentrismo, o debe ser alguna enfermedad contemplada en la psiquiatría o no. Pero lo cierto es que marche preso, eso no puede controlarse. Al menos en la costanera santafesina...".
ROBERTO SÁNCHEZ
Me percibo como un simple e ignoto espectador (en ocasiones víctima) de las turbulencias que generan los cráneos de la economía, para encarajinarnos la vida diariamente, con la perseverancia de hablar estupideces y de fomentar expectativas grandilocuentes. Eso, con el objetivo de calmar los mercados; aunque parece que logran el efecto contrario. No funcionan, evidentemente, pero son infinitas…
Ahora inventaron letras al 40 % anual en pesos, con vencimientos cortos, ligados a la variación del dólar para que el monto no termine yendo al paralelo (inflación encubierta). Si no, salgan a la calle con $ 200.000 y verán que en menos de 5 cuadras se quedaron sin dinero. Mientras, tiran noticias de desregulaciones que a la gente en lo inmediato no les benefician en nada. Incluso, la selección de fútbol les aportará un poco de oxígeno por unos días; pero cuando llegue la hora de la apertura de los mercados, hasta doña Rosa empezará a temblar.
Además, se persiguen. Están paranoicos con un Golpe. Busquen otros argumentos.
Los vote y los votaré, pero sean más creativos no mientan.
OCTAVIO G.
Otra vez el tren delantero de mi auto debe ser reparado. Le pregunto al intendente si me ayudará a abonar los respectivos costos: porque los pozos que hay por todas partes son los grandes generadores de este tipo de roturas.
Siempre veo camionetas de la Municipalidad recorriendo las calles de la ciudad y me pregunto ¿estarán evaluando los lugares más urgentes para tapar baches, o estarán paseando, o haciendo vaya a saber uno qué cosa? Nótese que se trata de vehículos, combustible y sueldos que pagamos los ciudadanos…
¡¡¿Quién podrá defenderme?!! ¿A quién le llevaré la factura del mecánico? ¿Quién se hace cargo de las consecuencias por el mal estado de las calles santafesinas?
Por otra parte ¿dónde están los concejales que supimos conseguir? ¿Qué hacen en sus días de labor, si la tienen..?, ¿trabajan? ¿Sobre qué cosas discuten? ¿No transitan ellos mismos la ciudad con sus vehículos, o se trasladan en ómnibus? (que, por otra parte, si suben a un colectivo, maltrechos como están, se darían cuenta de que solo los usan los padecientes habitantes, que no tienen otra opción).
La verdad es que: marche preso. Los pozos y los baches no tienen solución. Al menos en la ciudad de Santa Fe….
UN LECTOR
El presidente Milei sigue poniendo en marcha medidas contra los viejos y los enfermos. Asimismo -y junto a los gobernadores que supimos conseguir- instaló nuevamente el Impuesto a las Ganancias. Echaron a empleados que trabajaban desde hacía veinte años en organismos que los necesitaban. Dejó a miles de personas sin trabajo, por no generar más obras y menos que menos empleos. Mientras, en el Congreso se debaten pavadas y votan a favor de todas las medidas que propone el presidente.
Todo esto no es ni más ni menos que lo que la gran parte del pueblo argentino quería. Todos, sí: todos sabíamos que este hombre, el presidente Milei, no está en sus cabales. Hay un siempre vigente refrán que reza: "No tiene la culpa el chancho, sino el que le da de comer". En efecto, esto que vivimos no ha nacido por generación espontánea: es el fruto de la más irracional de las percepciones de la sociedad argentina.
Insisto: todos sabíamos qué clase de personalidad tenía el presidente; aun antes de que se postulara como candidato. Pero el odio fue más fuerte. Todos se justifican explicando que era necesario por lo de "la chorra, los chorros..." y demás fundamentos para acabar con el peronismo.
Digo: claro que se puede estar en contra de un partido político; pero de ahí a votar a tu propio verdugo, eso es autocastigarse, autoflagelarse y, de paso, nos arrastraron a todos los argentinos. Pero hay quienes lo padecen especialmente, como los abuelos, los enfermos, los pobres, los más vulnerables. Es criminal lo que se está haciendo… Pero es así: pusieron en el trono a nuestro mismísimo verdugo.
(Crónica creada y escrita por José Luiz Ricchetti, escritor brasileño)
Hay un silencio que llega con los años, y no es solo la ausencia de ruido, sino la suave transición entre lo que éramos y lo que nos hemos convertido. A los 60 años, empiezas a sentir la sutileza del desapego. La pieza que antes palpitaba con tus ideas, ahora parece lleno de voces que ya no piden tu opinión. No es un rechazo, es el ritmo de la vida en el camino.
A los 65 años, te das cuenta de que el mundo empresarial, que alguna vez fue tan vital, está en constante cambio. Él sigue, indiferente a lo que hiciste o no hiciste. No es una derrota, es una liberación. Este es el momento de mirarte a ti mismo, despojarte de tu ego y revestirte de serenidad. Ya no se trata de probar, sino de enseñar, compartir, ser mentor. El verdadero logro no es lo que presumes, sino lo que inspiras.
A los 70, la sociedad parece olvidarte, pero de verdad? Quizás sea solo una invitación a reevaluar lo que realmente importa. Los jóvenes no te reconocerán por lo que eras, y eso es una bendición disfrazada: ahora puedes ser quien eres. Sin máscaras, sin títulos, sólo la esencia. Los viejos amigos, aquellos que no preguntan "quién eras" sino "cómo estás", se convierten en joyas preciosas, diamantes que brillan en el ocaso de la vida.
Y luego, a los 80 o 90 años, es la familia la que, en las prisas, se aleja un poco más. Pero ahí es donde la sabiduría nos abraza con fuerza. Entendemos que el amor no es posesión; es libertad. Tus hijos, tus nietos, siguen sus vidas, como tú seguiste la tuya. La distancia física no disminuye el afecto, pero enseña que el verdadero amor es generoso, no exigente.
Cuando la tierra finalmente te llame, no hay motivo para temer. Es el último baile de un ciclo natural, el cierre de un capítulo escrito con sudor, lágrimas, risas y recuerdos. Pero lo que queda, lo que nunca será realmente eliminado, son las marcas que dejamos en las almas que tocamos.
Por eso, mientras haya aliento, energía, mientras el corazón lata constantemente, vive intensamente. Abraza los encuentros, ríe a carcajadas, disfruta de los placeres simples y complejos de la vida. Cultiva tus amistades como quien cuida un jardín. Porque, al final, lo que queda no son los logros, ni los títulos, ni los aplausos. Lo que queda son los vínculos, los momentos compartidos, la luz que difundimos.
Sé luz, sé presencia y serás eterno.
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