En nuestra entrega anterior, hacíamos una última acotación sobre la presencia de los nazis en nuestro país, mencionando el enorme acto realizado por esa estructura política en el Luna Park de Buenos Aires el 10 de abril de 1938. Según un artículo periodístico de Agustina Larrea publicado años atrás (*), para festejar la anexión de Austria a la Alemania nazi, una multitud se congregó en el tradicional estadio porteño. Allí hubo cánticos a favor del Führer, souvenirs y hasta dos muertos. Paralelamente, las protestas y movimientos estudiantiles que se oponían fueron reprimidos por la policía.
Se trata del acto nazi más multitudinario fuera de Alemania del que la historia tenga registro y fue la celebración del nazismo local por el llamado Día de la Unidad Nacional. "La cita estaba prevista para las diez de la mañana de ese mismo 10 de abril. Media hora antes, las puertas del Palacio de los Deportes se abrieron para recibir una multitud de alemanes, austríacos y argentinos. Entre doce y veinte mil personas llegaron hasta las proximidades de Corrientes y Bouchard. Contaban con la venia de la jefatura de policía, que dos días antes había accedido al pedido de la comunidad austro alemana para realizar el acto", reconstruyen los periodistas Guido Carelli Lynch y Juan Manuel Bordón en su libro "Luna Park: El estadio del pueblo, el ring del poder" (Sudamericana).
Minutos después, en la Plaza San Martín, a pocas cuadras del mítico recinto, la Federación Universitaria Argentina (FUA) intentaba llevar adelante un acto de desagravio, que terminó con dos muertos, una dura represión policial, heridos y disturbios. Hubo personalidades de la política local, como el gobernador de Buenos Aires, Manuel Fresco (siempre señalado por sus vínculos nazis), y su ministro de Gobierno, Roberto Jorge Noble, fundador del diario Clarín y director del mismo durante décadas.
Mirá tambiénSantafesinos en los congresos contra el racismo y el antisemitismo, años 1938 y 1939 (Parte I)El diario Crítica, creado y dirigido por Natalio Félix Botana, señalaba que dentro del Luna Park y en los alrededores se vendían postales, insignias y banderas nazis como souvenirs, mientras que La Nación puntualizaba con lujo de detalles la fastuosidad, así como el gigantismo de la ornamentación y la parafernalia. Era una copia fiel de las grandes concentraciones nazis observadas en Alemania: carteles con cruces esvásticas, consignas en alemán con letras góticas, uniformes, clarines, himnos y música con canciones patrióticas alemanas, vítores al Partido Nazi y aplausos masivos al "Heil Hitler".
Observar las fotos de la época es impactante, e indudablemente atroz pensar que ese tipo de manifestaciones se hacían con el aval gubernamental y eran capaces de movilizar multitudes. Para el lector "imparcial", es innegable que dicho acto pudo causar una gran impresión ante tamaña demostración de fuerza, y quizás algún gesto de simpatía ante tal despliegue de organización y "orden".
La Guerra Civil Española (1936-1939) también impactó fuerte en la sociedad argentina, con una colectividad española numerosa, porque se presumía que vaticinaba otra (**). El nacionalismo le dio a la militancia católica una perspectiva política concreta: el Nuevo Orden fascista se identificaba, a prima facie, con el Reinado de Cristo. Católicos y nacionalistas compartiendo un estilo político de movilización, pelea y polémica, coincidían en enemigos: liberalismo, laicismo, comunismo, masones, judíos. Eso contribuyó a intensificar un antijudaísmo católico.
La Fronda, expresión cabal del pensar tradicionalista, anticomunista y antisemita argentino, predicará la necesidad de "salvar a España del caos marxista de los bárbaros moscovitas, del judaísmo expulsado de la madre patria". Para este espacio, la vía pública era el lugar de combate. Eso llevaba a que se realizaran -cada vez más frecuentemente- ostentaciones de su poderío y capacidad de movilización y agitación, que se traducían en provocaciones en los actos de la izquierda y agresiones de toda clase.
Entre las diversas agresiones pueden citarse las pintadas injuriosas y agresivas a instituciones judías (como templos, escuelas y clubes), la rotura de vidrieras a comercios, volanteadas y amenazas. Los agravios incluían enfrentamientos callejeros en los que, la mayoría de las veces, contaban con la venia -y cuando no- la protección policial y judicial. Por lo general, los detenidos por la policía y los procesados que debían comparecer ante los estrados judiciales no eran esas bandas provocadoras y bravuconas, sino los agredidos.
Comenzada la Segunda Guerra Mundial, en el gobierno coexistieron las tendencias aliadófila y pro-Eje. Investida la neutralidad, la agitación político-propagandística de ambos bandos es notoria. Mientras se comercia con Gran Bretaña, numerosas empresas ligadas al nazismo operan localmente. En el citado acto del Luna Park, una de las demostraciones pro-nazis más grandes fuera del escenario alemán, resaltó la profusa exhibición de banderas con la cruz gamada y otros símbolos.
Paralelamente miles de Juntas para la Victoria -colaboración civil a los Aliados, especialmente con la Unión Soviética- nacen hasta en pueblos como Moisés Ville (menos de 3.000 habitantes) o Rivera, ambas colonias judías. Además, no todos los católicos fueron reaccionarios de derecha. Entre 1941y 1948, por ejemplo, se distribuyó la revista Orden Cristiano, una publicación católica, antifascista, liberal y democrática que contaba entre sus mentores con el ingeniero Augusto Durelli, intelectual que negaba la vinculación entre catolicismo y nacionalismo.
El 4 de junio de 1943 otro golpe de Estado reflejará el típico modelo de Estado corporativo de los años 40. Con la retórica militar propia de entonces planteó fuertes prohibiciones a las libertades y un severo control político. El gobierno militar pro-Eje (gobernó unos meses de 1943) ejerció una modalidad totalitaria. En 1944, un recambio ministerial atenuó su extremismo y rompió tardíamente (marzo de 1945) la neutralidad pro-Eje de la política exterior (e interior) argentina durante el conflicto armado.
Aunque fue un periodo duro para la izquierda, según testimonios de la época, muchos judíos adhirieron a esas posiciones: era la Unión Soviética la única fuerza política que combatía dignamente al nazismo, motivo para volcar sus simpatías hacia el comunismo. En 1947 recrudeció la actividad antisemita de la Alianza Libertadora Nacionalista. En muchos lugares aparecieron pintadas con la consigna "Haga patria, mate a un judío", se registraron bombas contra diversas instituciones y redoblaron las críticas a la "oligarquía liberal, judía y comunista".
La provincia de Santa Fe no quedó al margen de estas situaciones, pero entre 1931 y 1935 fue una "rara avis" en el esquema político nacional. La Alianza Civil (PDP más PS) ganó las elecciones de 1931 y Luciano Molinas asumió la gobernación. Su breve gestión fue francamente reformista y progresista.
(*) Publicado por Infobae el 4 de marzo de 2020, bajo el título "La impactante celebración nazi en el Luna Park: cuando miles de argentinos usaron esvásticas y vivaron a Hitler".
(**) "La guerra civil española y la sociedad argentina". Ver: https: //fci.uib.es/ Servicios/libros/veracruz/Casas/La-guerra-civil-espanola-y-la-sociedad-argentina. Universidad de las Islas Baleares. Cátedra Iberoamericana.
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