Miércoles 1.12.2021
/Última actualización 20:29
El periodista italiano, Alver Metali y el cura, José "Pepe" Di Paola (Padre Pepe), llegaron a Santa Fe para presentar "Contraluz", libro en el que Metali relata su propia experiencia de vivir en un ambiente de precariedad y marginación, pero que lo ha nutrido de "una corriente de solidaridad y fe indescriptible"
Su anterior libro, "Cuarentena", contó con el prólogo del Papa. Allí, Francisco, describe la búsqueda de su amigo en un par de líneas "…Alver Metali, hace seis años dejó atrás su hermosa casa en un barrio residencial de Buenos Aires para irse a vivir entre las barracas de "La Carcova". Lo hizo atraído por el testimonio del padre Pepe y porque sintió que así podía realizar mejor, con alegría, su vocación cristiana madurada en la escuela espiritual de don Giussani y sus Memores."
Tanto el padre Pepe (59) como Alver Metali (70), tienen otra características en común. Tanto física, como intelectualmente, aparentan ser mucho más jóvenes de lo que son. Como si el modo de vida elegido, mantuviera un brillo en sus rostros que ni el más profundo tratamiento estético pudiese lograr.
- Cuando el Papa se refiere a los militantes o activista de las organizaciones sociales como "poetas sociales" ¿A qué se refiere concretamente?
Alver Metali – Francisco usa el término para referirse, concretamente, a la creatividad que se necesita para trabajar en situaciones de marginalidad, de pobreza y necesidad, siendo que la única forma de hacerlo es desde abajo y desde adentro de esas realidades. Yo creo que los movimientos sociales reúnen esas dos grandes características. Trabajan desde abajo y desde adentro en situaciones adversas.
- En un momento del #QuedateEnCasa emergió la realidad, de muchos, en que "la casa" no era, precisamente, un hogar propio y permanente ¿Cómo se vivió la cuarentena en los territorios más postergados de las urbes?
Padre Pepe – Recuerdo que en el comienzo de la pandemia el presidente, Alberto Fernández, nos invitó a Olivos con una delegación de curas de las villas. Ahí le pudimos decir que el discurso que se venía teniendo era de clase media, dirigido a la clase media –ni siquiera a toda la clase media-. Había un problema de comunicación o de entendimiento. En los barrios, las casas son multi-generacionales y pequeñas. En un espacio reducido vive el abuelo, el padre, el joven y niños de todas las edades, entonces el "encierro" de muchos, en una casa pequeña, no era saludable. Tampoco se podía llevar el trabajo a la casa. Eso era imposible porque la mayoría vive de changas.
El presidente entendió este punto y tomó la crítica, incluso filmamos un spot con él que decía "quédate en tu casa, quédate en tu barrio". Es decir, la vereda, la calle, que es la prolongación lógica del espacio de una casa en un barrio popular.
- Claro, incluso los vínculos en un barrio, entre vecinos, operan de otra forma.
Padre Pepe - Exactamente. En medio de la cuarentena, la parroquia de barrio cambió su dinámica y se transformaron todas sus capillas en comedores o en lugares donde pusimos camas para que el vecino pudiera aislarse. También creamos un proyecto de desinfección de veredas y lugares comunes. Funcionamos, además, como lugar de referencia de oficinas de Estado en donde dimos lugar y un marco de contención a quienes necesitaban hacer algún trámite.
Anses, atendía en nuestras capillas. Así evitábamos el traslado de la gente al centro.
Estas funciones, que nos vimos empujados a cumplir por la necesidad, recordó a muchos el rol primordial de la Iglesia. Los "curas villeros" cumplimos un objetivo muy particular y valorado en los barrios.
En los barrios, la característica del tejido social es muy particular. La parroquia, en este caso las capillas, son fundamentales y dan cobijo al seno de la comunidad organizada.
- Alver, le pregunto por el título de su libro, "Contraluz". Hay una mirada que, precisamente, resulta compleja en función de un brillo frontal que dificulta la observación de la realidad. ¿Cuál es ese resplandor que "molesta" en la mirada de un intelectual para describir lo que ocurre?
Alver Metali - Diría que es la Ideología. La ideología entendida como un razonamiento y una reflexión que precede a la realidad. Para ver algo hay que hacerlo en detalle, cerrar un ojito para enfocar mejor, levantar el objeto, darlo vuelta y observarlo desde todos los puntos. Esto nos permite abordar la realidad desde una complejidad que, de otra manera, sería inaccesible.
La contrapartida de "Contraluz", es la oscuridad. La oscuridad es la ideología. Recién hablábamos del "Cambio Climático" y solo la ideología, cuasi fanática, puede negar los datos que fuimos viviendo en nuestra propia vida. Nuestro cuerpo lo sabe. Hoy el clima de verano se extiende al otoño, la primavera es un suspiro y los inviernos sabemos que no son los de 20 o 30 años atrás. Sin embargo, hay personas que lo niegan. En medio siglo hubo un cambio de 20 o 30 grados. Sólo un precepto ideológico puede negar esto.
