Un informe elaborado por Cippec revela las desigualdades en la reinserción en el mercado laboral, en particular para quienes tienen hijos pequeños. Y plantea alternativas para revertirlo, entre ellas, profundizar las políticas de cuidado.
"Previo al inicio de la pandemia en nuestro país, el 68% de las mujeres madres de entre 16 y 59 años participaba del mercado de trabajo. Este porcentaje era menor que la proporción de mujeres activas laboralmente que no tenían hijos/as (73%)". Además, la tasa de actividad de las madres declinaba significativamente cuantos más y de menor edad fueran niños y niñas. En el caso de los varones, la tenencia de hijos generaba un efecto opuesto: el 97% de los padres participaba del mercado de trabajo, mientras que este porcentaje descendía a 90% para quienes no lo eran. Los datos operan de punto de partida para el informe que presentó el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC) en ocasión del Día de la Madre que se celebra este domingo.
La fecha se convierte así en una excelente ocasión para reflexionar sobre el acceso al mercado laboral de mujeres que tienen hijos, sobre todo de corta edad, y el mayor impacto que significó para ellas la pandemia, con su sobrecarga de actividad puertas adentro de los hogares. El desafío es que en la nueva normalidad la recuperación "no deje a las madres atrás".
El diagnóstico
La crisis sociosanitaria implicó un retroceso en la participación laboral de todas las personas. "En el segundo trimestre de 2020, la tasa de actividad de las madres cayó once puntos porcentuales respecto a fines de 2019, solo un punto por encima de la caída para el promedio poblacional". No obstante -señala el informe de Cippec-, dado que ya se partía de un nivel menor de participación laboral, esta caída implicó un retroceso proporcionalmente mayor para las mujeres con hijos. En cambio, la participación de las mujeres sin hijos en el mercado de trabajo siguió un patrón similar al de los padres.
Luego llegó la reactivación de la economía a partir del tercer trimestre de 2020 que se tradujo en una progresiva recuperación en los indicadores agregados de empleo. "Sin embargo, este repunte no fue igual para todos": las mujeres madres de niños pequeños tuvieron una recuperación significativamente más lenta que el resto. "Así, la maternidad, en especial cuando requiere mayor demanda de cuidados, parece correlacionarse con la severidad de las consecuencias negativas de la pandemia.
Esta caída en la participación laboral incidió sobre los niveles de ingresos de la población: "En Argentina, la pobreza afectaba previo a la pandemia al 35,5% de las personas; 34% de las mujeres y 37% de los varones. En el segundo semestre de 2020, este porcentaje se elevó al 42% y disminuyeron levemente las diferencias entre géneros: 41,5% de la población femenina y 42,6% de la masculina estaban bajo la línea de pobreza. Estas cifras revelan una incidencia similar de la pobreza entre varones y mujeres; sin embargo, el escenario cambia al comparar madres y padres: entre jefas y jefes de hogar o cónyuges con hijos, la pobreza alcanza al 55% de las mujeres y al 49% de los varones. "La situación de vulnerabilidad que atraviesan estos hogares no solo repercute en las madres y los padres, sino que perpetúa la reproducción intergeneracional de las desventajas sociales".
Familiarizado y feminizado
"Las mayores dificultades de las mujeres madres para generar ingresos y participar del mercado de trabajo se vinculan estrechamente con las dinámicas sociales y familiares de cuidado. El cuidado, entendido como un servicio fundamental para el sostenimiento cotidiano de la vida de las personas, se encuentra históricamente familiarizado y, al interior de los hogares, feminizado. Los esfuerzos destinados a contener el avance de la pandemia trajeron consigo una agudización de este fenómeno, ya que el potencial éxito del ASPO se erigía sobre el repliegue de todas las actividades a la esfera doméstica".
Así fue como las mujeres concentraron la mayor carga de trabajo doméstico y de cuidado no remunerado ya antes del inicio de la crisis sanitaria, y con la implementación de medidas que restringieron la actividad, la familiarización del trabajo doméstico y de cuidado se profundizó; "esto repercutió, a su vez, en la feminización del cuidado al interior de los hogares: en el 70% de las familias fueron las mujeres quienes absorbieron esa carga adicional".
Además del sostenimiento de las tareas domésticas, las mujeres madres "fueron las principales acompañantes educativas de sus hijos e hijas durante el cierre de escuelas", y la posibilidad de conciliar trabajo remunerado (aún virtual durante la ASPO) y no remunerado fue, para muchas, una verdadera odisea.
Con el retorno a la presencialidad durante 2021 surgieron nuevas dinámicas de cuidado. "Sin embargo, el panorama no fue tanto más auspicioso para las madres: en mayo de 2021, aún el 47% de las madres declaraba dedicar más tiempo al hogar y la familia en comparación a la vieja normalidad y su sensación de sobrecarga no había variado". Es más, "la proporción de madres que no lograban balancear trabajo y familia ascendía a tres de cada diez".
Distribuir el cuidado
"Ante este escenario -advierte Cippec-, se vuelve ineludible apuntar a construir sociedades que distribuyan el cuidado de manera más justa para evitar que las madres sigan rezagadas en términos de autonomía económica en la nueva normalidad. El cuidado, como actividad fundamental para sostener el entramado productivo y reproductivo de nuestra sociedad, debe ser un eje prioritario en las estrategias de recuperación".
¿Cómo se logra? "Avanzando hacia la creación de un sistema integral y federal de cuidados que reconozca el valor del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, reduzca su carga y la redistribuya, tanto entre los géneros como entre las familias, el Estado, la comunidad y el mercado".
Todo ello se sostiene en tres pilares: "Brindar tiempo para cuidar" que se traduce en "la implementación de regímenes de licencias y políticas de conciliación trabajo-familia que promuevan un rol activo de los padres en el cuidado, la enseñanza y la crianza de sus hijos e hijas"; contar con recursos monetarios para cuidar, fortaleciendo los ingresos destinados a la niñez; disponer de servicios e infraestructura a través de espacios de crianza, enseñanza y cuidado de calidad para la primera infancia.
El informe
"¿Una nueva normalidad? Las madres en la recuperación socioeconómica de la pospandemia" es el nombre del informe elaborado por Cippec, con la autoría de Florencia Caro Sachetti y Juan Camisassa, que recoge datos del Indec, Unicef y el Ministerio de Educación, entre otras fuentes.
Las claves
En 2019, las madres en edad activa participaban menos del mercado laboral (68%) que las mujeres sin hijos/as (73%). En los varones, la paternidad generaba un efecto opuesto: los padres participaban más (97%) que quienes no lo eran (90%).
La pandemia acentuó estas disparidades: en el segundo trimestre de 2020, la cantidad de madres activas cayó 18%, cerca del doble que los padres y las mujeres sin hijos/as.
Estos efectos fueron más contundentes sobre las que tienen hijos/as pequeños/as. En la recuperación pospandémica, las madres de niños/as menores a 6 años vienen rezagadas. Así, la maternidad parece acentuar las consecuencias negativas de la crisis.
Frente a este escenario, es importante distribuir el cuidado de manera más justa, entre madres y padres, pero también hacia afuera de la familia entre el Estado, el mercado y la comunidad.