Por Roberto Casabianca (bioquímico)
Por Roberto Casabianca (bioquímico)
Tomando como respuesta a la pandemia de Covid-19, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha dispuesto medidas en contra de los derechos humanos. ¿Por qué? Porque con las modificaciones hechas al Reglamento Sanitario Internacional (RSI) y el nuevo Tratado de Pandemias Global (TPG), la OMS busca responder a las pandemias futuras favoreciendo el desarrollo e incorporación de las inyecciones génicas (mal llamadas "vacunas"), que son producto de las grandes farmacéuticas y que, según la declaración de médicos y científicos de todo el mundo (apoyados por cientos de firmas de los mismos) donde expresan que, causan efectos negativos.
Justamente, estos últimos aclaran que: "Examinando los informes de CDC VAERS (sigla en inglés del Sistema de Notificación de Eventos adversos a las Vacunas), el sistema británico de Tarjeta Amarilla, el Sistema de Monitoreo de Efectos Adversos Australiano, el sistema de Eudravigilancia Europeo y la base de datos de Vigiaacces de la OMS, hasta la fecha ha habido más de 11 millones de efectos adversos y más de 70.000 muertes relacionadas con inoculaciones para los productos conocidos como vacunas Covid 19".
Sabemos que estas cifras apenas representan entre el 1 y 10% de todos los eventos reales. Al no ser definidos con absoluta precisión los términos "pandemia" y "emergencia de salud" que utiliza en estos documentos la OMS (los que tendrán que ser aceptados por los estados miembros y que serán legalmente vinculantes si no se renuncia a ellos), sus decisiones deberán ser implementadas a partir de las opiniones de su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, que no solo puede tener en cuenta la gravedad sino también una rápida propagación, una característica de los virus respiratorios comunes.
Sugestivamente, la OMS cambió su definición de "pandemia" a "una epidemia mundial de una enfermedad" que, al no especificar si se trata de una enfermedad grave que causa una alta morbilidad, hace que casi cualquier cosa podría adaptarse al criterio de una pandemia. Pretender que una amenaza compartida requiere una respuesta compartida, es ignorar que casi nunca se comparte por igual entre diferentes regiones.
Al insistir en que el remedio es el mismo en todos lados, deja de tener en cuenta un concepto fundamental ya que, los riesgos varían mucho de una nación a otra, de una región a otra, de una persona a otra. El TPG que le otorgaría el poder absoluto a la OMS sobre la bioseguridad global, además de ser un ataque directo a la soberanía de los estados, es un ataque a la autonomía corporal.
En nombre de mantener todo a salvo de la infección por Covid-19 ya intentaron justificar los ataques sin precedentes a la democracia, a las libertades civiles y a las personas, incluidos el de poder elegir su propio tratamiento médico y ocultando -además- las curas exitosas, como las que utilizaron Ivermectina, Dióxido de Cloro, Ibuprofeno inhalable e Hidroxicloroquina. De lograr sus propósitos, lo que se definirá en mayo de 2024 en su asamblea anual, frente a la indolencia del arco político, conseguirán un cambio extremadamente grande y peligroso para la salud pública con lo cual pueden lograr que enfermedades habitualmente endémicas y comunes, sean consideradas como brotes de nuevos patógenos favoreciendo a las empresas farmacéuticas.
El contrato "secreto" de Pfizer, que ha salido a la luz, muestra como se ha entregado a los países una formula experimental en la que no se hacen cargo de nada, aceptada y estimulada por la OMS y los organismos nacionales de control para evitar que se inyecten tóxicos, fueron "salteados" y los responsables en silencio o justificándolo.
En síntesis, la OMS ha redactado un TPG que en caso de aprobarse como parecería, le otorgará un poder absoluto sobre la bioseguridad total como, disponer las vacunas obligatorias y entre ellas las inyecciones genéticas de ARNm con todo el daño que han provocado, exigir pasaportes de vacunas y cuarentenas o encierros obligatorios sin fundamentos con su cuota de destrucción de las economías y el daño a la educación de niños y jóvenes, definir como deberá ser la atención que brinden los profesionales de la salud, utilización de barbijos sin utilidad demostrada, etc.
