Luis Armando Carello
Luis Armando Carello
En nuestra provincia existe actualmente un debate acerca de la Reforma Constitucional. Es poco lo que se discute acerca del posible contenido de esa también posible reforma, pero mucho lo que se dice y contradice acerca de la oportunidad o no de realizarla.
Algunos legisladores y dirigentes provinciales, opositores, se rasgan las vestiduras afirmando que no es éste el momento apropiado para reformar la Constitución. Otros claman que el único interés del gobernador es obtener una reforma que le permita la hoy negada reelección. Así, unos y otros cierran filas para evitar una reforma actual.
Creo firmemente que la reforma constitucional santafesina debe llevarse adelante sin más dilaciones.
He tenido el honor de presidir el Consejo Consultivo para el Crecimiento de Santa Fe, órgano asesor de la gobernación provincial, durante las gestiones de Hermes Binner y Antonio Bonfatti. El citado Consejo recibió del Dr. Binner un pedido de dictamen sobre la reforma constitucional de 1994 y su efecto sobre la Constitución Provincial. Así fue como el Consejo emitió su Dictamen Nº 9, el 9 de marzo de 2009 afirmando la necesidad de reformar la Constitución provincial “tanto para modernizar las instituciones de gobierno como para incorporar lineamientos que vienen impuestos o precedidos por la reforma constitucional nacional de 1994”.
El “momento oportuno”
Era y es poco serio sostener que no era o es el “momento oportuno” para intentar la reforma. En 1853, 1860, 1898, 1949, 1957 y 1994 existían múltiples problemas que requerían que se les hiciera frente, pero resulta difícil encontrar quienes sostuvieran que la convocatoria a un Asamblea General Constituyente, en cualquiera de esos momentos, era “inoportuna”. Y ello porque los hombres públicos con responsabilidad y convicciones patrióticas sabían y saben bien que hay que hacer frente a los problemas de cada momento histórico pero, al mismo tiempo, ocuparse de lo que constituye la base misma de la convivencia cívica.
Ya en el 2009 había quienes se negaban a todo intento reformista, aduciendo razones de oportunidad -o mejor dicho de inoportunidad-, y ello pese a que Hermes Binner impulsaba la idea aclarando que consideraba conveniente la reelección del Gobernador, pero que en caso de resultar aprobada por los convencionales, no habría de utilizar esa posibilidad para sí mismo.
Así las cosas, desde el Consejo Consultivo invitamos al Dr. Ricardo Lorenzetti, presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación a dictar una conferencia el 22 de Marzo de 2010 sobre “La reforma constitucional de 1994 y las Constituciones Provinciales”. La exposición se realizó en el Paraninfo, con el salón colmado. A los integrantes del Consejo Consultivo nos parecía interesante conocer la opinión del Presidente de la Corte, cuyos antecedentes lo mostraban, políticamente, lejos de los partidos políticos integrantes del Frente Progresista Cívico y Social y por ello mismo su opinión no podía ser sospechada de parcial.
Conferencia del Dr. Lorenzetti
Al comienzo de su conferencia el Dr. Lorenzetti dijo entre otras cosas lo siguiente, que conserva plena actualidad:
“Voy a tratar en unos breves minutos de dar alguna visión de cuáles son las principales ideas acerca de lo que podría ser una reforma de la Constitución de la provincia de Santa Fe. Y cuando se habla de la reforma siempre comenzamos por el problema de la necesidad: es necesario, dirán algunos, innecesario, dirán otros. Y los que dicen ‘innecesario’ generalmente sostienen que se viven momentos difíciles, que hay otras urgencias, que siempre habrá tiempo para hacer esto que es ‘lo importante’, dediquémonos a ‘lo urgente’. Y esta clase de pensamiento no es la que guió a los constituyentes de 1962, que sancionaron una Constitución en circunstancias muchísimo más difíciles que a las que hoy asistimos. Nada más y nada menos que un quiebre institucional, y en el medio de ese quiebre institucional hubo gente que trascendió esa urgencia y aún así pensó que podría dedicarse a lo importante y trabajar por una reforma de la Constitución y aprobarla, y jurarla”.
