Queridos Amigos. ¿Cómo están? Espero que bien. Una vez más, tenemos la oportunidad de escuchar la Palabra de Dios que siempre nos convoca, nos cuestiona y nos compromete. Que lindo es constatar que Dios, nuestro creador, sale a nuestro encuentro con su palabra para indicarnos el camino a seguir. En este mundo de tantos fracasos humanos, de tantas ideologías extrañas, ajenas y lejanas, como -por dar un ejemplo- las de los Juegos Olímpicos de París, la Palabra de Dios tiene un mensaje fresco, inspirador, oportuno, fascina y maravilla. Hace poco leí una historia que hace referencia al mensaje dominical de hoy y deseo compartirla con ustedes:
"Cierta vez, un muchacho entró en una joyería y pidió que le mostraran el mejor anillo de compromiso que tuvieran. El joyero le enseñó uno. El muchacho contempló el anillo y con una sonrisa lo aprobó. Preguntó luego el precio y se dispuso a pagarlo. ¿Usted se va a casar? Le preguntó el dueño. No, ni siquiera tengo novia, contestó. El joyero quedó confundido. Ante su sorpresa, el joven continuó: El anillo es para mi madre. Cuando yo iba a nacer estuvo sola. Alguien le aconsejó que me asesinara antes de que naciera, pues así se evitaría problemas. Pero ella se negó y me dio el don de la vida. Y tuvo muchos problemas,… muchos problemas. Fue padre y madre para mí, fue amiga y hermana, fue maestra. Me hizo ser lo que soy. Ahora que yo puedo le compro este anillo de compromiso. Ella nunca tuvo uno. Yo se lo doy como promesa de que, si ella hizo todo por mí, ahora yo haré todo por ella. El joyero conmovido profundamente no dijo nada".
¡Cuánta bondad y cuanto amor acumulado en el corazón de este muchacho! Pero cuantas historias parecidas a esta hay que no han sido escritas, o aún no están publicadas y lamentablemente son desconocidas. Queridos amigos, por eso cuento esta bella historia, porque en el centro de la Liturgia de la Palabra de Dios de hoy está el tema de la gratitud, la bondad y la generosidad. Y entonces recuerdo a San Pablo, un hombre seducido por Cristo, que nos exhorta diciendo: "Sean mutuamente buenos y compasivos, perdonándose los unos a los otros como Dios nos ha perdonado. Practiquen el amor a ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros. Busquen el bien común".
Sin lugar a dudas se trata de un programa de vida para todos tanto a nivel personal como comunitario. Hoy nuestra Patria, Argentina, y nuestra sociedad en general, necesitan muchas cosas, pero sobre todo gestos de grandeza, de servicio y de amor. Se nos pide a todos, pero especialmente a los que tienen algún cargo o alguna responsabilidad en la sociedad mucha empatía y humildad. Se hace urgente cambiar autoritarismo por vocación de diálogo y respeto al disenso; corrupción en el manejo de la cosa pública por la honradez; atraso y temor al futuro, por puestos auténticos de trabajo, salarios dignos, seguridad, educación y salud. Y cuantas cosas más… La lista es interminable
Al escribir este mensaje dominical pensaba en la educación, porque es el tema que me desvela, me preocupa. Desde hace treinta y tres años trabajo en los colegios y percibo una crisis educativa permanente, incluso algunos, como Jaime Echeverry, la titulan: "La tragedia educativa argentina". Y a pesar de esto, la educación no figura como prioridad en la agenda de los que nos gobiernan (ni de los gobernadores, diputados, intendentes y senadores) y lo peor, tampoco lo reclama la sociedad. Se hacen paros docentes por motivos y con frecuencia justificados, pero hasta el día de hoy no he visto que se hiciera paro porque los alumnos tienen bajas notas o pobre rendimiento en Matemática, Lengua, u otras materias.
En una encuesta realizada hace poco, cuando se preguntó sobre el principal problema del país, la educación apareció recién en el sexto lugar, después de la inseguridad, la corrupción, la desocupación, la inflación y los temas económicos. Nos afectan muchos males, es cierto, pero… ¿Puede haber un tema más importante que la educación de nuestros niños, adolescentes y jóvenes? ¿Es posible el desarrollo y el crecimiento del país sin educación?
Mis queridos amigos: muchas cosas pueden esperar, la educación no. Que Dios nos bendiga, para que podamos dejar el mundo un poco mejor de lo que lo hemos recibido.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.