Con Nicolás Peisojovich
La pluma de Quino (Joaquín Lavado) a través de Mafalda traspasó los muros ideológicos de un mundo que iba quedando viejo.
Con Nicolás Peisojovich
"Un intelectual es el que dice una cosa simple de un modo complicado. Un artista es el que dice una cosa complicada de un modo simple." Charles Bukowski
Hoy su pluma flota, vuela; y escupiendo trazos, dibuja la tupida melena de Mafalda, espeso reservorio de ideas y compromiso crítico de la sociedad que le tocaba en suerte, su lucha permanente por la paz mundial, los derechos humanos y la vida democrática; sus trazos, ahora celestiales, tendrán como cortina musical los solos de guitarra de George Harrison, y las ácidas letras de John Lennon, dos de sus amados Beatles que, imagino, se codearán cómplices, al verlo subir por su nube; aquí viene el sol, dos de nosotros lo vamos a dejar ser. Hoy su pluma ya planea eterna y las viñetas de las caricaturas mundiales deberían tener, de ahora en más y por decreto universal y obligatorio, el listón negro. Esa perra vida que se obsesiona con llevarse lo mejor.
Mis Peisadillas son algo así como relatos huérfanos. Los sueños nacen de la nada, no tienen ni padre ni madre, no tienen consciencia, no siguen las reglas, son indisciplinados y autoritarios, son desclasados y oligárquicos, parias, nómades y autodidactas que despliegan toda su energía onírica en ¡vaya a saber qué!, es que los sueños juegan a la ruleta y mis Peisadillas se divierten en su lúdico girar de bola.
En eso estaba yo el lunes, apostando un pleno a Mafalda y coronando el veintinueve, pues el día 29 del ya pasado mes de septiembre, ella cumplía cincuenta y seis nada despreciables años desde su primera publicación. Corría el año 64' cuando aparece en el semanario "Primera Plana". Mi pensamiento rondaba en las historias de Mafalda y su barra, repasaba mentalmente las características de cada uno de sus personajes, desde el bonachón e inocentón de Miguelito, hasta la pequeñísima Libertad (último personaje que ingresó a la lista de amigos de la tira; pequeña y casi subversiva, su nombre junto a su pequeñez, era analógico al momento que se vivía en el país). Así yo andaba confiado en mi juego, sintiéndome ganador, y si era un juego de cartas, yo confiaba en que tenía la ganadora en la manga, iba a ser fácil, como sacarle un caramelo al Guille. Pasó el martes, sin mucho más sobresalto político que la Corte Suprema haciéndole un soberano corte de manga a la dirigencia política reinante, un escrache acá, una puteada allá, un canal que se enojaba, otro que festejaba, unos miles de muertos que casi nadie reclama, otros miles de vivos que reclaman al muerto… Lo de todos los días, bah. Así que me dije: el sábado nada de política; es que ya estábamos barrigones de tanto mamar, donde mirábamos veíamos al ex diputado Ameri. Ironías de la vida política argentina, por calentón, se quedó huérfano de la teta del Estado. Un par de segundos de lujuria desubicada dieron paso a una versión tercermundista y de muy mal gusto (quizá para Ameri sí…) de aquella recordada escena de la película dirigida por un incipiente Woody Allen de "Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar", donde era perseguido por esa teta gigante que rodaba para mortificarlo y tragarlo. La teta de la mujer de Ameri engulló todo lo que era y lo que ya no iba a ser.
Bordeando los límites de la grieta para no caer en ella y limitando los bordes de la cordura para mantenerme sano, seguí haciendo mi juego. Cavilando sin ni un movimiento de pelos y señales, me aferré -sin imprudencias para evitar delatar a mi cara enfundada con tapabocas- a la carta ganadora como un profesional de póker, sabiendo que hoy iba a relatarles y contarles algunas cosas de Mafalda.
La "cuareterna" siguió su camino de destrucción y división; nada que sea diferente a lo que se viene viviendo de hace meses, todos los días son récords de muertes, todos los días son récords de infectados, todos los días son tan "todos los días" que ya casi aburre contar siempre lo mismo de todos los días.
Pero llegó el miércoles de miércoles y mi suerte, y como la de todos los que amamos a Quino a través de sus personajes, cambió.
Conocí la obra de Mafalda mucho antes de que se convirtiese en un ícono cultural latinoamericano primeramente y mundial después, mucho antes de que se convirtiese en remeras y, más en la actualidad, en memes. La historieta en cuestión era mucho más que un reflejo de la sociedad media argentina representada en una barra de amiguitos de la escuela y del barrio, la historieta mostraba con maestría el choque generacional (muchas veces se veía a vetustos vejetes criticando a la juventud, por la pilcha o por la música), era denunciadora en algunos casos y representaba muchísimas dudas existenciales planteadas por Mafalda o alguno de sus congéneres; cuestionaba el mundo que ella creía ya viejo, despreciaba a las potencias mundiales, renegaba del vano esfuerzo de su sacrificado padre y se compadecía de su madre por el hecho de ser ama de casa. Sentía tanto amor por los Beatles como odio a la sopa, sufría por el mundo y le alentaban los cambios. La historieta y la pluma de Quino (Joaquín Lavado) a través de Mafalda, traspasaron los muros ideológicos en un mundo que ya iba quedando viejo. Sin querer queriendo, el ideario y la desfachatez inconformista de su personaje principal, fueron las frescas pinceladas del pensamiento de una nueva generación que no se iba a parecer en nada a las anteriores. Disfrazadas de infantilismo, humor irónico e inocente juventud, sus tiras estaban repletas de análisis mordaz, impiadosa crítica al "status quo". A veces brutal y contestataria, Mafalda terminó siendo el símbolo y la voz del pensamiento de las siguientes generaciones A.C. (Antes del Celular) que crecieron con los coloridos volúmenes de Ediciones de La Flor.
Este es mi modesto homenaje a un grande entre los gigantes. Daba gusto leer los diarios extranjeros referenciando al "Padre de Mafalda"; bien ganado el reconocimiento a un humorista y caricaturista perspicaz que supo decir grandes cosas de la manera más sencilla.
Tan humilde y tan vigente, se lo escuchó decir en una entrevista: "Viendo las cosas que hice en todos estos años me doy cuenta de que digo siempre las mismas cosas, y siguen vigentes. Eso es lo terrible.". Lo terrible es no tenerte, lo grato es disfrutar lo que nos legaste. Buen viaje Maestro.
El ideario y la desfachatez inconformista de su personaje principal, fueron las frescas pinceladas del pensamiento de una nueva generación que no se iba a parecer en nada a las anteriores.
A veces brutal y contestataria, Mafalda terminó siendo el símbolo y la voz del pensamiento de las generaciones A.C. (Antes del Celular).