Por Carlos Beltrán (*)
Por Carlos Beltrán (*)
Estos son aportes para la discusión de la ciudad futura, como entrega final del trabajo publicado los domingos 17 y 24 de septiembre de 2023, el que está basado en el informe "Análisis Económico y Social Urbano de la Ciudad de Santa Fe" (al que a los fines de estas entregas hemos mencionado como el Estudio). Justamente, este último -elaborado para el municipio santafesino a finales de los sesenta-, aconsejaba promover la radicación de industrias de gravitación nacional a fin de que la economía urbana y regional se beneficiara con el valor agregado por este tipo de empresas y al mismo tiempo ofreciera oportunidades de empleo a los técnicos y operarios que, en cantidades superiores a su demanda, egresaban de los establecimientos educacionales de Santa Fe.
A mayor abundamiento, se sugería la instalación en el área de un pequeño número de industrias capaces de sustituir gran parte de las compras provenientes de Buenos Aires, lo que no debía interpretarse como una postulación en favor de una pretendida autarquía de Santa Fe, sino en el sentido de destacar la conveniencia de generar el máximo valor agregado dentro del área urbana.
En oportunidad del Estudio se detectaron en la ciudad de Santa Fe 3.225 comercios minoristas y 592 mayoristas. En cuanto a su dimensión, el 68% de los negocios era de carácter unipersonal o familiar. Si a ellos se sumaban los negocios con menos de seis personas, se cubría un 88% del total, cifra muy significativa que revelaba una ausencia casi absoluta de negocios de comercialización masiva. Los grandes establecimientos comerciales (más de 50 empleados) no cubrían el 1% del total. El sistema de comercialización masiva, el que era relativamente novedoso en el país, no tenía en la ciudad de Santa Fe al momento del Estudio mayor significación. Se recuerda que recién en 1966 fue sancionada a nivel nacional una ley que eximía de numerosas e importantes cargas fiscales a los supermercados. Por su parte, hacia finales de 1968 nuestra Provincia sancionó para ellos una ley que establecía una importante rebaja en el impuesto a las actividades lucrativas.
Un aspecto saliente detectado por el Estudio para el período 1959-1967 fue un importante aumento de las ventas del comercio minorista, las que en 1967 casi duplicaron las de 1959. Este hecho es más elocuente aún si se tiene en cuenta que la evolución de las ventas de la ciudad superó tanto a la de Capital Federal, al Gran Buenos Aires y La Plata. Al momento del Estudio existía una concentración de los establecimientos comerciales (de uso frecuente y estacional) en la zona céntrica de la ciudad, pero los comercios de uso diario se hallaban uniformemente distribuidos en toda el área poblada, con algunas excepciones, como la zona de la Avenida Costanera, muy desprovista de este servicio.
Se advertía que el empleo femenino era un fenómeno ya presente en la ciudad de Santa Fe con cierta significación en los sectores comerciales. En efecto, en tareas administrativas, de ventas o similares trabajaba una mujer por cada dos hombres en el comercio y una por cada tres hombres en servicios comerciales, mientras que era un poco mayor (aproximadamente dos mujeres por cada tres hombres) en la categoría "dueños o directivos en el sector comercio". Ello se debía, sin dudas, al trabajo de la mujer al frente de pequeños negocios de carácter familiar.
Para el comercio mayorista, se identificó una fuerte dependencia de Buenos Aires. El 43% de los establecimientos se abastecía fundamentalmente en dicha área. Era significativo el hecho de que otros centros urbanos de importante gravitación en el país como por ejemplo Rosario y Córdoba tenían una mínima participación como proveedores de la ciudad de Santa Fe.
Por otra parte, se detectó que el 39% de las ventas del comercio mayorista localizado en Santa Fe se destinaban a la misma ciudad y el 26% a la Provincia. La Provincia de Entre Ríos constituía un buen mercado para el comercio santafesino (13% de las ventas mayoristas). Paraná se encontraba comprendida en la zona de influencia de Santa Fe. En cuanto a las provincias de Corrientes y Córdoba, absorbían el 8 y 5%, respectivamente. El Estudio, además, sugería que el desarrollo económico de la ciudad de Santa Fe debería buscarse en función de un aumento de la complementación con su área de influencia espontánea: interior de la Provincia y la Mesopotamia, especialmente Entre Ríos.
