Desde las profecías de Malaquías hasta el nacimiento de Jesús pasaron cuatrocientos años, llamados "silenciosos".
Cánticos que rompieron el silencio: la primera en adorar y cantar fue María, la madre del Señor. Siguiendo la tradición de los salmistas y profetas, María glorificó y agradeció a Dios por sus obras, a la vez que proclamó el cumplimiento de la antigua promesa de salvación.
Desde las profecías de Malaquías hasta el nacimiento de Jesús pasaron cuatrocientos años, llamados "silenciosos".
Durante ese aparente silencio profético, estaba transcurriendo el tiempo previsto por Dios para la irrupción del Mesías en la historia de la humanidad: fueron siglos de grandes conmociones sociales y políticas y de una prolífica actividad espiritual y literaria entre los que esperaban la redención de Israel.
El evangelista Lucas recuperó cuatro cánticos maravillosos que rompieron el silencio y dieron testimonio del mover de Dios en la historia de la humanidad. La primera en adorar y cantar fue María, la madre del Señor.
Siguiendo la tradición de los salmistas y profetas, María glorificó y agradeció a Dios por sus obras, a la vez que proclamó el cumplimiento de la antigua promesa de salvación.
* El Magníficat (Lucas 1:46-55 RVR1960): Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, y su misericordia es de generación en generación, a los que le temen. Hizo proezas con su brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los poderosos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos.
Unos meses antes de aparecerse a María, el ángel Gabriel había sido enviado al templo en Jerusalén para anunciar al sacerdote Zacarías que él y su esposa Elisabet serían padres en la vejez de un niño que se convertiría en profeta y precursor del Mesías. Pero, como Zacarías dudó, el ángel lo dejó mudo hasta que nació el bebé: Juan. Entonces, el sacerdote recuperó el habla y dio gloria a Dios.
* El Benedictus (Lucas 1:67-79 RVR1960): Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó diciendo: Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo, y nos levantó un poderoso Salvador, en la casa de David su siervo, como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio. Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron; para hacer misericordia con nuestros padres, y acordarse de su santo pacto; del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, que nos había de conceder que, librados de nuestros enemigos, sin temor le serviríamos. En santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días. Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos; para dar conocimiento de salvación a su pueblo, para perdón de sus pecados, por la entrañable misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó desde lo alto la aurora, para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por camino de paz. En la noche que nació Jesús, se escuchó el primer villancico de la historia, interpretado por ejércitos celestiales.
* El Gloria In Excelsis Deo (Lucas 2:14 RVR1960): Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!
El niño Jesús, según el rito de la Ley, fue circuncidado a los ocho días. Cuando realizaban la ceremonia de la purificación en el templo, el anciano Simeón, que había venido al templo movido por el Espíritu Santo, adoró a Dios al ver a Jesús.
* El Nunc Dimittis (Lucas 2:29-32 RVR1960): él le tomó en sus brazos y bendijo a Dios, diciendo: Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel.
Que el recuerdo de estos cantos y testimonios reaviven el espíritu de la Navidad y su profundo sentido en cada corazón. ¡Felicidades!
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