Por Claudia Susana Catalín (*)
Por Claudia Susana Catalín (*)
Cuando una muerte nos toca de cerca nos sensibiliza y conmueve. Cuando sucede un femicidio nos indigna y nos mueve una vez más a la lucha. Pero cuando la violencia machista nos arrebata una militante imprescindible por los derechos humanos, una de las nuestras que estaba en cada lucha por la ampliación de derechos, por la defensa de las conquistas, que alzaba su voz ante cada injusticia, nos deja un hueco, un dolor inmenso.
Inmediatamente salimos a exigir justicia. Volvimos a marchar, a concentrar en la Plaza 25 de Mayo, a esos mismos lugares donde ella, otras tantas veces, puso el cuerpo con nosotras. Estuvimos en el centro del poder institucional, reclamamos ante los tribunales y exigimos al poder político por las respuestas que nunca parecen llegar en la medida suficiente para evitar los femicidios, transfemicidios y travesticidios
En la movilización nos preguntábamos: ¿Qué se hizo, qué se está haciendo desde el Estado? ¿Por qué seguimos contando víctimas y las cifras siguen engrosándose? ¿Qué se está haciendo para evitar estas muertes prematuras a manos de femicidas y transfemicidas? ¿Dónde está el Estado cuando lo necesitamos?
El Estado, que luce hermoso, fotogénico y solícito en redes sociales y medios, parece ser sólo eso, un puñado de discursos, imágenes y promesas que no pueden (o no quieren o no saben cómo) prevenir las violencias y las muertes.
No será fácil acostumbrarnos a la ausencia de Alejandra Ironici al frente de la columna en cada marcha, portando nuestra bandera de Ni Una Menos. Ojalá todo lo que se proclamó en su memoria se haga realidad y cada persona movilizada por su transfemicidio asuma el compromiso de lucha que conoció y valoró en ella.
Pero debo decir que estoy harta, que ya no quiero pedir justicia. La justicia actúa cuando ya se ha cometido el delito, cuando las víctimas ya están en la estadística, cuando hay que encontrar a un culpable y aplicar una pena.
Quiero pedir que el Estado esté presente, que las políticas públicas lleguen a todos los rincones y protejan a todas las personas más vulnerables: mujeres, disidencias e infancias. Quiero que el Estado no me responda con imágenes o promesas, sino con la asistencia, protección y acciones concretas que eviten los femicidios y transfemicidios.
Quiero que la Justicia haga su trabajo, pero antes, quiero que el Estado, en todos sus niveles y con sus tres poderes, evite nuestras muertes, porque cualquiera de nosotras puede ser la próxima.
¡Alejandra Ironici, presente! ¡Ni una menos, vivas nos queremos!
(*) Militante feminista e integrante de la Mesa Ni una Menos Santa Fe y la Red Provincial de Mujeres y Disidencias.