Mario Cáffaro
El proyecto de Carlos Comi para terminar con el sistema actual de peajes en rutas nacionales tiene casi nulas posibilidades de ser considerado en el Congreso. Es una iniciativa originada en un bloque opositor y el gobierno nacional no parece tener ninguna intención de terminar con un sistema que ha fracasado rotundamente y que para comprobarlo no hace más falta que transitar por las rutas 34, 11 o en la mano que viene hacia Santa Fe de la 19.
Los argentinos nos hemos acostumbrado a pagar peajes baratos sin exigir nada a cambio. Las concesionarias -uniones transitorias de grandes empresas de la construcción- se han acostumbrado a no hacer obras alegando tener bajas tarifas. En el inicio del sistema -allá por los ‘90- cuando levantaron las casillas le cambiaron la cara a rutas que estaban muy deterioradas. Luego, ante la pasividad de los controles, dejaron de cumplir. Ya en este siglo, cambiaron las reglas: es el Estado el que paga las obras y ahora hasta paga el corte de los yuyos al lado de los caminos. La recaudación de las cabinas está destinado al pago de los empleados agremiados bajo el ala de uno de los hijos de Hugo Moyano.
La transformación en autovía de la Ruta 34 la anunciaron ya incontables veces y en el caso de la 11 al menos han prometido contratar una consultora para hacer el trayecto entre Recreo y San Justo. El resto es historia conocida de poblaciones sublevadas por los accidentes, de baches que tienen meses, de banquinas intransitables y falta de señalización.
Distinta parece ser la situación de los accesos a Capital Federal, las autopistas que unen Rosario con Santa Fe y con Córdoba e incluso las tradicionales rutas que llevan a la costa bonaerense (2 y 11) en todos los casos con valores de peaje mucho más actualizados y con mayores exigencias a los concesionarios.
El resto del sistema no sirve, las rutas están rotas, atosigadas de tránsito y con alta siniestralidad. Es en este marco donde Comi suma el proyecto a la discusión. La respuesta está en manos de la política que debería tener como objetivo preservar vidas, dar seguridad en el tránsito y no proteger los negocios de “algunos”.
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