Por Liliana Montenegro de Arévalo
Hacia los 450 años de la fundación de Santa Fe
Por Liliana Montenegro de Arévalo
En el año 1949 el Gobierno de la Provincia de Santa Fe en cumplimiento de la ley 3361, encarga al Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, la realización de excavaciones en Cayastá, con el fin de establecer el sitio que ocupó, la primitiva ciudad de Santa Fe y reunir el material arqueológico que se encuentre. El doctor Agustín Zapata Gollán Director General del Departamento mencionado inició los trabajos, en el sitio donde la tradición localizaba la ciudad Vieja de Santa fe fundada por don Juan de Garay en el año 1573. El sitio correspondía a un montículo adonde se erguían dos placas conmemorativas de la fundación, erigidas por los gobernadores Enrique Mosca y Manuel María de Iriondo en 1923 y 1939 respectivamente.
El 4 de noviembre de 1949, el doctor Zapata Gollán asegura que ha descubierto las ruinas del templo franciscano de la primitiva ciudad de Santa Fe; y que en el presbiterio y del lado del Evangelio se conservaban los restos de Hernandarias de Saavedra y de su esposa, Doña Jerónima de Contreras, según consta en el testamento de la hija de Garay doña Jerónima de Contreras y Garay, otorgado en Santa Fe el 5 de octubre de 1643.
Continúa con las excavaciones exhumando las iglesias de Santo Domingo y de La Merced; el Cabildo y viviendas particulares, localizando los restos óseos de los primeros pobladores y objetos de uso cotidiano que testimonian la forma de vida en una ciudad del siglo XVII.
La exhumación se da en medio de controversias relativas a la autenticidad del sitio y de las ruinas, a pesar de lo cual continúan las excavaciones.
El 27 de junio de 1951, el doctor Zapata Gollán elevó a la Academia Nacional de la Historia un informe, con el propósito de que se pronunciara al respecto.
Con tal motivo la Academia Nacional designó a los miembros de número Guillermo Furlong, S.J. y al doctor Raúl A. Molina, para que se trasladaran a Santa Fe y elevaran el informe correspondiente.
En el dictamen resultante clasificaron las distintas cuestiones en dos partes; la primera, relacionada con la inspección in situ del lugar que titularon Topografía y Arqueología, donde hacen el estudio de la altimetría, planimetría, edificación y finalmente, de los restos hallados en el lugar; y la segunda: Geografía e Historia, directamente relacionada con la prueba documental de la ubicación regional del sitio viejo, que dividen en diversos títulos a fin de abarcar la información archivística reunida, y la bibliografía existente sobre la materia.
1. La descripción histórico-geográfica de los viejos cronistas y pobladores, coincide con la topografía del lugar. La toponimia de sus puntos referenciales como de otros próximos al lugar, que aún se conservan, corresponde a los nombrados en crónicas y documentos, concordando descripciones y medidas.
2. La altimetría de la región revela al lugar como el más elevado y a propósito para construir una ciudad, de donde se observa con claridad el río Paraná y la costa de Entre Ríos, como se describe en antiguas crónicas y expedientes, mientras que en la tesis de Helvecia, como otras, no concurren ninguna de estas condiciones ni existen ruinas.
La nueva ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz se trasladó al sitio nuevo, llevando el modelo exacto de la antigua. La traza, delineación y ubicación de manzanas, edificios públicos y solares privados fue una réplica matemática de la primitiva.
Las medidas, ubicación y orientación del templo de San Francisco, corresponden exactamente a la actual. La individualización de las sepulturas posibilitó la localización de cerca de sesenta restos. Algunos cuerpos tienen la cabeza orientada hacia el altar y los pies hacia la puerta principal, otros en sentido contrario. Los primeros corresponden a los sacerdotes, los segundos a los seglares.
Las iglesias de Santa Domingo y La Merced tienen también una ubicación correlativa en el nuevo emplazamiento.
Los Protocolos permitieron la individualización de las propiedades particulares: de los Rodríguez y Espinoza, de María de Luján, del general Cristóbal de Garay, de Juan González de Ataid, de Francisco Páez y de Cosme Sánchez, el solar de Cristóbal de Ledesma y la casa de María Alcázar, de Alonso Fernández Montiel y José Negrete, de Juan de Cifuentes, de Manuel Ravelo y Bartolomé Beloto. Asimismo, los títulos permiten conocer las casas desaparecidas por la acción del río.
Las piezas arqueológicas encontradas por sus características corresponden a una ciudad antigua: tejas, ladrillos, tinajas, medallas y monedas. Entre los restos hallados son de destacar la cerámica de Talavera, cerámica vidriada, azabaches, despabiladoras, campanillas, y piezas de hierro consistentes en herramientas, estribos, frenos, candados de distintos tipos, espuelas, eslabones de cadenas, herraduras, tachas y clavos de distintos tamaños en cantidad, regatones de lanza, etc.
Los investigadores analizaron las causas a las que obedeció el traslado de la ciudad de Santa Fe (1649-1661), la importancia de la ciudad primitiva, la visita de Acárate de Biscay a la ciudad nueva antes de su traslado 1660-1661, el censo del gobernador Góngora de 1622, y la protesta de los vecinos en 1660 ante el obispo D. Cristóbal de la Mancha y Velazco, que retardó su traslado.
Para las cuestiones de medición planteadas, los académicos prefirieron la "legua castellana o de Burgos" que fue la que usó Juan de Garay, esto es, la de 6.000 varas, de 8,36m cada una, o sea de 5.016 m. pues fue la aplicada en la medición de solares y estancias de Buenos Aires y también usada por Garay en Santa Fe. Otras cuestiones por examinar fueron la ubicación de la Reducción de los Mocoretaes, la de la Laguna de los Patos, y finalmente, la sucesión de los terrenos del sitio viejo.
Finalmente, los académicos designados Guillermo Furlong, S.J. y Raúl A. Molina, concluyeron: