Santa Fe celebra este año los 450 que corren desde su fundación y, paralelamente, los 170 de la Constitución del Estado Nacional lograda en su propio espacio urbano. La Junta Provincial de Estudios Históricos viene publicando en El Litoral dos series conmemorativas: una dedicada al próximo aniversario de Santa Fe y la otra al que se cumpliera el 1 de mayo pasado en relación con la sanción de la Constitución Nacional. Este artículo forma parte de las dos colecciones y quiere mostrar cómo el proceso de construcción del Estado, encuentra su remoto origen en el poblamiento del territorio y el surgimiento de las entidades históricas que evolucionarían de ciudades a estados independientes y finalmente a provincias.
La antigua ciudad
Cuando se dicta la Constitución Nacional en 1853, Santa Fe ya contaba con doscientos ochenta años de existencia. Formaba parte del grupo de ciudades antiguas de la jurisdicción rioplatense, que dieron origen a las provincias argentinas iniciales: Santiago del Estero (1553), Mendoza (1561), San Juan (1562), San Miguel de Tucumán (1565), Córdoba (1575), Buenos Aires (1580), Salta (1582), Corrientes (1588), La Rioja (1591), San Salvador de Jujuy (1593), San Luis (1594) y Catamarca (1683). Estas ciudades poseían un territorio muy extenso que, en el caso de Santa Fe incluyó por doscientos años a la actual provincia de Entre Ríos. Dos de ellas, Santa Fe y Buenos Aires, fueron fundadas por Juan de Garay, quien no podía imaginar que la historia las enfrentaría violentamente en el proceso de construcción de un estado por entonces inimaginable.
Quitemos a Buenos Aires, agreguemos Misiones y Entre Ríos, y estaremos frente a los trece ranchos que mencionaba Sarmiento despectivamente para referirse a las provincias. Es que aquellas ciudades de los siglos XVI y XVII devinieron en las provincias argentinas después que se acomodaron las jurisdicciones, diluyéndose las gobernaciones intendencias creadas en 1783 (Buenos Aires, Córdoba del Tucumán y Salta del Tucumán). Sobre aquellos territorios fijados por sus fundadores, darían forma a verdaderos estados soberanos hasta que se reunieran en uno solo entre 1853 y 1860.
Mirá tambiénEl profesor Dana Montaño y la Constitución de 1853Estas ciudades adquirieron identidad propia en el transcurso de los años coloniales. Gestionaron a favor de sus intereses ante las autoridades locales y metropolitanas. Mandaban procuradores a la Audiencia de Charcas o ante el Supremo Consejo de Indias en Madrid, aun contra la voluntad de los gobernadores intendentes. Mantenían a sus milicias armadas y se defendían de los indios comarcanos cuando no podían hacer las paces. Aportaban sus fuerzas a las empresas comunes, como la defensa del territorio de los avances portugueses o en las invasiones inglesas de 1806 y 1807. Elegían a sus autoridades locales, los cabildantes, que intervenían en las cuatro áreas de gobierno: administración, guerra, hacienda y justicia. Sus habitantes tejían sus redes de poder interno, administraban sus bienes y varios fueron promovidos a altas funciones militares y administrativas.
Hubo apellidos santafesinos que lograron prestigio en el Virreinato del Perú primero y en el Virreinato del Río de la Plata luego: los Vera y Muxica, los Echagüe y Andía, los Lacoizqueta, los Diez de Andino, los Candioti, los Aldao. Varios de ellos se proyectaron durante el siglo XIX en la conducción de la provincia (Candioti, Vera, Echagüe).