Incluso, hay quien crítica al Papa porque se puso a la cabeza de este movimiento ecologista mundial. Solo la ideología puede desalentar la concientización de los pueblos ante esta realidad.
- ¿Cuánto tiene que ver la fiebre de consumo, en ese cambio climático, que exige al planeta a dar hasta lo que no tiene?
Padre Pepe – Mucho, lo vemos en los jóvenes. Cuando hablamos de las adicciones, de esa necesidad de consumir y nutrirse de esa falsa ilusión de felicidad y ocultar las angustias en una carrera de la ansiedad hacia la nada. Lo vemos, claramente, en los barrios en donde trabajamos con jóvenes en los "Hogares de Cristo". Abordamos una tarea, dificilísima, en la recuperación y prevención de adicciones. Algunos jóvenes encuentran, en la droga, una forma de "irse" de la realidad. Es muy triste ver esto. No podemos ser indiferente y abandonar a los pibes en ese momento.
- ¿Ven que aquellos vacíos territoriales que deja el Estado e incluso la Iglesia son campo fértil para el narco-crimen a falta otras alternativas de trascender en la vida?
Padre Pepe - La ausencia del Estado en los barrios es notable y grave. Hay dos tendencias, una es la de tercerizar esa presencia a partir de ONGs, fundaciones. Otra compulsión es la del Estado acaparándolo todo y dejando de lado las particularidades de cada lugar. Nosotros apostamos a la síntesis que es la de promover la "comunidad organizada" con una asistencia del Estado, pero en el trazo fino de cada lugar. Los municipios como cabeza trabajando con las organizaciones populares; la parroquia, el club, el colegio, una biblioteca popular y las expresiones genuinas solidarias de cada barrio, también.
Cuando los gobiernos pasan, los barrios quedan. Entonces hay que empoderar a las organizaciones que son serias, porque de ese trabajo, mantenido en el tiempo, es la fortaleza que queda en ese barrio y está sustentado por el propio vecino. Entonces el joven que va a ir circulando por esas organizaciones solidarias, seguramente, va a tener objetivos de vida en base a un crecimiento sano. Ahora si no tiene nada y en su barrio la parroquia está venida a menos y en el club sólo juegan los que "juegan bien" y hasta las escuelas expulsan al niño conflictivo y no lo contienen, esos niños no tienen de donde agarrarse. Ahí es donde aparecen alternativas terminan consumiendo a un pibe.
- Los grandes conglomerados urbanos, que son una caricatura de la mendicidad, porque pareciera que el suburbio espera que algo se le caiga al centro urbano para sobrevivir ¿Pueden tener, en su propia lógica, una solución para la discriminación y marginación de quienes parecen "descartables" o que sobran en la sociedad?
Alver Metali – De hecho, hubo una reacción, con el medio como motor, que sedujo a muchos a dejar los lugares de las grandes concentraciones y es un fenómeno que hoy es bastante relevante, se da en Europa, se da en la América Latina.
El consumo sin freno, las grandes aglomeraciones urbanas, tienen como síntoma natural el cambio del clima y como expresión cultural a la violencia social, la mayoría de las veces, de pobres contra pobres.
- Para terminar, quisiera indagar en sus personas y espíritu de dos personas que han elegido renunciar a ciertas comodidades y adoptar un tipo de vida austero y nutrirse consumiendo, quizás "otras cosas. ¿En que se enriquecieron con semejante decisión de vida?
Padre Pepe – Hay una riqueza que la propia ideología y la sociedad de consumo, de la que hablábamos, hace que sea difícil de ver – sobre todo para los jóvenes. Esto hace que no se pueda atender la diversidad de la cultura popular. Fíjate que se añora aquel relato de los barrios en donde se criaron nuestros padres, con pibes jugando en la calle, sillones en la vereda, fiestas navideñas colectivas o festejos de cumpleaños con mesas en afuera. Bueno, eso añorado se vive hoy en las villas y barrios populares.
Esos vínculos para nosotros son enriquecedores y disfrutables. Hay una mezcla de saberes e idiosincrasia popular. Conviven comunidades de paraguayos, bolivianos y del mismo del interior del país, Los lazos de amistad que se generan son muy fuertes.
En mi caso es vivir una religiosidad católica popular que no está secularizada, pero tampoco es eclesiástica. Es el fruto de la fe que se fue transmitiendo a lo largo del tiempo.
Ahí es donde yo soy feliz.
Alver Metali – (Se sonríe con ganas) Hace 8 años que vivo en el mismo lugar, una piecita de un metro y medio por dos metros. Al lado está la Iglesia que se transforma en una cancha de vóley, de básquet, en salón de fiestas o lugar para la celebración litúrgica. Te puedo decir, después de todo este tiempo, que lo que encontré es mucho más valioso de lo que dejé. Se puede aprender a usar todo en función de un bien superior. Usar todo. El dinero, el saber, lo aprendido, la propia capacidad de escribir y estar enfocado en ese bien más grande me devuelve cien veces más. Es una inversión, no es un abandono.
-¿Es eso entonces mirar a "Contraluz"? ¿Cómo el título del libro que vino a presentar?
Alver Metali - Jaja, si exactamente, la síntesis perfecta de este reportaje.