Nos escribe Marisa (43 años, Montevideo): "Buenas tardes Luciano, te escribo en estos días que caminan hacia la Pascua, para pedirte un mensaje que nos acompañe en esta celebración. ¿Te parece que es preciso ser cristiano para entender el sentido de esta fecha? Yo creo, pero no soy practicante. Tampoco soy muy creyente, pero Semana Santa es un tiempo que me transmite paz y me dispone bien para el resto del año. En realidad, es como si el año empezara ahora."
Querida Marisa, muchas gracias por tu carta, que, por cierto, es la primera en llegar del otro lado del Gran Río. Te cuento que toda una parte de mi infancia transcurrió en la costa uruguaya, de ahí que siempre que "cruzo el charco" también me siento un poco en casa. Siento muy mía esa canción de Jorge Drexler que dice: "Hay una parte de mí que va camino a La Paloma". En efecto, esta letra tiene otro verso que es un buen comienzo para el tema que nos ocupa: "Porque solo conozco de veras/ lo que una vez tuve que añorar".
Mirá también¿Cuándo se empieza a vivir la propia vida?¿Cómo es que solo conocemos lo que perdimos? Esto sería equivalente a decir que el recuerdo es más perfecto que la percepción. Es una idea interesante, porque el recuerdo nos permite algo que los sentidos no incluyen directamente: la huella de quien percibe, su inclusión en la experiencia. Entonces estoy de acuerdo: para conocer, necesitamos que haya recuerdo y este es el sentido profundo de las ceremonias religiosas, que todos los años nos invitan a una rememoración.
Sin embargo, no se trata de una rememoración del pasado, sino que en la ceremonia lo recordado se vuelve presente; traemos a la luz de la presencia su actualidad y nos damos cuenta de que así renovamos el sentido profundo de nuestra existencia en un tiempo que es el del instante.
Querida Marisa, ¿sabés qué quiere decir "Pascua"? Quiere decir "paso" –aunque a veces también traducen la palabra como "salto"–; es decir, la Pascua nos impone un pasaje que no creo que haya que ser cristiano para apreciar: se trata de un renacimiento, quizá por eso para vos se vincule al cambio de año.
Por otro lado, es curioso que digas que crees, pero no sos practicante; así como a continuación ponés un matiz en tu creencia. Si me permitís, tengo la impresión de que, en este siglo, la fe se volvió algo de lo que renegar, por miedo a ser criticados. Podemos ser espirituales, pero no religiosos –porque ahí ya nos miran mal.
En mi caso personal, dejé de tener vergüenza de hablar de temas religiosos. Porque me convencí de que es la mejor manera de decir que solo en la religión encuentro motivos para la fe; para todo lo demás, prefiero la racionalidad, que es lo que más falta hoy en día, cuando las personas son capaces de creer en cualquier disparate con tal de tener alguna sensación de bienestar emocional. "Cuando se deja de creer en Dios enseguida se cree en cualquier cosa", decía el escritor G.K. Chesterton –me lo recordó mi amigo Santiago en estos días.
Además, la fe no es una certeza. Kierkegaard la llamaba "lo absurdo", aquello que justamente requiere un salto respecto de lo que se presenta como evidente o justificable. La fe no es seguridad, sino confianza y entrega, dejar que haya un paso que nos conmueva internamente, que nos convierta y no solo que confirme lo que ya sabemos. Ser creyente no es tener una ideología –como las que hoy proliferan, con las que se interpreta el mundo locamente– sino estar dispuesto a reconocer las contradicciones en que vivimos y aún así actuar con convicción.
Mirá tambiénMirar el destino a los ojos"Todo va a pasar", eso significa la Pascua para mí. En el doble sentido: ocurrirá lo que tenga que ocurrir y será transitorio; durará un tiempo, nadie podrá evitar hacer la experiencia de una "pasión", pero, al final del día, todo habrá ocurrido y ese no será el fin, sino un nuevo comienzo. La pasión es lo que pasa y da lugar a una nueva vida. ¿Sos consciente, querida Marisa, de cuántas veces preguntamos: "qué (te) pasa"? Y cuántas más veces respondemos "No pasa nada".
Lo que pasa es la pasión. Y paradójicamente, lo que pase es también lo que dejará una huella en nosotros. Así es que entiendo las palabras de San Pablo en la más célebre de sus epístolas: "El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; (…) Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí".
Conocer es conocerse a uno mismo, haber hecho la experiencia, pasionalmente en cada situación, de haber estado de cuerpo presente. Querida Marisa, no sé si hay que ser cristiano para entender el sentido de la Pascua. Sí sé que ser creyente no es creer en tal o cual cosa, sino entregarse a la vida con plenitud. Creer es recordar.
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