El playero atraviesa la manguera en la estación de servicio de Guadalupe y me dice... ¿Qué va a cargar señor? Le contesto ¡Voy a cargar ilusiones, permiso! Tras el cristal de blindex, en una mesa, está Hugo Lazzarini. Detrás de él, la camarera presta que va y viene con las bandejas. Como sacado todo de un cuadro de Toulouse Lautrec. O de una serie de César López Claro, como por ejemplo "Maribel".
"C' est si bon" ("Es tan bueno")… Así dice una canción interpretada por Paul Mauriat, allá por los ochenta. Su mejor versión es con trompeta con sordina, un profundo ensamble de cuerdas e instrumentinos. Y así, con un agua mineral y un café de por medio comienza la charla.
Para iniciar la conversación, Hugo me dice: "En Europa todo es tranquilo, pausado". Me narra sus experiencias en Barcelona, en donde estuvo una parte de este año transcurrido. Y de paso mira la borra del café, como buscando el arcano que lo llevó hasta donde está posicionado. Y nada. Se borra la figura borrosa.
Sobre su obra y el futuro
Con un guiño cómplice, surge el tema político. "Jamás dejaría de pintar, por eso no puedo dedicarme a otra cosa. Y mirá que me lo ofrecieron varias veces", comenta Hugo, quien en el año 2011 obtuvo más de 53.000 votos en la elección para senador por el departamento La Capital.
En la conversación también surge el tema de nuestra cultura urbana. Y de los aportes que hicieron los guadalupenses a la misma: el ya nombrado López Claro y César Fernández Navarro. Tanto Hugo como yo somos nativos de Guadalupe y auscultamos lo que sucede.
Volvemos al tema de su obra y de cómo vemos el futuro. "Algunas de tus obras son muy fumadas", le comento. Se sonríe -detrás del marco de sus anteojos acompaña la risa con su mirada- y me contesta: "Jamás fumé algo". Entonces le cuento mis trabajos con Tensor Flow y las posibilidades que existen a través de las llamadas redes neuronales convulsionales. Le muestro y queda maravillado. Es que, realmente, si se educase un modelo con la obra de Hugo, surgiría una "superobra", pensada por un cerebro de otro universo.
Contacto con los Emiratos
El mundial de fútbol de Qatar ya pasó. Pero nos adentramos de lleno en esa parte del mundo, el Medio Oriente, porque algunas novedades vienen desde allí, específicamente de Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos. Entonces le cuento a Hugo sobre Mariana, una santafesina que está realizando un exitoso proyecto comercial allí, el que involucra el arte y la cultura.
Hugo enciende sus pupilas, las mismas que en los años 60 se dilataban con sus dibujos en las viñetas en el diario El Litoral, parte de mi formación como lector. Le muestro la app con la cual nos comunicamos con mi amiga, afinando cosas, con casi 7 horas de diferencia. Allá no funciona (salvo con VPN) la popular mensajería de estas latitudes. Y Hugo se sube al proyecto. Como también se subió al fructífero árbol de la vida con su familia hace muchos años.
C'est si bon
Hugo se levanta primero y le ofrezco pagar lo consumido con el conocido Plan Z, ya que el "plan platita" no ha llegado todavía a mis arcas. Pero el ya pagó la cuenta del agua mineral, el café con leche y la medialuna.
El abrazo final es interrumpido por el llamado de Enzo Trapani desde Miami. Y así, con el viento norte que nos pega en la cara, nos despedimos. Desde un auto, se escucha un magazine con la canción "C'est si bon", que dice: "Es tan bueno ir a cualquier parte / Del brazo, cantando canciones / Pocas cosas, pero dicen mucho / Los transeúntes en la calle nos envidian (...)".
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