“El crecimiento se basó en el hecho de que sobraban dólares y ahora se terminaron” advirtió ayer Miguel Bein en TN. Explicó que el gobierno “no va a poder seguir empujando” una expansión al 8 % y descontó la devaluación. “La pregunta es cuánto”, señaló.
Ensayó dos respuestas: si la Casa Rosada “quiere corregir sin apelar al crédito externo y recuperar la rentabilidad de las empresas, lo va a tener que mover más; si toma crédito en el mercado de capitales, va a poder hacer una mezcla para financiar algún déficit externo sin necesidad de mover el tipo de cambio más de 11 ó 12 por ciento”, ensayó.
Mario Blejer advirtió en cambio que “es imposible” predecir el comportamiento de la divisa “sin analizar el sistema internacional y lo que puede pasar en el mundo”, ya que “si el dólar se devalúa, no necesitamos devaluar”. Pero en cambio Llach arriesgó que “el ciclo de devaluación del dólar está cerca de su final”, sobre todo en relación al Euro.
Con la incertidumbre planteada, la costumbre argentina de guardar divisas en el colchón sigue vigente. Entre eso y la salida de capitales del país, la “fuga” sumó U$S 9.801 millones en los primeros seis meses del año, según estimó Ismael Bermúdez.
Con un peso que no es resguardo de ahorros salvo en depósitos a corto plazo y tasa variable, créditos que ante esa evidencia no se pueden ofrecer a largo plazo y tasa fija, fuga de capitales y crecimiento de costos internos en dólares (tipo de cambio fijo con inflación en pesos), la inversión productiva que procura el gobierno afronta problemas reales, y desafía las respuestas que deberá dar el gobierno que viene.
Política
La solución al problema de los precios parece menos económica que política. La inflación se potencia en expectativas alimentadas por la expansión monetaria al 34 % anual, incrementos “preventivos” del sector empresario y reclamos salariales alineados menos al Indec que a las góndolas. La Casa Rosada ya no tiene los dólares que le alcanzaban para marcar la cancha a voluntad; el acuerdo multisectorial es una herramienta heterodoxa en la economía, que la política argentina no ha usado en los últimos años.