Dice la historia que una noche del 43, en uno de los tantos cabarés de la porteña y emblemática Buenos Aires actuaba un tal Pichuco Troilo, exquisito bandoneonista que con sus dedos regordetes, entrecerraba los ojos y, aunque el sitio estuviera desbordado de gente, entraba en soledad en comunión con su instrumento, haciéndolo "hablar" realmente. Y vaya si lo hizo hablar.
Nos cuenta la historia que en los preparativos para una de sus actuaciones, Pichuco divisó que uno de los concurrentes al espectáculo era Enrique Cadícamo, un poeta símbolo que resumió en tangos el alma de la ciudad. Troilo lo invitó a Cadícamo un lugar privado, para hacerle escuchar una melodía, y le pidió que sugiriera la letra adecuada.
De regreso a su casa, el clima le ofrecía al compositor una noche desapacible, con una tenue llovizna invitándolo más a un placentero descanso que a "yirar" por la calle.
Pero ese contexto era lo suficientemente apropiado como para intentar "tirar" el título y con la perspicacia que lo caracterizaba, Cadícamo logró su toque de inspiración. Entonces, como quien dice… ¡saltó la laucha! Y surgió el nombre deseado: "Garúa", esa obra cumbre del tango argentino de la que, casi en forma automática, el autor bosquejó el primer verso:
"¡Que noche llena de hastío y de frío/ el viento trae un extraño lamento/ Parece un pozo de sombras la noche/ y yo en la sombra camino muy lento/ Mientras tanto la garua se acentúa con sus púas en mi corazón (…)"
Poesía, sentimiento, pasión, melancolía y desamor se encapsulan en esta expresión musical donde el narrador utiliza el clima como metáfora principal y en derredor todos sus componentes y que, por su estado emocional lo lleva a imaginar que el cansino caminar solo y vencido, por las sombras de la noche soportando la garua que penetra en su corazón haciéndolo más doloroso el recuerdo de ese amor perdido, le permite dibujar:
“Pichuco” Troilo. Archivo.
"En esta noche tan fría y tan mía/ pensando siempre en lo mismo, mi abismo/ y aunque quiera arrancarla, desecharla y olvidarla la recuerdo más. (…) Garúa/ solo y triste por la acera va este corazón transido con tristeza de tapera/ Sintiendo tu hielo/ porque aquella con su olvido hoy le ha abierto una gotera/ Perdido/ como un duende que en la sombra más la busca y más la nombra/ Garúa… tristeza…/ hasta el cielo se ha puesto a llorar".
El ambiente externo es el escenario de esta historia. La calle vacía, el abandono, la desolación, el frío y la garúa resultan, a todas luces, la inspiración excelente para el poeta, que no puede dejar de lado el tormento interno del personaje que, aunque lo intenta, no consigue olvidar la poderosa imagen de su amada, aquella que se ha filtrado como "gotera" en su corazón. Satisfacción pero al mismo tiempo dolor.
El tango siempre explora y se nutre con temas de amor, pérdida y soledad. Y en especial este tango, "Garúa", que con melodía melancólica, crea esa atmósfera envolvente cargada de emoción, pero que no se desprende de la tristeza que lo invade. Al contrario, lo invade cada vez más.
Imposible no simbolizar las emociones frente al ambiente que lo enfrentó a Cadícamo. La noche fría y con garúa le ofreció la "ingeniería" perfecta de la que se nutrió aprovechando la riqueza de imágenes al alcance de su prodigiosa pluma: el charco, el asfalto, la hilera de focos y hasta la tibia luz que asemejaba caminar por la mismísima muerte:
"Que noche llena de hastío y de frío/ no se ve a nadie cruzar por la esquina/ Sobre la calle, la hilera de focos/ lustra el asfalto con luz mortecina/ y yo voy como un descarte, siempre solo, siempre aparte, redorándote/ Las gotas caen en el charco de mi alma/ hasta los huesos calados y helados/ y humillando este tormento/ todavía pasa el viento, empujándome".
Este tango, más allá de evocar recuerdos y emociones refleja la melancolía y la nostalgia, obligando, tal vez, a la renovación y los cambios en la vida misma. Y, por qué no, invita a hacer volar la imaginación como condimento de la tan ansiada inspiración reveladora.
Cadícamo, un cronista fiel
Autor de letras de tango que le han dado una popularidad inmensa y auténtico poeta popular, Enrique Cadícamo fue un agradecido hombre de Buenos Aires, la ciudad que lo vio dar su último adiós el 3 de diciembre de 1999, casi centenario (había nacido en General Rodríguez, provincia de Buenos Aires, el 15 de junio de 1900).
Enrique Cadícamo. Archivo.
Compositor prolífico como pocos, fue el creador de más de 800 temas entre tangos, valses, milongas, foxtrots, polkas, candombe y otros ritmos. En distintas etapas de su vida, también usó los seudónimos Rosendo Luna y Yino Luzzi para dejar su huella creativa.
Enrique fue el décimo hijo de la familia y con solo 18 años, ya instalado con sus padres en el barrio porteño de Flores, ingresó como empleado al Consejo Nacional de Educación de Argentina junto con el poeta, periodista y político Leopoldo Lugones.
La parte más significativa de su extensísima trayectoria comenzó quizás a los 26 años con su primer libro, "Canciones grises" (poemario), donde muestra las influencias del modernismo y del tango, seguido por dos obras eternas en la literatura argentina: "La luna de bajo fondo" y "El viento que lleva y trae".
Después vinieron la novela "Café de Camareras", sus "Memorias" y un libro dedicado a su incondicional amigo y dupla eterna en sus composiciones: "El desconocido Juan Carlos Cobián". El primer tango que escribió fue "Pompas de jabón", luego "Madame Ivonne", último grabado por Carlos Gardel antes de emprender la gira en la que perdió la vida.
La interminable lista de sus letras sigue con joyas como "Anclao en París", "Tres esquinas", "Muñeca brava", "Los mareados" (título que fue censurado en un principio y sustituido por "Los dopados") y "Garúa", nuestro tango invitado de hoy (que tiene el complemento de la música del gran Aníbal Troilo).
Todas esas creaciones musicales coronan el fabuloso trabajo de este poeta singular y distinto, que fue distinguido como Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires en 1987 y en 1996 recibió la notable distinción de Personalidad Emérita de la Cultura Argentina.
Hasta la próxima.
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