“Todo eso se hizo en muy poco tiempo gracias a la decisión de personas que supieron salir de esas dificultades inmediatas, mirar un poco más allá y hacer lo que hoy agradecemos que hicieran: una Constitución, en momento en que seguramente ellos pensaron que era muy difícil dedicarse a ese trabajo. Sin embargo, creo que hoy también podríamos perfectamente reunirnos todos y pensar una Reforma de la Constitución de Santa Fe. En primer lugar, porque es necesario hacerla para ajustarla a los estándares de la Constitución Nacional, y en segundo lugar, porque es necesario hacerla para el pueblo, para los santafesinos, que reclaman una cantidad de instrumentos que puede tener hoy una constitución de un Estado provincial que hacen a la gobernabilidad como se la entiende en términos actuales. De manera que al primer interrogante yo contestaría afirmativamente”.
Cualquier análisis serio del tema debe partir del reconocimiento de un hecho, y es que Santa Fe está en mora en cuanto a su reforma constitucional. Se trata de una afirmación que en mi opinión no es seriamente cuestionable.
No es un ¡Viva la Pepa!
Esa no es solo la opinión del Dr. Lorenzetti. Lo ha dicho en Rosario, entre otros, la prestigiosa constitucionalista María Angélica Gelli, quien incluso llegó a decir que el incumplimiento del mandato constitucional federal hacía que la propia Constitución santafesina pudiera devenir inconstitucional, con las graves consecuencias eventuales que de ello podrían derivar.
No ha faltado quien diga, en tono irónico, que no se han visto reclamos populares de reforma constitucional, como si fuera dable esperarlos.
No cabe duda que la ciudadanía santafesina está preocupada por temas como los de la seguridad, el trabajo, el ingreso, la inflación y otros de similar importancia. En ciertos casos lo ha hecho saber con manifestaciones populares masivas. Suponer que por ello no hay que reformar la Constitución cumpliendo el mandato federal, es incorrecto. Al contrario, la reforma puede utilizarse para conseguir objetivos que ayudarían a mejorar la situación en esos temas ciertamente acuciantes.
Las constituciones no están para ser aclamadas ni se ven movimientos populares reclamando sus reformas, ni en Santa Fe, ni en Argentina, ni en el mundo en general. Suelen ser los partidos políticos los que se ocupan y preocupan por esos temas, además del habitual quehacer de los académicos especializados.
En la Historia Constitucional existe un ejemplo que bien puede citarse. Me refiero al de la Constitución española de 1812, conocida como “la Pepa”, por haberse promulgado el día de San José, que en su momento los sectores progresistas del país peninsular celebraron al grito de “¡Viva la Pepa!” por su carácter relativamente liberal. Pero en la Historia el célebre grito quedó como símbolo de desorden.
En mi opinión la Reforma Constitucional santafesina debería ser considerada por todos como una verdadera cuestión de Estado, porque todos debemos estar igualmente interesados y dispuestos a cumplir con lo que viene impuesto por la Constitución Nacional. Cuando existe un mandato constitucional lo que hay que hacer es cumplirlo, sin vueltas, y no eludirlo mediante excusas más o menos ingeniosas.
Afirmar, como se ha hecho, por ejemplo, que la autonomía municipal bien puede introducirse por ley, es una manera de soslayar el tema de fondo. La autonomía que se otorga y define por ley, también por ley se quita o se desnaturaliza. Es el nivel constitucional el que le da la necesaria estabilidad y garantiza su existencia y alcances.
En cuanto a la posibilidad de la reelección del actual gobernador, que suele decirse es la verdadera razón del intento reformista, es preciso formular algunas aclaraciones. En primer lugar, los dos anteriores gobernadores del Frente Progresista Cívico y Social impulsaron la idea de la reforma constitucional, por lo cual existe coherencia y consecuencia en el seno de dicha fuerza política. Cabe recordar que aquellos anunciaron que si la Reforma incluyera la reelección no habrían de postularse para la misma. En cuanto a la posibilidad de reelección del actual gobernador, solo sería posible si contara con la mayoría del voto popular la habilitara con ese alcance. Lo cierto es que en todos los casos hubo en la oposición una negativa firme al intento reformista.
Decir que hay que aguardar el momento “oportuno” es una manera de decir, mediante un subterfugio, “el que me convenga”, lo cual supone banalizar una cuestión institucional fundamental.
Los hombres públicos con responsabilidad y convicciones patrióticas sabían y saben bien que hay que hacer frente a los problemas de cada momento histórico pero, al mismo tiempo, ocuparse de lo que constituye la base misma de la convivencia cívica.