La ciudad de Santa Fe en el momento del Estudio ocupaba aproximadamente 4.800 obreros en el denominado sector construcciones (personal afectado a la construcción de obras civiles para vivienda, comercio e industria) algo así como el 7,5% del empleo total, porcentaje ligeramente superior al de la ciudad de Rosario. De los obreros ocupados, el 70% se encontraba agremiado.
La evolución en el período 1960-1967 de la tasa de crecimiento edilicio (miles de metros cuadrados construidos en la ciudad) superaba a la de la Capital Federal y a la de los partidos del Gran Buenos Aires, zonas que en ese período se consideraban como de las más dinámicas del país. El Banco Provincial de Santa Fe mediante el sistema Fedificar fue la principal fuente de financiamiento de la construcción de viviendas.
Se recuerda que en la década del sesenta (como ya fue mencionado) se construyeron emblemáticas obras de infraestructura tanto en la ciudad como en sus alrededores, mientras que en la década del setenta se construyeron (total o parcialmente) grandes escuelas y un nivel sin precedentes de enormes conjuntos habitacionales (por el sistema Fonavi). Dicho sea de paso, la década del noventa, a su vez, fue el turno de la construcción de las defensas costeras contra inundaciones, el nuevo hospital de niños, la reconstrucción de la avenida Costanera y el Puente Colgante, entre otras obras.
El porcentaje de analfabetos en la ciudad era muy bajo (2,5 % de la población mayor de 15 años), menor a los valores de Paraná, Rafaela y promedios del país. Ello era debido probablemente al tipo de ciudad "administrativa". La población masculina de entre 15 y 20 años tenía una clara orientación hacia la escuela industrial y nacional (bachillerato): 39% y 33 %, respectivamente, mientras que la población femenina continuaba con la tradicional orientación hacia la escuela normal (50% de las jóvenes entre 15 y 20 años), probablemente debido a que el magisterio gozaba de un singular prestigio para la mujer en el país y permitía al mismo tiempo ejercer una profesión.
Dentro de los estudios universitarios, la orientación tenía las mismas características señaladas para la escuela secundaria, prevaleciendo en los grupos jóvenes la orientación hacia las carreras técnicas, ingeniería, ingeniería química, agronomía, mientras que en los grupos mayores había una marcada predominancia de egresados en abogacía y escribanía. Entre las mujeres, en todos los grupos de edad había una inclinación muy marcada por estudios superiores no universitarios y por otros estudios universitarios tales como profesorados, letras, filosofía, ciencias de la educación e idiomas.
El Estudio estimó que aproximadamente un tercio del stock de viviendas de la ciudad presentaba deficiencias por malas condiciones sanitarias, hacinamiento y promiscuidad (igual a 19.060). Las deficiencias, en términos generales y aproximados, se repartían en tercios, a saber: un tercio por falta de baño solamente, otro tercio por falta de habitaciones solamente y finalmente el tercio restante por falta de baños y habitaciones.
El Estudio, en sus aspectos sociológicos, identificó que los miembros de los estratos denominados bajos consideraban a Santa Fe como un importante centro de recreación y diversión, vida comercial y fuente de trabajo. Los estratos medios caracterizaban a la ciudad como centro de actividad cultural, mientras que los denominados estratos altos se sentían cómodos en ella por "la gente" y debido a la tradición de la ciudad. Entre los aspectos negativos se señalaba, en general, el clima, la falta de servicios públicos eficientes y de industrias.
Por último, es ocioso decir que a lo largo de este artículo hemos resistido estoicamente la permanente tentación de hacer comparaciones con el presente. Ello no se hizo por dos razones. En primer lugar, porque no fue nuestro propósito básico. Y en segundo lugar, porque no existe información disponible actualizada de la mayoría de los distintos indicadores analizados.
Para superar este escollo prácticamente insalvable, sería imprescindible hacer un estudio ad-hoc como el que se hizo en su momento, para el que no contamos, lamentablemente, con el tiempo y los recursos necesarios. Pero, como diría Max Weber, otros seguramente harán lo que nosotros no hicimos.
Con esa esperanza escribimos este artículo.
(*) Docente de Economía FCE-UNL. Ex Decano FCE-UNL.