Nos escribe Laureano (23 años, Paraná): "Hola Luciano, te escribo porque tengo una consulta por algo que venimos estudiando en la Facultad. ¿Cuál es la diferencia entre síntoma físico y síntoma mental? ¿Cuándo una patología tiene una causa anímica? Realmente… ¿puede la mente producir sufrimiento en el cuerpo? Estudio medicina, me gustaría con el tiempo dedicarme a la psiquiatría y esto es algo que nunca termino de entender".
Querido Laureano, muchas gracias por tu mensaje, que nos desvía de los temas de las últimas columnas, pero que trae una cuestión de suma importancia. Además, quiero que nos detengamos en tu inquietud, porque puede ser de interés para muchas otras personas. En particular, digo esto último porque pienso que es común que, cuando se trata de la relación del cuerpo con la mente, se caiga en un montón de prejuicios.
En efecto, el tema de fondo es más filosófico que científico, me refiero a de qué manera actúa el alma con su base orgánica. Desde Platón, que decía que el cuerpo era la tumba del alma, pasando por René Descartes y su idea de una glándula que facilitaba la comunicación, hasta la neurociencia actual que se dedica al estudio de las funciones del cerebro, en última instancia siempre se trata de un solo problema: entender una relación causal.
Como psicoterapeuta, para mí este es un tema muy importante, porque creo que a veces se tiende a una perspectiva reduccionista y, por ejemplo, se puede llegar a plantear que uno se enferma por un problema o por simple "mala sangre". Yo, en lo personal, no comparto esta visión que, además, tiene el problema de reforzar una culpabilización indirecta. Por otro lado, como contrapunto, tampoco estoy de acuerdo con los planteos que creen que alcanza con ocuparse del cuerpo, como si los asuntos de la mente, el alma y el espíritu no tuvieran nada que ver con el modo en que se vive una enfermedad e incluso el proceso en que se sana.
Mirá también¿Cómo se construye la realidad?Por último, antes de ir a la respuesta específica, también creo que es importante dejar de ver las enfermedades como castigos; dicho de otro modo, las enfermedades también son parte de la expresión anímica, de nuestra disponibilidad. Por ejemplo, es sabido que soldados que, en una guerra, en trincheras con grados bajo cero, no se resfriaban, al regresar, muchos no la pasaron bien. Esto quiere decir que también para enfermar, aunque parezca paradójico, hay que estar en condiciones más o menos favorables o, mejor dicho, facilitadoras, que tienen que ayudar a que dejemos de ver el proceso de enfermar como algo contrario a la salud. A veces enfermar es lo más sano que podemos hacer.
Luego de todas estas observaciones, paso a mi respuesta específica. En principio, un modo de entender la diferencia entre síntomas físicos y psíquicos es pensar que los primeros tienen causa orgánica y los segundos causa mental. Así, por ejemplo, un médico ve que su paciente tiene un síntoma que no puede explicarse desde el punto de vista del cuerpo y, por lo tanto, deriva al psicólogo. Sin embargo, esta distinción así planteada lleva a la problemática idea de creer que "la mente" produce síntomas, muy difícil de desarrollar, explicar y/o justificar, basada en una mala comprensión de la diferencia entre lo subjetivo y lo objetivo. Así planteada, entonces, esta distinción es poco relevante para una práctica psicoterapéutica.
Mirá tambiénLos adolescentes… ¿roban o toman prestado?Lo que llamamos causalidad psíquica en psicoterapia es otra idea, por cierto, mucho menos mística. Ocurre a veces que alguien tiene un síntoma orgánico, que se manifiesta en el cuerpo e, independientemente de su origen, el médico nota que esa persona tiene una necesidad de hablar de ese síntoma; es decir, aunque el médico le diga la solución, al paciente no le alcanza y expresa alguna cuestión más, quizás a través de una pregunta que el profesional no puede responder o, si lo hace, es a través de un prejuicio o idea de sentido común.
Cuando el médico detecta esta necesidad de hablar, descubre el germen de la relación psicoterapéutica; es decir, que incluso para un síntoma físico u orgánico, la persona propone que se lo trate en el marco de una transferencia, esto es, a partir de un vínculo en el que se van a desplegar miedos, ansiedades, fantasías, etc., que serán el relevo del síntoma en el cuerpo. Una práctica psicoterapéutica no es para síntomas que no tengan una causa orgánica, sino para aquellos que se no se tratan con una solución prescriptiva, sino a través de un vínculo en el interior del cual se movilizan afectos.
Curiosamente, con este tratamiento vincular, cuestiones que parecían tener una causa física, se modifican. Este es el núcleo de lo que Freud llamó "cura por la palabra", que no quiere que la palabra cure por sí sola, sino en el marco de ciertas condiciones vinculares. Alguien puede ir a un psicoterapeuta a que le den recetas, como si fuera un médico; también hay médicos que escuchan y, sin saberlo, trabajan como psicoterapeutas.
Mirá también¿Ya no hay alumnos?Con estas distinciones, querido Laureano, creo que podés continuar por tu cuenta lo que es esbozo esquemático. Te agradezco mucho la pregunta, sobre todo por los prejuicios que ha permitido despejar y, para concluir, quisiera decir que así es como es fundamental que un "psi" tenga presente el sustrato orgánico de cualquier afección mental, también es crucial que un médico no se olvide del poder de la palabra y la escucha.
Lo que llamamos causalidad psíquica en psicoterapia es otra idea, por cierto, mucho menos mística. Ocurre a veces que alguien tiene un síntoma orgánico, que se manifiesta en el cuerpo e, independientemente de su origen, el médico nota que esa persona tiene una necesidad de hablar de ese síntoma; es decir, aunque el médico le diga la solución, al paciente no le alcanza y expresa alguna cuestión más, quizás a través de una pregunta que el profesional no puede responder o, si lo hace, es a través de un prejuicio o idea de sentido común.
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