Santa Fe creció y se desarrolló en este marco. Ocupó su territorio a ambos lados del Paraná, dispuso su traslado en la década de 1650, controló la encrucijada de caminos que coincidía con su posición, administró sus vaquerías de la "otra banda" y litigó con Buenos Aires por el derecho a esta explotación. Controló en buena medida el mercado de la yerba y la transición del uso de la moneda de la tierra al de la moneda de plata, reclamó y obtuvo de las autoridades el privilegio de "puerto preciso" hacia 1740, y litigó con Buenos Aires y con Asunción por el control monopólico del río. Desde ella se poblaron los pagos de Rosario, La Bajada (Paraná), San José del Rincón y Coronda, y se organizaron las reducciones de San Javier, San Jerónimo del Rey, Cayastá y San Pedro.
En la larga controversia por el puerto preciso las ciudades se agravian unas a otras dirigiéndose serios reproches. Asunción califica a Santa Fe como "república de zánganos" en 1769 y el gobernador del Tucumán había señalado en 1737, a pedido de Santa Fe, que "el puerto y ciudad de Buenos Aires se ha extendido y aumentado considerablemente y es la única población que se ha dilatado y engrandecido, al paso que todas las demás de estas regiones han declinado". A principios de ese siglo el conflicto con Buenos Aires había sido por los derechos de vaquerías sobre Entre Ríos y la Banda Oriental. Todos estos agravios recibidos desde Buenos Aires, pesarán a la hora de posicionarse durante la crisis de la monarquía y la redistribución del poder regional.
La joven república
Cierta mirada centroporteña ha establecido dos principios que hoy se encuentran seriamente cuestionados: el brusco quiebre histórico de 1810 y la idea que la Nación es anterior a las provincias. Por el contrario, si acordamos que las ciudades antiguas de los siglos XVI y XVII son entidades históricas que se proyectan sobre el siglo XIX, primero como "los pueblos" y luego como las mal llamadas provincias que eran en realidad estados independientes, como bien aclara José Carlos Chiaramonte ("Ciudades, provincias, estados. Los orígenes de la Nación Argentina"), estaremos concluyendo en que las provincias son anteriores a la nación.
Nadie niega que la denominada "Revolución de Mayo" puso en marcha cambios significativos que serían apreciados en el mediano y largo plazo. Entre 1810 y 1820 se quiso desde Buenos Aires poner en marcha un proceso de apropiación de poder que conformó un borrador de país al que suscribieron las provincias del interior y del Noroeste. Son las que declararon la independencia en Tucumán bajo el impreciso nombre de "Provincias Unidas en Sudamérica". Pero la iniciativa le fue disputada por el proyecto de las provincias federales que conformaron la Liga de los Pueblos Libres, integrada por Santa Fe desde 1815.
Después de 1820, año en el que ambos grupos de provincias se desintegran, las ciudades antiguas constituyen estados independientes sobre la base de aquellos espacios Aunque muchas veces enfrentados entre sí, alimentan la idea de una integración. Firman tratados (Pilar, Benegas, El Cuadrilátero), deliberan en congresos (Córdoba 1821, Buenos Aires 1824, Santa Fe 1828) y finalmente se reúnen en una Confederación en 1831 (Pacto Federal). Pero siguen siendo Estados independientes sobre aquellos espacios fijados por sus fundadores, y pueden desligarse si así lo desean, sin que exista sobre ellos la figura jurídica de un Estado Nacional.
Mirá tambiénRosario, vanguardia del Congreso General ConstituyenteEs recién en 1853 cuando, en la ciudad antigua de Juan de Garay, se constituye la República Argentina, incompleta hasta la incorporación de Buenos Aires en 1860. De esta forma se encontraban dos procesos: el del poblamiento original y el de la conformación del Estado federal. El recinto era el viejo Cabildo, símbolo de los tiempos coloniales, pero también sede de la firma del Tratado del Cuadrilátero (1822), de las reuniones de la Convención de 1828-1829 y del acuerdo confederal de 1831.
(*) Contenidos producidos para El Litoral desde la Junta Provincial de Estudios Históricos, el Centro de Estudios Hispanoamericanos y la Asociación Museo y Parque de la Constitución Nacional.
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