Patio de la Casa Hüme, sede del Museo Ferroviario Regional. Desde la izquierda: Leandro Savino, Paulino Vidaurrázaga, Claudia Andreis, Daniela Rojos, Sonia Andreis, Belén Santesso, Mario Gastelo, José Gastelo y Juan José Gastelo.
Trasponer las puertas del Museo Ferroviario Regional es abrir un portal a más de una centuria atrás en el tiempo. Los objetos alineados a lo largo de las instalaciones reciben al visitante, cada cual con su rótulo, prolijamente encastrados cada uno en su lugar. El visitante recorre el añoso jardín de la Familia Hüme, tapizado por arbustos y césped, al cobijo de un jacarandá. En una de las salas se escucha el son rítmico de un martillo. Al asomarse, ve la figura de Paulino Vidaurrázaga, moldeando la base que será soporte de una pieza, la cual podrán disfrutar los escolares.
En otra sala, yendo hacia donde sale el sol -la Casa Hüme juega con los puntos cardinales-, José Gastelo está trabajando con repisas dando forma a una estantería. Al volver el visitante sobre sus pasos, podrá ver decenas de piezas metálicas que pertenecieron a alguna Cooper o Transfer (para el lector: dos tipos de locomotoras que surcaron la pampa gringa que describe José Pedroni).
Es feriado y por la tarde. Elina ve la puerta y entra. Estudia Diseño y busca material para ser aplicable a un proyecto de impresión 3 D. Sonia, saca un libro de la biblioteca con planos en su interior para ser digitalizado en parte. En la misma sala, pero a unos cinco pasos, Daniela atiende un estudiante de Ingeniería. Teoría de fluidos es el objeto de su búsqueda, para lo cual seguramente habrá que buscar referencias en material tractivo, ya que los ingenieros de Materfer algún dato habrán dejado. Seguro.
Un dolmen en el patio
Como una estructura megalítica de otros siglos o un viaje en el espacio tiempo desafiando coordenadas, asoma un pequeño monumento con matiz escultórico. Sin las estilizadas formas de Wenceslao Sedlacek o lejos de las premisas del Instituto Di Tella en donde abrevara Líbero Badíi, pero con un profundo contenido, se yergue en el patio una base de ladrillos y cemento, con una placa de bronce, reflejando la epicidad de la gesta del museo. Leandro aprovecha el feriado para lijar la estructura y luego, aplicar el fijador que dará a posteriori, la base necesaria para que la pintura se adhiera.
Siempre en la Casa Hüme hubo artesanos, creadores, técnicos y dibujantes. Pero en este feriado no fueron a trabajar los viejos habitantes de la casa Hüme. El que sí lo está haciendo es Lucas –técnico en PC- quien está formateando e instalando Windows en una máquina, en donde se almacenarán prolijamente los datos que se vienen procesando hace bastante tiempo.
Sonia y Claudia Andreis, hijas de Andrés Andreis, fundador del Museo Ferroviario Regional.
"Eppur si muove"
Todo es actividad en un feriado en la antigua residencia. Detrás de los muros hay personas en actividad. Desde silentes visitantes hasta estudiantes, técnicos e investigadores que planifican las acciones que se llevarán a cabo. Hay un plan de actividades 2022, y otro 2023-2024. Pero no solo eso: asoman nuevas visiones pedagógicas y enfoques antropológicos.
Lévi -Strauss y Ferdinand de Saussure, se asombrarían al ver que el estructuralismo rodea al universo ferroviario, construyendo una delicada sintaxis mediante la cual se articula un lenguaje entre la pieza (la cual forma parte del sistema) y el visitante. Resulta ser que la ingeniería francesa, alemana, inglesa, heredada mediante Richard Trevithick y Jorge Stephenson, se asienta sobre estructuras modulares articuladas entre sí, como el moderno Shinkansen japonés.
Promedia la tarde en el feriado "XXL" de octubre. Un periodista llegado desde el sur provincial interroga a Mario Gastelo (presidente de la institución) sobre la implicancia de las decisiones del gobierno nacional en torno a la reactivación de los ferrocarriles. Mario, con el escepticismo preciso que le dan sus años como ferroviario de ley, estima que el proceso llevado a cabo en los años noventa, llevará tiempo en revertirlo. Pero que confía en que el sistema ferroviario a su tiempo triunfará, como el resto del mundo.
Una institución multidimensional
Se hace difícil trasladar en palabras, o en fotos, las vivencias que puede experimentar en la Casa Hüme el visitante. Los docentes, archivistas, estudiantes que forman parte de la institución, están formados en la rígida disciplina histórica del museo, que no permite ambivalencias, coleccionistas privados, mercachifles lunáticos o vendedores en Ebay.
Desde 1994 se implementó esta férrea disciplina a lo largo de los años, orientada en los códigos éticos de Andrés Alejandro Andreis, fundador del museo, ya fallecido. Por tal motivo -y en su reconocimiento- en el seno del Concejo Municipal se está gestando su debido homenaje, al igual que en otros ámbitos ciudadanos.
Fue Andreis quien obligó a Buenos Aires a capitular en la lucha por los archivos, y sentó, con su brazo indeclinable, las bases fundacionales, éticas y estatutos de la institución, aventando futuros buitres. Y, como si fuera poco, también sistematizó en un libro editado hacia 2003 por Extensión Universitaria de la UNL todos los saberes de la hoja de ruta de su vida y experiencias en el ferrocarril, así como datos valiosísimos sobre ramales y estaciones. Y es sobre dicho material que se trabaja cotidianamente con los investigadores.
A su vez, por si faltara algo más, actualmente se profundiza en la búsqueda con la ayuda de Claudia y Sonia Andreis, herederas del legado que dejó en su momento el fundador. Claro, nuevos desafíos esperan al Museo Ferroviario -inteligencia artificial, modelos en 3 D, realidad inmersiva-, para lo cual sus integrantes ya se están preparando.
(*) Bloguero, fotógrafo y docente. Miembro fundacional del Museo Ferroviario.