Adepa
El domingo 27 de marzo de 2011 quedará inscripto en la historia de la democracia argentina como uno de sus días más oscuros en materia de libertad de expresión. El derecho de los ciudadanos a informarse, presupuesto básico del sistema democrático, fue avasallado ante una indiferencia manifiesta y sospechosa del gobierno.
La pasividad policial frente al bloqueo que impidió la distribución de los ejemplares del diario Clarín constituye uno de los mayores atentados a la libertad de prensa que se haya registrado desde 1983 a la fecha. El Poder Ejecutivo ha desconocido lo ordenado por la Justicia. Los pilares republicanos se han resquebrajado en la Argentina.
La obstrucción de la planta impresora de Clarín es el último eslabón de una larga cadena de ataques a la libertad de expresión. En los últimos cien días hubo una escalada de agresiones contra el periodismo independiente y otras manifestaciones de la libertad de expresión.
A mediados de diciembre pasado, la planta de AGR, que imprime las revistas Viva para Clarín y Rumbos para 19 diarios de distintos puntos del país, permaneció bloqueada por una semana. Impedir la circulación de diarios es un delito previsto en el Código Penal. Por lo tanto, el juez Gastón Polo Olivera prohibió los bloqueos, entendiendo que el eventual derecho a manifestarse no puede cercenar la libertad de prensa, y notificó su pronunciamiento a la ministra de Seguridad, Nilda Garré. No obstante, el 14 de enero se produjeron nuevas obstrucciones; esta vez afectando la distribución de los diarios Clarín y La Nación. La Justicia volvió a pronunciarse en el mismo sentido y, doce días más tarde, los bloqueos afectaron a una decena de diarios de la ciudad de Buenos Aires. El 17 y el 18 de marzo el jefe de prensa de la CGT y su titular lanzaron múltiples amenazas dirigidas a la prensa.
Este conjunto de medidas de acción directa y actos de intimidación tuvo como respuesta oficial el silencio y la inacción. El gobierno no debe vulnerar la libertad de expresión ni tampoco debe abstenerse de actuar cuando otros la vulneran o hacen uso de la fuerza que tendría que monopolizar el Estado.
El último acto de esta lamentable saga enciende una alarma que deberían atender todos los ciudadanos. Lo que se está vulnerando en nuestro país es la libertad sobre la que se apoya el resto de las libertades, las que suelen apreciarse debidamente cuando se pierden. Hoy se asfixió a la madre de todas ellas. Mañana puede ocurrir lo mismo con todas las demás.