Por Jorge Bello
Por Jorge Bello
Ya se sabe que en las aulas argentinas hay chicos de sangre catalana, y en las aulas catalanas hay niños de sangre argentina. Esta sangre recíproca nos permite asomarnos para ver qué pasa hoy en las aulas catalanas con el objetivo de hacernos una idea de lo que acá podría pasar a partir de marzo.
El pasado 10 de enero, más de un millón de alumnos volvieron a clase después de las dos semanas de vacaciones de invierno. Cuando salieron de vacaciones, Ómicron no circulaba por las aulas. Cuando volvieron, Ómicron ya circulaba por todas partes.
Ahora, en el conjunto de todos los alumnos, por semana hay seis chicos positivos por cada cien. Es decir, durante una semana promedio, el seis por ciento de los alumnos termina siendo positivo para coronavirus Ómicron, la variante que hoy provoca casi todos los contagios escolares.
Esta incidencia es muy alta. Pero, aun siendo tan alta, no se registran casos que requieran internación hospitalaria por causa del covid, con pocas y notables excepciones.
Al parecer, entonces, Ómicron provoca en los escolares de primaria y secundaria una enfermedad que podríamos calificar de leve o moderada. En general breve. Y muy contagiosa.
Al mismo tiempo, Ómicron puede provocar en los adultos, sobre todo no vacunados o que ya tienen otras enfermedades, una situación mucho más grave. Estos adultos pueden ser los padres o los abuelos, o el conductor del ómnibus, o la cajera del supermercado, o el personal docente y no docente. Pueden contagiarse de un niño, incluso de un niño sin síntomas porque no son pocos los chicos positivos que son asintomáticos.
Ómicron es una variante muy contagiosa, y sin embargo hay que mantener las escuelas abiertas, las clases funcionando, los niños en clase. La experiencia de cerrar las escuelas con el objetivo de detener la propagación del virus fue algo como mínimo ingenuo, cuestionable, poco útil, y que trajo numerosos e importantes problemas para los alumnos. Algunos de estos problemas, sobre todo sociales y de salud mental, todavía subsisten, y todavía esperan adecuada atención.
Admitamos que las vacunas anti-covid todavía no son efectivas al cien por ciento, puesto que no consiguen evitar todos los contagios ni todas las formas leves o moderadas del covid por Ómicron. Pero, aun imperfectas, son lo mejor que tenemos. En cuanto a la seguridad de estas vacunas, las millones de dosis administradas en todo el mundo permiten afirmar que son seguras, y por tanto adecuadas para niños y adultos.
Contra la polio (poliomielits, parálisis infantil), por ejemplo, durante años y años se administró la vacuna Sabin oral, que muchos recordarán. Esta vacuna, segura y efectiva, evitaba la enfermedad en casi todos los casos, pero no evitaba que el virus continuara circulando de persona a persona. Pero, aun imperfecta, nadie duda de los beneficios que le trajo a Santa Fe y al mundo entero.
La vacuna contra la polio que hoy se aplica, que no es por vía oral sino por vía intramuscular, soluciona este problema. Esta vacuna está incluida tanto en la llamada vacuna pentavalente como en la conocida como hexavalente, que reciben todos los bebés argentinos.
Las actuales vacunas anti-covid son por ahora lo mejor que tenemos. Son efectivas para evitar la enfermedad, sobre todo el covid grave. Y también son efectivas para disminuir los contagios, es decir, para disminuir que el coronavirus siga circulando de persona a persona.
Entonces, es importante que, aprovechando las vacaciones del verano argentino, cada vez más escolares, de primaria y de secundaria, reciban la vacuna anti-covid. Esto permitirá que el curso escolar se desarrolle con una cierta normalidad. De los alumnos catalanes de primaria, algo más de un tercio ya recibió la primera dosis. Entre los de secundaria, más de dos tercios ya tienen las dos.
Según el protocolo actual, para confinar una clase entera se exige que haya al menos cinco positivos en una misma semana (o el 20% de los alumnos, según cuántos sean en clase). El confinamiento es por siete días. El protocolo se actualiza con cierta frecuencia para adaptarlo así a las variables características cotidianas de la pandemia en el entorno escolar.
Se espera que el próximo paso por acá, yendo hacia la primavera y el verano, sea dejar de contar los casos leves y centrarse sólo en los graves que, como decíamos, no suelen afectar a la infancia. Sólo habría un seguimiento del covid en algunos centros de salud, los llamados centros centinela, tal como se hace con la gripe. Se acabarían las cuarentenas y los confinamiento, y nomás deberá quedarse en casa quien no se sienta bien, tenga fiebre, etc.
La experiencia de cerrar las escuelas con el objetivo de detener la propagación del virus fue algo como mínimo ingenuo, cuestionable, poco útil, y que trajo numerosos e importantes problemas para los alumnos; sobre todo sociales y de salud mental.
Por ahora, las vacunas anti-covid son lo mejor que tenemos. Son efectivas para evitar la enfermedad -sobre todo la grave- y para disminuir los contagios. Es importante que cada vez más escolares reciban la vacuna. Esto permitirá que el cursado se desarrolle con una cierta normalidad.