Al igual que en los '90, cuando otra vez Santa Fe fue sede de las deliberaciones sobre la Constitución, la ciudad, la provincia, y sus instituciones, en especial la Universidad Nacional del Litoral, colaboraron con la organización de una serie de actos y encuentros que celebraron los 30 años de la sanción de la reforma.
Mirá tambiénReforma constitucional: corte impar y reelección del gobernador, entre las sugerencias de la UCREl acto fue presidido por el rector de la UNL, Enrique Mamarella, la vicegobernadora y presidenta de la Cámara de Senadores de la Provincia de Santa Fe, Gisela Scaglia y la decana de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Claudia Levin. Entre otras autoridades, se encontraban el intendente de la Ciudad de Santa Fe, Juan Pablo Poletti; el presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Horacio Rosatti; el presidente Provisional del Senado de la Nación, Bartolomé Abdala; el presidente provisional del Senado de la Provincia de Santa Fe, senador por el Departamento San Cristóbal, Felipe Michlig; la presidenta de la Cámara de Diputadas y Diputados, Clara García; el presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Santa Fe, Rafael Gutiérrez; el ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Juan Carlos Maqueda; el procurador del Tesoro de la Nación, Rodolfo Barra y la presidenta del Concejo Municipal de la Ciudad de Santa Fe, Adriana Molina, más ministros y funcionarios de los distintos niveles de gobierno.
"El mismo clima"
Pasado el mediodía de este viernes 23, como hace 30 años, los protagonistas que pudieron volver al Paraninfo (casi 30) recibieron los honores en recuerdo de aquellos días. Desde ayer, en distintos actos sociales, que incluyeron una cena ofrecida por el gobernador Maximiliano Pullaro y la ceremonia en el edificio que albergó a los constituyentes, se reencontraron las figuras políticas que durante 90 días discutieron y finalmente juraron -sin excepciones- las modificaciones a la Constitución originadas en el Pacto de Olivos, que por entonces dividió a la sociedad argentina. Ahora se ven con cierta nostalgia aquellos debates que parecían poder generar posiciones irreconciliables y sin embargo no lo fueron. Las palabras acuerdo, consenso y, sobre todo, diálogo y respeto se repitieron en la mayoría de las declaraciones de ocasión que antecedieron al acto, en el hall de ingreso al salón del cielo raso de bellos arabescos coloridos y geométricos (acaso lo único que se podía adivinar del Paraninfo de siempre cuando se lo acondicionó, en el '94). No es casual que lo que hoy falta o no abunda, se reclame por contraste con la idealización de suceso histórico que homenajeado.
Para todos los que han hablado en este y otro acto recordatorio la de la Convención fue "la más democrática", la "más plural", la "más cuidada" forma de ejercicio de la actividad política. Pero las tensiones de entonces no eran tan distintas de las actuales, aunque acaso sí, bastante más educadas.
Es que al efecto conciliador que da el paso del tiempo y el sentido práctico de comprender que se pertenece a una generación que consolidó un orden jurídico e institucional en el que son hitos 1983 y 1994, disimulan las malas experiencias y acaso los antecedentes muy cuestionables de varios de los homenajeados. Sólo lo comentaron, con el archivo en la mano , apenas y por lo bajo, el público en que se mezclaron dirigentes políticos locales, y los movidos por el interés propio de una capital provincial que siente el peso de haber tenido la Convención. También, los periodistas de esos años y de los actuales.
Pero los homenajeados fueron finalmente 28, entre muertos, enfermos o desinteresados, de los más de 300 electos por cada distrito del país. Y hubo por ellos solo un orador, que fue el presidente de aquella asamblea: el ex senador nacional, Eduardo Menem, que en el tono riojano que corresponde, bromeó sobre las dificultades para reconocerse luego de tantos años.
Nombró a quienes lo secundaban como vicepresidentes al coordinar el debates: Alberto Pierri y María Cristina Guzmán, a un par de metros suyo, y Ramón Mestre, el fallecido ex gobernador de Córdoba.
El hermano del presidente Carlos Menem (que con su reelección sumó 10 años en el poder: los 6 del mandato que se inició en 1989 y los 4 de 1995) tiene casi su simpatía. Años atrás se lo veía como el más serio, seguramente por su rol político en esa década. Llevó un machete de dos carillas, cuya lectura afortunadamente se complicó con el micrófono en mano, así es que se salió de lo escrito y ahí vino lo mejor. Tras recordar que hubo 1.593 proyectos de reforma que se debatieron en comisiones expresó que "hoy como entonces, la ciudad de Santa Fe y la provincia de Santa Fe nos recibió con gran cordialidad a los convencionales, con el mismo clima". Recordó entonces las frías e interminables discusiones de las comisiones, en las aulas de la Facultad de Derecho en los que las mujeres "no se quitaban los tapados y los hombres sus abrigos", porque "más que sala de reunión eso era un frigorífico".
Para compensar la crítica, recordó que "tuvieron la delicadeza de cederme como presidente de la Convención, nada menos que el despacho del rector de la Universidad y justamente al entrar me ha saludado con afecto el mozo que nos llevaba a diario el café, por supuesto no lo reconocí… en fin".
1853, 1949, 1957
Entre lo que habrá escrito y lo que finalmente dijo, siempre sucede esa síntesis, el "hermano Eduardo" como era llamado en esa época recordó que "un bando militar" convocó a "una convención constituyente en el 57" también en el Paraninfo para, lamentó, terminar con la Constitución del peronismo de 1949. Dedicó más tiempo sin embargo a razonar y elogiar al primer texto constitucional de los argentinos, de 1853. No dudó en calificarla como de vanguardia o progresista y al reconocer que tiene aspectos que están tomados de la de los Estados Unidos advirtió que aquí mucho antes que en ese país se terminó con las vergüenzas del derecho que dividía por razas a la gente y comentó que mucho después los norteamericanos concedieron todos los derechos civiles a los descendientes de los esclavos.
Citó dos libros: el de otro convencional constituyente, Alberto García Lema, titulado "La Reforma por Dentro" y luego el suyo que sencillamente lo regaló a la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNL en la persona de su decana, Claudia Levin.
Uno por uno, los homenajeados
Eduardo Menem, Horacio Rosatti, Rodolfo Barra, Maria Cristina Guzmán, Rodolfo Alejandro Díaz, Eduardo Félix Valdés, Alberto García Lema, Alberto Reinaldo Pierri, Gabriel Joaquín Llano, Richard Gustavo Bataggion, Juan Fernando Armagnague, Mauro Aguirre, Jorge Raúl Yoma, Elisa Maria Evelina Carrió, Antonio Maria Hernández, Horacio Massaccesi, Rodolfo Miguel Parente, Nancy Barbarita Avelin de Ginestar, Miguel Ángel Ortiz Pellegrini, Augusto José María Allassino, Mario Armando Moine y Guillermo Horacio De Sanctis.
En tanto, lo mismo ocurrió con los demás convencionales constituyentes por Santa Fe: María Cristina de los Ángeles Benzi, Carlos Caballero Martín, Luis Alberto Cáceres, Pablo Antonio Cardinale y Antonio Ciaurro. Se entregó a sus familiares, el presente para Hugo Rodríguez Sañudo.
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