Nos escribe Anabela (45 años, Santa Fe): "Luciano, te escribo porque semanas atrás te escuché en un Congreso en Firmat y desarrollaste una idea que me interesó, acerca de la gran dificultad que tienen los niños hoy para convertirse en alumnos. Soy maestra en nivel inicial y esto es algo que vemos en la escuela en que trabajo, por eso quisiera pedirte si podés darle una vuelta más a esta idea en tu columna, ya que me pareció muy novedosa".
Querida Anabela, muchas gracias por tu correo. ¡Qué difícil resumir en pocas líneas el trabajo de toda una mañana! Pero voy a intentarlo, porque coincido en que se trata de un tema de importancia y que echa luz sobre los cambios que hubo en la infancia en los últimos años, en particular en el ámbito escolar.
Una maestra no es una mamá. ¿Cuál es la diferencia? Que el niño no quiere aprender en el vínculo con su madre- Imagen ilustrativa
Mi punto de partida es el siguiente: para devenir alumno es preciso dejar de ser hijo. Al menos parcialmente, es decir, los niños tienen una relación espontánea con sus padres, este es su principal tipo de vínculo; mientras que la relación del alumno con el docente es un vínculo artificial. Un vínculo debe sustituir al otro, porque ambos tienen características diferentes.
Por ejemplo, el niño -dada su condición de hijo- tiende a ser siempre mucho más niño en presencia de sus padres. Así es que, ese pequeño que tiene problemas para dormir, o bien es remilgado con las comidas, cuando está en la casa de otro -nos dicen- "se portó bárbaro" y alcanza con regresar a casa para que esas características regresivas tengan su protagonismo nuevamente.
¿Qué ocurrió entre una escena y otra? Que al salir de casa, el niño dejó un poco de lado su rol de hijo. Como hijo, el niño tiene una relación estrecha con el deseo de sus padres y, en particular, los interroga y a veces lo sintomatiza. Esto último es lo que los padres notan en los casos en que dicen que ciertas cosas "las hace a propósito" o a ellos de manera "dirigida". Lo que ocurre cuando pensamos otros tipos de vínculos -con un docente, con un psicoterapeuta- es que se produce una distención que permite sustituir la relación primaria parental.
Una maestra no es una mamá. ¿Cuál es la diferencia? Que el niño no quiere aprender en el vínculo con su madre; no quiere que esta le enseñe cosas, como lo cuentan todas las mamás que reniegan de lo difícil que es sentarse a estudiar con sus hijos. Esto es comprensible, dado que el vínculo parento-filial es de amor y ternura. A lo sumo un niño puede parodiar el juego de que aprende con su mamá, pero más para darle el gusto a esta que por verdadero deseo de saber.
Una maestra no es una mamá. ¿Cuál es la diferencia? Que el niño no quiere aprender en el vínculo con su madre; no quiere que esta le enseñe cosas, como lo cuentan todas las mamás que reniegan de lo difícil que es sentarse a estudiar con sus hijos. Esto es comprensible, dado que el vínculo parento-filial es de amor y ternura. A lo sumo un niño puede parodiar el juego de que aprende con su mamá, pero más para darle el gusto a esta que por verdadero deseo de saber.
En la relación con una maestra, si todo va bien, se tratará de adquirir eso que la madre no puede dar: un sentido del esfuerzo por trascender lo inmediato de los deseos. Esto es algo que hace muchos años explicó muy bien Anna Freud en un breve texto: "Si, como maestras, desempeñamos el papel de madre, obtenemos del niño las reacciones que son apropiadas para la relación madre-hijo: la exigencia de atención y afecto exclusivos, el deseo de librarse de todos los demás niños de la clase".
En este último párrafo puede verse qué necesario es que no se reproduzca en el aula el trato de la relación madre-hijo. Esto es algo que es muy importante trabajar en la formación de las maestras jóvenes, que no confundan su rol con el de "jugar a la mamá". Se trata de lo contrario, porque si no van a obstaculizar el desempeño pedagógico. Además, hoy en día ya nos encontramos con que a los niños les cuesta mucho dejar su rol de hijos para volcarse de lleno a la relación educativa.
Entre los obstáculos para esto, se cuentan dos variables: por un lado, la fuerte fijación en etapas tempranas del desarrollo –sobre todo la etapa oral y el control de esfínteres– que hace que no se instale del todo el complejo de Edipo. ¿Por qué sería importante este último? Porque permite que el niño desarrolle los diques psíquicos que permiten ser alumno: pudor, vergüenza y prurito moral; para el caso, pensemos que, si un niño es indiferente a una mala calificación, no puede ser educado. O bien, como ocurre hoy, la escuela debe hacer un trabajo que excede lo pedagógico, cuando propone lo que se llama "intervenciones subjetivantes".
Por otro lado, hay niños que conservan intacta su curiosidad infantil, aquella que -como dije- se dirige hacia el deseo de sus padres; que incluso se logra continuar dentro del aula, sin que eso vaya de la mano de adquirir el rol de alumno. Es lo que ocurre en los casos de aquellos niños que son "brillantes", que son súper inteligentes, pero no tienen las habilidades sociales que necesita un alumno, no solo para permanecer en la escuela sino para vincularse con los demás compañeros.
El autor destaca la importancia de que los padres sepamos transmitirle a los niños que la escuela es un espacio de crecimiento y de socialización, no solo de adquisición de los contenidos curriculares. Foto: Archivo El Litoral
Querida Anabela, como verás, el tema es amplísimo y puede desplegarse en diversas aristas. Cada uno de los puntos que menciono es apenas un ítem, el pequeño título de lo que podría ser un conjunto de capítulos independientes. Por lo demás, para ir concluyendo esta columna, quisiera destacar la importancia de que los padres sepamos transmitirle a los niños que la escuela es un espacio de crecimiento y de socialización, no solo de adquisición de los contenidos curriculares.
Es importante que, ya en casa, eduquemos a nuestros hijos para que no sean solo hijos y entiendan que los espacios sociales tienen sus propias normativas y debemos respetarlas. La escuela no es un espacio de consumo de saberes, es una institución y los padres debemos ser los primeros en defenderla por lo que implica de primera salida al mundo para los niños. También es un modo de recordar que nuestros hijos no son solo nuestros y que precisan integrarse a una comunidad más amplia.
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