Esto cambiará el panorama mundial y terminará despojándonos de nuestros derechos y libertades más básicos lo que, se transformará en un ataque directo a la soberanía en salud y a nuestra autonomía corporal. No se puede justificar el otorgamiento de semejante poder a la OMS a partir del Covid-19 solo potencialmente mortal para ciertos grupos vulnerables, sobre todo teniendo en cuenta los muchos errores inexplicables en esta y otras pandemias y el pasado del propio Ghebreyesus, que muestra ser muy turbulento como ya lo adelantara en una opinión anterior en El Litoral (31 de enero de 2024).
Queda claro entonces que el poder que se le otorgaría, no tiene nada que ver con que esta organización sea la más calificada para tomar decisiones en salud que nos protejan. Es inimaginable pensar que la "camarilla globalista" no se encuentre detrás de estas maniobras en búsqueda de poseer todo y controlar a todos para implementar sus deseos de poder sobre todo el mundo.
Bajo el pretexto de una pandemia global, la OMS, el Foro Económico Mundial y todos sus líderes enquistados en los gobiernos y empresas privadas están logrando implementar un plan que lleva décadas de desarrollo en el cual la pandemia fue una tapadera perfecta. El TPG se aprobará el próximo mes de mayo a menos que la gente advierta lo que está sucediendo y logre hacer retroceder esta monstruosidad.
Francis Anthony Boyle, es un abogado de derechos humanos y profesor de derecho internacional en la Facultad de Derecho de la Universidad de Illinois, que ha participado en numerosos organismos internacionales en las esferas de dichos derechos. Siendo escritor de numerosos libros sobre el derecho internacional, Boyle opinó recientemente sobre los peligros y la ilegalidad potencial de los dos documentos propuestos por la OMS, el RSI y el TPG.
Este analista sostiene que, ya sea uno o ambos documentos: "Establecerán un estado policial médico y científico totalitario en todo el mundo bajo el control de Ghebreyesus y la OMS, fuera del control de las autoridades gubernamentales nacionales, estatales y locales en lo que respecta a las pandemias, a su tratamiento y también a las vacunas e inyecciones génicas. (…) Son básicamente una organización de fachada para los centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDS), Anthony Fauci, Bill Gates, Big Pharma, la industria de la guerra biológica, el Foro Económico Mundial y el gobierno comunista chino, que paga una buena parte de sus facturas". Boyle remata diciendo: "Nunca he leído tratados de organizaciones internacionales que sea tan completamente totalitarios como las regulaciones del RSI y del TPG".
Otros destacados analistas también dieron su voz de alarma. En nuestro país solo he escuchado opinar sobre el tema al presidente y a la vicepresidenta, dejándome perplejo la falta de interés del resto del arco político, siempre más preocupado en las roscas internas. Javier Milei, por ejemplo, dijo: "Nosotros no vamos a adherir a la Agenda 2030" (de eso se trata) / "Nosotros no adherimos al marxismo cultural" / "Nosotros no adherimos a la decadencia". Por su parte, Victoria Villarruel, ha dejado expresiones como "siempre he manifestado que estoy totalmente en contra de la Agenda 2030" y "sostengamos el respeto a los derechos humanos, nuestra libertad como individuos y que la República Argentina sea un país soberano". "Este tipo de agenda trastoca las libertades individuales y el destino de las naciones como la nuestra", supo decir también.
Para finalizar, considero premonitorias las palabras del profesor Fabio Vighi, en The Philosophical Salon: "Aunque su crimen está lejos de ser perfecto, a los orquestadores de este golpe global hay que reconocerles sin embargo cierta brillantez sádica. Su juego de manos tuvo éxito, tal vez incluso más allá de sus expectativas. Sin embargo, cualquier poder que tenga como objetivo la totalización, está destinado al fracaso, y esto se aplica también a los sumos sacerdotes de la religión Covid y a los títeres institucionales que han movilizado para poner en marcha la psicosis de emergencia sanitaria".
Es vital entender a qué nos enfrentamos.
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