Por Iván Ambroggio (*)
Por Iván Ambroggio (*)
En 1982 la Argentina se encontraba en tensión con Chile, por límites territoriales. En ese mismo momento, la dictadura militar dio luz verde para ejecutar la "Operación Rosario" cuyo objetivo era recuperar las Islas Malvinas.
La disputa de soberanía entre la Argentina y el Reino Unido por islas del Atlántico Sur tiene su origen el 3 de enero de 1833, cuando el Reino Unido, quebrando la integridad territorial argentina, ocupó ilegalmente las islas y expulsó a las autoridades argentinas, impidiendo su regreso y la radicación de argentinos provenientes del territorio continental. Desde entonces, la Argentina ha protestado regularmente la ocupación ilegal británica. Pero ni la Resolución 2065 de la Asamblea General de la ONU, ni la Resolución 502 del Consejo de Seguridad pudieron evitar el derramamiento de sangre que produjo el choque armado que tuvo su origen el 2 de abril de 1982. La guerra duró 74 días. Culminó el 14 de junio con la rendición de Mario Benjamín Menéndez ante Jeremy Moore.
En materia de Defensa, un estudio del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, reveló la diferencia de capacidades militares de los Estados beligerantes en la Guerra de Malvinas. Los datos son abrumadores: el Reino Unido envió 327.600 efectivos al teatro de operaciones, mientras que la Argentina envió 180.500. El dato cualitativo que incrementa la brecha es que los británicos eran profesionales, mientras que en las filas argentinas había conscriptos. No obstante, a pesar de las diferencias exhibidas, años después de la contienda bélica apareció un libro de Julian Thompson, comandante británico en la guerra de 1982, titulado "No Picnic", en clara alusión al coraje de los combatientes argentinos y al despliegue extraordinario de la fuerza aérea argentina.
Tras la rendición, en Argentina se creó por decreto la comisión de análisis y evaluación de las responsabilidades políticas y estratégico militares en el conflicto del Atlántico Sur. El producto de esta Comisión fue el Informe Rattenbach, un material oficial que explicita las irresponsabilidades políticas, militares y estratégicas de la dictadura militar en la Guerra de Malvinas. Sus páginas exponen los errores cometidos y revelan que la guerra fue una búsqueda desesperada de legitimidad de un gobierno militar en declive, que embarcó al país en una aventura castrense que tuvo un costo irreparable de 649 argentinos muertos, que lucharon por la soberanía de su Patria. A este número hay que agregarle los suicidios posteriores al choque armado. Los caídos del Reino Unido fueron 255 y el número de suicidios también fue elevado, lo que permite concluir que ganar en el teatro de operaciones no evita que algunas personas decidan apagar sus vidas por el tormento de los recuerdos.
Margaret Thatcher cambió sangre por votos, cuando decidió bombardear al crucero General Belgrano y hundir el proceso de paz en las aguas del Atlántico, justo cuando el presidente de Perú, Fernando Belaúnde Terry, mediador en el conflicto, anunciaba en una conferencia de prensa en Lima, que la paz era inminente. Este cruel torpedeo tuvo lugar cuando el buque argentino navegaba fuera de la zona de exclusión y rumbo al territorio continental. Dejó un saldo de 323 muertos, lo que le posibilitó a la "Dama de Hierro" incrementar su imagen, su intención de voto y ser reelecta.
En la Argentina, en cambio, la derrota militar significó el comienzo del fin de la dictadura y el advenimiento de la democracia, que llegaría en 1983 con el arribo de Raúl Alfonsín a la Casa Rosada por el voto popular.
En materia de Defensa no hay que olvidar que la Doctrina Monroe y el TIAR, que sirvieron de combustible -junto con el Plan Cóndor- para potenciar las bravuconadas de los dictadores argentinos merced a cálculos erróneos, brillaron por su ausencia en el conflicto.
La Argentina basa su posición y reclamos en el principio del uti possidetis iuris, el principio de integridad territorial, en que las islas se encuentran dentro de la Plataforma Continental argentina y en la ocupación que fuera ininterrumpida hasta la usurpación británica en 1833. El Reino Unido apela sistemáticamente al principio de autodeterminación de los pueblos, que no aplica en la cuestión Malvinas por tratarse de una población implantada por el mismo Estado que usurpó los archipiélagos. Es importante señalar que los isleños no pudieron votar en el referéndum del Brexit celebrado en 2016, que concluyó con la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) y un golpe a la economía de las islas, debido al acuerdo posbrexit entre UE y el Reino Unido que dejó al archipiélago sin beneficios comerciales, impositivos y aduaneros en el intercambio con ese bloque comunitario.
Las cuantiosas resoluciones de la Asamblea General y el tratamiento de la disputa de soberanía en el Comité de Descolonización, se complementan con el respaldo de los países de América Latina a los legítimos derechos de soberanía de Argentina, y el llamado a la reanudación de negociaciones es compartido por la OEA, el G77 más China, y otros foros multilaterales y regionales. Hace unos días, el Gobierno argentino consiguió el apoyo de los jefes de Estado reunidos en la XXVIII Cumbre Iberoamericana, que se realizó en República Dominicana, sobre el pedido de reinicio de negociaciones con el Reino Unido por la soberanía de las Islas Malvinas.
Contar con una base de apoyo en el Atlántico Sur es un objetivo estratégico para el Reino Unido, en virtud de la lucha mundial que se avecina por el agua dulce. Un informe de ONU calcula que ya hay 2 mil millones de personas en el mundo que no tienen acceso al agua potable. La proximidad de las islas con la Antártida, el Acuífero Guaraní, la selva amazónica y los hielos continentales de Argentina y Chile (todas reservas de agua dulce importantísimas del planeta), parecen ser motivos suficientes para destinar recursos económicos y militares a esta causa.
Los avances científicos y tecnológicos tendrán un rol protagónico. Cuando los costos de desalinizar del agua de los océanos disminuyan (como sucedió con internet), los intereses en el tablero mundial y los del Reino Unido, en particular, seguramente se alterarán. Cuando el Reino Unido logre transformar el agua salada que rodea su territorio en agua potable (como lo hace Israel) a bajo costo, tal vez decida replicar la retrocesión de Hong Kong a China que efectuó en 1997, y devuelva las Islas Malvinas, a su legítimo dueño: la República Argentina. Ese día se cumplirá el objetivo fijado en 1994, en la Disposición Transitoria Primera de la Constitución argentina.
Ese día la congoja y la esperanza se abrazarán y el pueblo argentino honrará extasiado a quienes marcharon con sus mochilas repletas de gloria y honor a defender su pabellón nacional en la perla austral.
(*)Analista internacional, docente universitario especializado en Defensa en EE.UU; autor del libro "Malvinas; un pretexto para legitimar a un gobierno totalitario". En 2019 viajó a las Islas Malvinas.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.