El ex presidente recordó la situación social, económica y política en la que le tocó asumir. "Como en el 2001, el problema de Argentina no es lo que debe, sino lo que no produce", asegura.
El ex presidente recordó la situación social, económica y política en la que le tocó asumir. "Como en el 2001, el problema de Argentina no es lo que debe, sino lo que no produce", asegura.
El ex presidente recordó la situación social, económica y política en la que le tocó asumir. "Como en el 2001, el problema de Argentina no es lo que debe, sino lo que no produce", asegura.
-A 20 años de 2001 ¿Qué piensa hoy?
-Que de los momentos anárquicos y de las crisis no se sale peleándose. Es hora de que nos demos cuenta de que los partidos de gobierno y la oposición tienen que hacer un esfuerzo patriótico para unirse. Es lo que me tocó hacer a mi cada vez que goberné. Lo hice dos veces en Lomas de Zamora, en la provincia y también en la presidencia. Es muy sencillo, si estamos todos juntos es mucho mas fácil. Antes de asumir la presidencia, en la ultima charla que tuve con Alfonsín a las 11 de la noche, les dije que no me hablaran más y que si querían que asumiera al otro día tenían que venir todos a mi casa. Todos, porque tienen que estar todos. La clave es juntarse. Pero la matemática de los gobiernos es tremenda, eligen entre la gente cercana, los amigos y eso es lo peor que puede pasar. Y más en crisis.
-¿El contexto para unir a las distintas fuerzas políticas era más difícil entonces que ahora?
-Siempre es parecido. En aquel momento el 'que se vayan todos' era tremendo. Terminamos siempre peleando y peleando. El tema es que no tenemos la capacidad dirigencial para entender lo que hizo Europa, que después de cientos de años de peleas un día, tras dos grandes guerras mundiales, el Holocausto y 100 millones de muertos, entendieron que tenían que juntarse y lo hicieron, más allá de lo que pensaba cada gobierno. En los 27 países de la UE hay de derecha, de izquierda y de centro, pero la dirigencia respeta lo que elige cada país vecino.
-Usted hace referencia a un hecho que no siempre se tiene en cuenta cuando se habla de esta unión y son los 100 millones de muertos de las dos guerras mundiales.
-Claro, pero fue lo que los decidió y el resultado fue espectacular. A mi me toca unos meses después de dejar la Presidencia asumir como titular de la Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur. Cuando me designaron estaba cansado, pero fui con una misión -yo ya había cumplido con otra misión que había sido la Presidencia y llamar a elecciones- y les dije a los presidentes reunidos en Uruguay que asumía para copiarle a Europa y formar la Unión Sudamericana de Naciones, que después fue Unasur, y que cumplido eso me iba. Así fue, a fines de 2004 me fui. Después nos peleamos.
-¿Qué era lo mas difícil entonces? ¿La situación social o económica?
-El 9 de julio de 2001, seis meses antes de la renuncia de De la Rúa, el Episcopado Argentino publicó la Oración por la Patria. Cuando leí el pensamiento de la Iglesia me dije "están equivocados". Parecía que Argentina iba a desaparecer, que era una situación inmanejable. Les dije que no veía las cosas así, que estábamos haciendo un maremoto en una palangana y que el problema de Argentina no era lo que debía, sino lo que no producía. Y ahora pasa algo parecido. Todos los partidos políticos argentinos saben y dicen que producimos menos de lo que tenemos que producir. La pregunta entonces es ¿por qué no nos sentamos todos en una mesa a discutir el cómo? Porque Argentina sigue teniendo ese problema. La fuga de la riqueza argentina producto de la corrupción es bastante similar a la latinoamericana. Es un tema que tenemos que abordar y hoy tenemos la suerte de poder hacerlo con el avance de la tecnología. Todo tiene que estar en la web, hasta el último peso que gasta un municipio, para transparentar todo. De acuerdo a un estudio internacional, las cosas que hace el Estado cuestan un 40% más y a eso hay que cambiarlo.
-¿Qué se hace para revertir esta situación?
-En mi caso hace dos años que estoy trabajando en el Pacto 2023 – 2053 con los partidos políticos. Estamos estudiando los pactos preexistentes que firmó el país y trabajando en eso. También hablamos con las distintas religiones que tienen representantes en el país para que se sumen a esta actividad. Con ellos nos reunimos 10 días antes de las elecciones, donde también participaron ex presidentes de países latinoamericanos. Es difícil pero no solo es factible sino fácil en la medida que hagamos lo que hay que hacer que es no hablar más y trabajar porque con el bla, bla, bla no resolvemos nada. Y la gente esta de acuerdo, puede estar enojada con tal o cual dirigente, pero entiende que si no nos juntamos esto va a ir cada vez peor.
-A partir de las medidas que tomó en su presidencia, Argentina inició un período de crecimiento de su economía que fue uno de los más importantes de la historia. Muchos lo atribuyen al precio de los commodities, pero usted siempre explicó que lo que puso en marcha con su equipo fue un plan productivo.
-El tema principal de mi carrera política fue impulsar la Argentina productiva por sobre la especulativa. Dos años antes de asumir con Menem la vicepresidencia ya trabajaba en el tema productivo, tratando de copiar lo que hacen en Europa con políticas de Estado, con la participación de empresarios e industriales en los sectores de la administración vinculados a la producción. Tenemos que ir hacia allí. Las dos cámaras del Congreso Nacional están creando una comisión de futuro, a la que me invitaron. Les pregunté : ¿Tan atrasados estamos? ¿No saben que la UE tiene ministerios de futuro? El cambio se está dando a una velocidad tan vertiginosa que no se puede estar esperando. Tenemos que saber qué va a pasar. Acá estamos siempre discutiendo sobre el pasado y no se dan cuenta de algo muy sencillo, que el pasado no se puede modificar. En mi presidencia, en la primera reunión de Gabinete, después de agradecerle a los que se habían sumado, que era toda gente que habían sido gobernadores o eran parlamentarios o nunca habían tenido cargos, como De Mendiguren, les dije que teníamos que terminar con la pelea. Cuando asumí en la provincia lo llamé a Alfonsín y le dije que no era como habían dicho Perón y Balbín, que el que gana gobierna y el que pierda acompaña, sino al revés: el que gana trata de gobernar y el que pierde trata de que no gobierne. Y le propuse algo nuevo, crear un nuevo paradigma: el que gana gobierna y el que pierde también. Por supuesto que Alfonsín me dijo sí. ¿Sabés que fácil es gobernar cuando están todos juntos?
-¿Qué recuerdo tiene de la provincia de Santa Fe y de los dirigentes más importantes de entonces, como Reutemann y Obeid?
-Menem no quería que Obeid fuera candidato en 1995, sino que fuera Cavallero. Le dije que yo respetaba el federalismo partidario. Lo mismo me dijo de Santa Cruz, donde no quería que Néstor Kirchner fuera candidato. Yo a eso no lo hago. De Reutemann me acuerdo que me vine especialmente desde Buenos Aires a apoyar su candidatura a gobernador en 1991 y después le ofrecí dos veces la candidatura a presidente: en 1999, porque me daba cuenta de que yo no iba a ganar esa elección, pese a que había empezado 20 puntos arriba, porque la convertibilidad estaba agotada y yo lo decía. Me dijo que él también pensaba lo mismo, pero le dije que él no lo decía. y que el secreto para ganar la elección era no decirlo. La segunda vez fue en 2002, y después de una larga serie de conversaciones, me dijo: "Me pedís que entre a la curva a 210 y yo no puedo entrar a más de 203 kilómetros por hora".