José E. Bordón
Escasea combustible en el Nordeste del país. El problema va a agravarse porque el descenso de las aguas continuaría hasta septiembre.
José E. Bordón
El río Paraná vuelve a ser noticia. Antes lo fue por su crecida y el tremendo impacto social y económico. Hoy lo es por su bajante. Es cierto que los impactos son diferentes. Pero son impactos que hay que evaluar.
Esta vez, la extraordinaria bajante -algunos aseguran que en su curso medio e inferior es la peor de los últimos 40 años- impacta por la imposibilidad de una navegación segura desde Santa Fe al norte. El caso concreto es el que denuncian estacioneros del norte santafesino, Chaco y sur de Corrientes. En el caso del Chaco, está vigente un plan de contingencia, porque desde hace más de una semana, la falta de combustibles en la provincia y la región es una realidad palpable. El problema es tan grande que hasta el servicio de transporte público debió aplicar la restricción del servicio hasta tanto se normalice la provisión de productos.
El panorama no parece alentador. El presidente de la Administración Provincial del Agua (APA) de Chaco, Francisco Zisuela, aseguró que la situación cada día se pone más crítica, porque “no hay perspectiva de lluvia. Para que mejore esto, tendría que llover considerablemente en la cuenca del Iguazú y no hay perspectiva de lluvia ni en la cuenca del Iguazú ni en la cuenca del Paraná”, explicó el funcionario.
Según informes que se conocieron durante la segunda mitad de la semana pasada, la distribución habitual, por vía fluvial, está interrumpida desde esta capital hacia el norte, por la Hidrovía. “La bajante es muy pronunciada. A Santa Fe están llegando las barcazas con combustibles de Shell (desde el Gran Rosario), pero reducidas en su capacidad, cerca de un 25 por ciento. De acá al norte, las barcazas no van porque hay sectores muy complicados.
En Barranqueras (Chaco), por ejemplo, tampoco reciben las cargas habituales de YPF. “Esto nos ha ocasionado serios problemas en la logística. Se están diseñando nuevos embarques para que las provincias más alejadas no tengan que soportar la falta de todo tipo de combustibles”, referenció ante este diario el titular de la Federación Argentina de Expendedores de Nafta del Interior (Faeni), el santafesino Alberto Boz.
El empresario admitió que hay alternativas para no dejar sin combustibles a aquella región. “Se están implementando servicios de transporte por camiones. Aunque hay alguna demora, en determinados casos, se va a trabajar para evitarles más perjuicios a todos”, añadió.
Pero el panorama puede agravarse mucho más. Según los expertos, el escenario de bajante del río Paraná continuaría durante todo el mes, por lo que estiman que el panorama de logística y abastecimiento en los surtidores de la región se mantendrá con inconvenientes.
También comienzan a denunciarse consecuencias comerciales. Por ejemplo, los barcos que operan con puertos en la provincia de Santa Fe cargan 25 % menos de cereal. En Chaco ocurre algo parecido. Al respecto, Juan Carlos Bertoni, secretario de Asuntos Hídricos de la provincia de Chaco, evaluó que “el impacto más importante de este fenómeno es en lo económico, porque complica la navegación comercial”.
“Todo indica que al menos hasta fin de septiembre e inicio de octubre habría una bajante importante del Paraná. No es la bajante histórica más importante, es un proceso natural, pero el efecto es sobre la navegación comercial porque la Hidrovía, en Rosario, tiene que cargar menos cereal y ese tipo de cosas”, precisó Bertoni.
En Ituzaingó, Corrientes, muchas barcazas estaban ancladas desde hace días debajo de la esclusa de la represa, aguardando que las aguas del Paraná estén en condiciones para la navegación.