Por Marisol Barreiro (*)
Por Marisol Barreiro (*)
A raíz del trágico hecho ocurrido en Laboulaye, provincia de Córdoba, resulta interesante analizar las causas de la violencia en la adolescencia, entendiendo primeramente que es multifactorial (**). Para comprender a un adolescente violento hay que tener en cuenta y evaluar varios aspectos, tales como el área cognitiva, la emocional-conductual y el aspecto social. Entonces, no podemos hablar solo de un perfil psicológico o de patrones establecidos para determinar a un adolescente violento.
Seguramente, un adolescente violento da indicios desde la infancia o preadolescencia mediante su perfil psicológico. Por ello es de vital importancia los roles de la familia, la escuela y del médico pediatra, que deben derivar al joven ante la presencia de conductas disruptivas, comportamiento errático, conductas antisociales acompañadas (o no) por bajo rendimiento escolar.
A su vez, es importante señalar que todo niño y joven que haya vivenciado algún tipo de violencia social o familiar, bullying, etc., debe realizar una consulta con psicólogos para elaborar el proceso traumático. Por otro lado, cabe aclarar que si bien la violencia en jóvenes es sinónimo de trastornos de conducta, cuando un adolescente con el aparato psíquico en constitución asesina a otra persona ya estamos en presencia de un psiquismo patológico o ante alguna alteración mental en la que los frenos de inhibición y el control se encuentran alterados.
En suma, cuando un adolescente mata a alguien de su círculo íntimo o un amigo, se observa una alteración o falla del control inhibitorio y falta de la capacidad empática de comprender las emociones o sufrimiento de su víctima, que no le permiten frenar. Podría tratarse de un perfil de trastorno de la personalidad antisocial o trastorno de la personalidad psicopática. En estos casos, nuevamente, es imprescindible la detección temprana de conductas agresivas, de desprecio por un otro o la falta de compasión para poder realizar la consulta y posterior tratamiento con áreas de salud mental.
(*) Neuropsicóloga del Sanatorio San Gabriel.
(**) El suceso al que se hace referencia es el homicidio de Joaquín Speranti, de 14 años, quien fue asesinado a golpes por un amigo de la misma edad. La autopsia reveló que el joven asesinado murió luego de recibir 18 golpes en la cabeza. Sufrió un traumatismo de cráneo y daño encefálico que le produjeron la muerte inmediatamente.
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