“Las cuasimonedas están directamente asociadas a un escenario de crisis extrema y generan un impacto negativo”. De este modo, dos ex funcionarios del Ministerio de Economía de la provincia desaconsejan recurrir a esta herramienta, admitida en los últimos días por el gobernador Omar Perotti. Se trata del ex titular de la cartera durante la gestión del Frente Progresista, Gonzalo Saglione; y del ex secretario de Finanzas, Pablo Olivares. Ambos conducen la consultora P&G, responsable de haber elaborado y difundido este nuevo informe
El trabajo se detiene en el concepto de cuasimoneda, repasa la historia reciente en la que fueron utilizadas -básicamente, la crisis de 2001-, y resume los efectos nocivos de recurrir a este tipo de instrumentos.
Según los profesionales, la emisión de cuasimonedas genera “un impacto negativo sobre la formación de las expectativas de los agentes económicos domésticos e internacionales”, y ello redunda también de modo “desfavorable sobre la actividad productiva”.
Genera, además, un riesgo excesivo de déficit fiscal “porque no hay límite”. “Esto es así -explican- debido a que frente a un gasto que un gobierno provincial decide realizar, sin que cuente con el financiamiento genuino (tributario o crediticio), basta con emitir el monto de cuasimoneda necesario para cubrirlo y así llevar adelante el gasto, relajando de este modo las restricciones fiscales”.
La emisión de cuasimoneda implica, por otra parte, que el Banco Central “sacrifica el monopolio de la emisión de dinero, lo que equivale a decir que pierde el control de la política monetaria”.
Por otra parte, como la relación de cambio entre la cuasimoneda que se emita y el peso va a depender de la confianza que despierte el emisor y de la aceptación que la misma tenga en carácter instrumento de pago, puede darse que la población trate de desprenderse de ellas. De ese modo, los agentes económicos que reciban cuasimoneda bajo una relación de 1 a 1 (empleados públicos, jubilados, beneficiarios de planes sociales, proveedores y contratistas del gobierno provincial que las emitió, municipios y comunas, etc.), “estarán registrando una pérdida de capacidad adquisitiva como consecuencia de ello (ver aparte), significando que habrá una redistribución de ingresos en desmedro de ellos y en favor del emisor de la cuasimoneda”. Denoinan a ello “un ajuste del gasto real”.
Para los especialistas, no se observan en la actualidad “las restricciones a la emisión monetaria que dieron lugar hace dos décadas a la emisión de cuasimonedas, por lo que se concluye en que “no hay razones” para una nueva aparición. Y reiteran que en términos colectivos, genera “más perjuicios que soluciones”.
Admiten que poseen un significado instrumental político; “como una amenaza velada” o “posibilidad latente”, o como “un recurso táctico para forzar una negociación”. Pero sobre esa base, consideraron que “todos los actores deben poner mesura, racionalidad y asertividad. Es el propio Gobierno Nacional quien debe construir confianza, gestionar eficazmente el conflicto distributivo entre los distintos niveles de gobierno y el sistema político debe ser el garante de ello”.
En función de ello, consideran que “la aparición de cuasimonedas sería el resultado trágico de una falla en la coordinación política en un marco de federalismo fiscal, entendiéndose la emisión de cuasimonedas no como una salida forzosa, sino como la ruptura de reglas y el fracaso de la política para articular un federalismo fiscal siempre inestable”.
Pérdida del poder adquisitivo
La emisión de cuasimonedas significa que el emisor reconoce tener esa deuda, pero no establece una fecha cierta para cancelarla (es decir, en qué momento se va a rescatar la cuasimoneda), y no está dispuesto a pagar intereses a sus acreedores (tenedores de la cuasimoneda). Por otra parte, quienes emiten cuasimonedas las entregan en forma compulsiva a agentes económicos con quienes tienen obligaciones de pago (trabajadores públicos, beneficiarios de planes sociales, proveedores y contratistas, etc.), que las podrán utilizar para realizar pagos en sus compras y/o para el pago de impuestos pero generalmente, subvaluadas, por lo que perderán poder adquisitivo.
“La emisión de cuasimoneda parece brindar a los gobiernos la falsa idea de contar con un ‘financiamiento gratuito’”. Gonzalo Saglione/Pablo Olivares. Consultora P&G
Saglione y Olivares explican que si bien técnicamente estos instrumentos son “bonos”, se denominan o apodan “cuasimonedas” porque son emitidos en forma física e impresa con un formato similar a la acuñación monetaria, con la clara intención de promover su circulación entre los particulares y que los mismos acepten dicho instrumento en forma generalizada como medio cancelatorio de pagos.