Por Ignacio H
Por Ignacio H
Me cansé de buscar páginas web piratas que cuelguen la serie que me gusta. Ahora que puedo (¿!?) pago un servicio internacional de dudosa calidad para mirar contenidos “on line”, que a mí me interesen (otra vez ¿!?) en lugar de procurármelos gratis. El del streaming es un mundo en el que los incluidos -porque no todos estamos on line- se dividen a su vez en incluidos y excluídos.
El proceso es más o menos así: el primero te lo regalan, el segundo no. Ese mecanismo de marketing no es exclusivo de los dealers de paco en el gran Buenos Aires. Sucede a gran escala internética con los productores de entretenimeinto; por ejemplo, le “roban” a Dysney una copia de Piratas de Caribe XXIII, antes de su estreno, y se difunde discretamente por todo el globo. Promo más barata, imposible; aguardaremos expectantes en la cola del cine primero, en la de Netflix después o en Volver si tenemos paciencia... y subsistencia.
Quedarme en el muelle mientras parte el Perla Negra ya no me afecta tanto; pero no les preocupa a los diseñadores del Gran Modelo Gran, porque -es bíblico- hay de todo en la viña del Señor. Más me preocupa que lo mismo me está pasando con los contenidos noticiosos: ¿tendré que pagar para leer lo que pasa en la Casa de Gobierno? ¿O para saber con quién dijo que no se acostó la hermana de una bailarina acusada por la esposa de un ex futbolista cuya imagen comprometedora heckeó dersinteresadamente alguien que no conozco?
Papá sigue esperando religiosamente el diario en papel (el de la tarde) por el que paga al canillita. Mamá mira novelas turcas en el smart tv (cada tanto llama porque se desconecta) y yo navego en la bisagra entre lo que escribo para imprimir y lo que elaboro para la web. Pero leo noticias on line, y Clarín o La Nacion ya me piden plata, igual que Wikipedia.
Vuelta a empezar: me regalaron las noticias y ahora me explican los columnistas de los grandes medios que tengo que poner de mi bolsillo para que ellos nos ofrezcan “calidad”. ¿Pero no es el acceso a la información una parte ineludible del corpus de la Constitución con la incorporación de los tratados internacionales? ¿No forma parte de mis derechos humanos?
Puesto en liberal, el derecho no me excusa del deber... de pagar por el acceso a la información. O me quedo con lo que el Estado me ofrece gratis, que para mi consuetudinaria desconfianza es empoderamiento poco apetecible. Además, ahora que me acuerdo, si nadie paga por los contenidos yo tampoco cobraría por esto que escribo y cuelgo en la web de acceso gratis. Y si no cobro, ¿con qué pagaría yo la conexión?